Así vive un médico residente la pandemia del COVID-19 en un hospital mexicano
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Los médicos son los primeros en la línea de la batalla contra la pandemia del nuevo coronavirus, en vez de ser reconocidos por su labor de salvar vidas, en muchas ocasiones son víctimas de agresiones en México. Ellos dejan sus casas para hacer todo lo médicamente posible para que un enfermo de COVID-19 regrese sano y a salvo a su hogar con sus familiares.
El débil sistema público de salud mexicano se prepara para lo más duro de la pandemia del coronavirus después de entrar esta semana en la fase masiva de contagios. En este escenario, un médico residente abre a Efe las puertas del hospital capitalino 1º de Octubre, "ya saturado aunque no colapsado".
"Se percibe ya que estamos en la fase 3" de la pandemia", confirma a Efe Erick, que prefiere usar un nombre ficticio para proteger su anonimato, aunque asegura que por el momento "la situación está bastante controlada".
TERAPIA INTENSIVA LLENA
"La terapia intensiva tiene siete camas y las siete están ocupadas por pacientes con neumonía por COVID. Y algún que otro paciente está en el cuarto, quinto y sexto piso, que son ahora los pisos COVID", relata, aclarando que por la contingencia algún enfermo con ventilador está en planta.
Erick, dado su especialidad médica, no atiende todavía directamente pacientes con coronavirus, aunque como todo el personal de este hospital reconvertido para tratar la enfermedad auxilia a los especialistas en terapia intensiva y a los internistas.
"Te llaman de terapia intensiva, pasas un control con tu cubrebocas y tu careta, sale el médico y te entrega un recipiente con la toma de muestras. Son muestras de sangre contaminadas con el virus, así que las llevas al laboratorio en una unidad especial", detalla el doctor sobre los protocolos marcados.
MEDIDAS DE PROTECCIÓN
Según el último reporte de las autoridades, en México hay 11,633 casos confirmados y 1,069 fallecidos con COVID-19, y se esperan entre 6,000 y 8,000 muertos por la enfermedad, como confirmó a Efe el epidemiólogo encargado de gestionar la crisis, Hugo López-Gatell.
México enfrenta un problema de escasez de camas -según el Banco Mundial, se coloca al mismo nivel de Ecuador, con 1.5 camas por cada 1,000 personas- y apareció otro mal: en el país se han infectado 2,000 sanitarios de los 25,000 contagiados en todo el mundo.
Erick confirma que también hay personal infectado en el Hospital 1º de Octubre e incluso al menos tres compañeros "hospitalizados y estables".
Aunque lo achaca más al descontrol en las primeras fases y a posibles contagios externos que a la falta de equipos de protección, ya que ahora dan "dos cubrebocas por turno".
El propio López-Gatell reconoció que hubo "un momento de carencia relativa de insumos de protección oficial", aunque también dio por solucionado ese asunto.
MIEDO EN LOS PACIENTES
El médico residente explica que la afluencia de enfermos con "otro tipo de padecimientos ha descendido mucho" por la recomendación de permanecer en casa, y explica que incluso "hay miedo" a acudir al hospital.
"Esta mañana pasé consulta. Tenía citados cuatro pacientes y vinieron dos nada más. Uno era muy importante que fuera, porque tiene ya 70 años, y no fue. Le llamé y su hijo me dijo: 'Doctor, es que tenía miedo, la verdad'", revela.
De todos modos, el sanitario aclara que "la situación está muy controlada en cuanto a las rutas" de urgencias, con un triaje en la entrada del hospital y caminos bien definidos para cada tipo de enfermo.
DIFICULTADES EN LA VIDA PRIVADA
Erick, que por seguridad prefiere no revelar su nombre real, asegura que él no se ha visto envuelto en las agresiones que denuncian los sanitarios en las últimas semanas, aunque ya no sale "fuera del hospital con uniforme" por precaución, ya que le preocupa sufrir alguna.
Esa es solo una de las medidas que ha tomado en su vida privada, en la que para evitar contagiar a otros ha decidido "usar lo menos posible el transporte público" y aislarse en casa con su pareja, también médico.
"Tenemos en la entrada un bote de ropa para la que usamos en el hospital. Uno llega, deja ahí su ropa y nos lavamos las manos. Los tenis (zapatillas) que usamos en el hospital se quedan fuera del departamento, y todo en bolsas de plástico por separado", precisa.
"La intención es estar aislados ella y yo el tiempo que dure nuestra labor por no contagiar a los demás", concluye con serenidad este doctor residente de 28 años.