Acceso a las parafilias
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Los caminos por los que discurre el placer sexual son a veces inexplicables, y las formas de obtenerlo también.
Las parafilias son lo que conocemos como ‘perversiones sexuales’ o conductas sexuales ‘inapropiadas’.
No obstante, la sexología moderna sólo acepta como conductas ‘impropias’ las que se realizan valiéndose de una superioridad física, psicológica o social. Lo que quiere decir que cualquier conducta sexual consensuada o acordada entre adultos, se considera ‘adecuada’. Y por lo tanto no califica como parafilia.
La mayoría de las palabras que usan el prefijo ‘para’, como en el caso de ‘parafilia’ son fáciles de comprender, por ejemplo ‘paramédico’, que significa ‘parece que es médico, pero no lo es’.
Parafilia (del griego para, ‘parece que es pero no es; y filia, un sinónimo ocasional de ‘sexo’), significa algo así como “parece que es sexo pero no lo es”.
Aclaración. Filia es por lo regular una palabra que significa ‘amigo de’, ‘inclinación a’ o ‘relativo al hijo’, como ‘amor filial’, que es el amor que la madre le tiene al hijo o el hijo a la madre. Pero filia también significa ‘comportamiento sexual poco común’, que es el caso que nos ocupa. Termina la aclaración.
Vayamos al punto
Parafilia es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula normal, sino en una actividad aberrante del acto sexual. Por ejemplo, tener sexo con un cadáver, es una parafilia (a la cual se le conoce como necrofilia).
Cuando una conducta sexual, que no tiene nada que ver con la reproducción, se vuelve repetitiva y difícil de evitar, se convierte también en una parafilia. Por ejemplo, en el grupo de las parafilias se encuentran los casos de ‘masturbación frecuente’, conocidos como ‘onanismo extremo’ (Onán era el personaje bíblico que prefería tirar el semen a depositarlo en la vagina de la viuda de su hermano. Ver Génesis 38:8-10).
Las parafilias se consideran inocuas, excepto cuando incluyen un objeto o un acto peligroso o dañino para cualquiera de las personas involucradas en determinado tipo de actividad sexual.
Que un comportamiento sexual se califique o no como parafílico, depende de las normas sociales imperantes en un momento y lugar determinados.
Por ejemplo, el sexo oral fue considerado como una parafilia hasta mediados del siglo 20, pero en la actualidad no entra en esa definición (a menos que la persona que lo practica prefiera exclusivamente esa práctica sexual, en vez del coito o la cópula normal).
La sanción religiosa y moral
En la actualidad resultaría difícil elaborar un catálogo de parafilias, ya que se trata de un campo que debe ser valorado por varios especialistas.
Por el contrario, hace dos mil años la clasificación de la conducta sexual era una materia propia de las religiones (judía, cristiana o musulmana), que preferían prohibir cualquier conducta que no se ajustara a la moral heterosexual aceptada en la Biblia o el Corán.
En 1886 el médico alemán Krafft-Ebing intentó sacar del ámbito religioso la clasificación de las conductas sexuales, y de proyectar un poco de luz sobre lo que era ‘normal’ y ‘anormal’. Y aunque su intención era válida, Krafft-Ebing no pudo dejar sus principios morales fuera de contexto, y escribió que las aberraciones más frecuentes eran la masturbación, la homosexualidad y la promiscuidad, dejando claro que todo lo que no fuera ‘monogamia heterosexual’, era una aberración. Es decir, una parafilia.
No obstante, en el mundo actual sigue resultando difícil señalar lo que es una parafilia y lo que no lo es.
Hechas las aclaraciones anteriores, a continuación se enlistan algunos de los casos más comunes de parafilia.
Un temor extraño
En este caso no se trata de una parafilia, sino de una fobia extraña, como muchas de las que existen a nuestro alrededor.
Por ejemplo, es difícil entender que un objeto aparentemente inocuo como un periódico, pueda trastonar la vida diaria de una persona. Pero sucede.
Veamos esta historia, contada en primera persona por quien la padeció…
“Me llamo Evelyn y siempre he pensado lo peor de mí misma. En mi mejor estimación, yo era una fracasada que no agradaba ni debería agradar a nadie. Y en la peor de mis estimaciones, era una persona terrible.
“Cuando tenía 22 años, el odio que sentía hacia mí misma se volvió aún peor: empecé a preocuparme por la posibilidad de que me volviera una persona peligrosa, que pudiera hacerle daño a los demás. Así que empecé a evitar a la gente, para alejar la posibilidad de llegar a hacerle daño.
“También empecé a evitar los periódicos para asegurarme de que las noticias no contaminaran mi mente y me hicieran aún peor.
“De hecho, evitaba entrar a las tiendas que vendían diarios, o pasar a un lado de los puestos callejeros de libros y revistas.
“Todo comenzó un día que leí un artículo sobre un asesino que torturaba a sus víctimas. Y enseguida pensé ‘¿y si yo me volviera así de mala’?”.
“Por eso decidí evitar los periódicos. No pasaba frente a las tiendas que los vendían, no los tocaba ni los miraba, incluso evitaba pensar en ellos.
“Los viajes en autobús al trabajo se volvieron horribles. Mantenía la cabeza baja para evitar cualquier periódico que hubiera podido ver accidentalmente. Estaba atrapada en mi propia burbuja de miedo.
“Al final logré superar mi trastorno con terapia psicológica.
“Pero tener que luchar constantemente contra pensamientos que no tienen ningún sentido, te revienta la autoestima”. (BBC Mundo)
Los casos más comunes
-Acrofilia. Excitación sexual provocada por la altura a la que uno se encuentra, por ejemplo, el paisaje observado desde un puente, desde un precipicio, desde una edificación o desde una nave en vuelo, digamos un globo aerostático. Estos parafílicos adoran las relaciones sexuales en los aviones, en los funiculares, en los riscos y en las azoteas.
-Agrexofilia. Excitación provocada por los ruidos de la actividad sexual cuando son escuchados por otras personas.
-Agorafilia. Actividad sexual en lugares públicos (en ausencia de mirones).
-Alopelia. Excitación de ver a otros teniendo una relación sexual (también llamada voyeurismo).
-Amomaxia. La excitación sólo se produce por realizar el acto sexual dentro de un automóvil estacionado.
-Androidismo. Sentirse atraído por muñecos/as o robots con aspecto humano (es una especie de fetichismo).
-Asfixiofilia. Estrangulación erótica causada por casi asfixiar o ahogar a la pareja durante el acto sexual (con el consentimiento del otro). Se cree que el actor David Carradine, que encarnó al famoso protagonista de la serie Kung-Fu, murió a causa de esta parafilia.
-Autagonistofilia. El placer de ser visto por otras personas durante el acto sexual.
-Bestialismo. Acto sexual que involucra animales. También se le llama zoofilia. El bestialismo es la única parafilia mencionada en la Biblia (Levítico 18.23): “No te unirás con bestia haciéndote impuro con ella. La mujer no se pondrá ante una bestia para unirse a ella, porque es una infamia”.
-Candalagnia o candaulismo. Excitación sexual de ver a la pareja copulando con otra persona.
-Clastomanía. Excitación por desgarrarle la ropa a la pareja.
-Coprofilia. Excitación sexual inducida por las heces fecales (se cree que Hitler era coprofílico).
-Fratrilagnia. Atracción por el sexo con una hermana o hermano.
-Gerontofilia. Atracción heterosexual u homosexual por las personas de la tercera edad (muchos violadores son gerontofílicos).
-Necrofilia. Atracción sexual por los cadáveres.
-Ninofilia. Es la atracción por chicas muy jóvenes. Cuando la atracción es por los varones muy jóvenes se llama efebofilia.
-Pedofilia. Atracción sexual por los niños o niñas.
-Podofilia. Excitación por tocar, besar o ver los pies. Es un fetichismo común en los varones.