Borges no recibió el Premio Nobel por “una cuestión política: Kodama

Vida
/ 14 junio 2016

La distancia entre el autor de "El Aleph" y el de "Rayuela" se produjo "a raíz de la política, porque Cortázar estaba en la posición contraria a la de Borges.

A 30 años de la muerte de Jorge Luis Borges, su viuda María Kodama se muestra convencida de que el escritor argentino de mayor proyección universal no ganó el Premio Nobel de Literatura por razones políticas.

En diálogo con dpa, rememora por otra parte un reencuentro del autor de "El Aleph" con Julio Cortázar en el Museo del Prado de Madrid.

Sobre la cuestionada decisión de la Academia Sueca de no concederle el galardón a Borges, una de las figuras más prominentes de las letras del siglo XX, asegura: "Todo el mundo sabe que es una cuestión política, evidentemente".

La esposa de Borges y heredera de su legado cuenta que el escritor recibió una llamada desde Suecia antes de ir a aceptar un doctorado de una universidad chilena durante el régimen del dictador Augusto Pinochet, en la que posiblemente se le habría insinuado que reviera esa decisión.

Kodama brinda su testimonio en detalle sobre esa comunicación telefónica: "Era un periodista, creo. (Borges) Me dice 'no nos hagamos ilusiones' y va hasta el teléfono. Cuando él hablaba por teléfono yo me iba, porque era su intimidad. Entonces me agarra del brazo para que no me vaya".

"Le dijo 'mire, yo le agradezco muchísimo su preocupación, pero hay dos cosas que un hombre no puede permitir: sobornar o dejarse sobornar. Muchas gracias por llamarme, buenas tardes' y colgó", refiere la escritora y traductora, que conoció a Borges cuando era una joven estudiante.

"La gente es muy perversa, porque cuando un hombre como él recibe un doctorado, el presidente del país es protocolo que vaya. Cuando fue en Francia, estaba Mitterrand, cuando fue en Inglaterra, el marido de la reina bajó en un helicóptero en los jardines de la universidad para un almuerzo que daban en honor de Borges. Pero la gente es muy muy perversa, y entonces empezaba 'que Pinochet, que esto, que lo otro'", explica. "Él no fue invitado por Pinochet, sino que fue invitado por la Universidad Católica", subraya.

Kodama relata el diálogo que mantuvieron tras la llamada. "Le pregunté '¿no quiere pensarlo? Puede decir que está mal, que está enfermo, lo que quiera'. Y me dijo '¿usted haría eso?' 'Usted sabe que no'. '¿Y por qué quiere que yo lo haga?' 'No, yo no quiero que lo haga, yo le pregunto'".

Entonces Borges la abrazó, le pidió que olvidaran el tema y siguieran con la traducción que estaban haciendo. "Se terminó, nunca más se mencionó el tema. Además él sabía que lo había acabado él mismo. Al decir eso, ya lo sabía", señala.

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La presidenta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges destaca que, junto con su literatura, lo que más admira del autor que quedó ciego en la década del '50 es justamente esa virtud "de no dejarse manejar, de ser libre". "Eso me fascina en una persona, la libertad".

Kodama describe asimismo con emoción el momento del encuentro entre los dos gigantes de las letras argentinas, Borges y Cortázar, delante del "Perro semihundido" de Goya en el Museo del Prado.

"Soy miope, de lejos no veo, pero era imposible no ver una figura de dos metros de alto que avanzaba", apunta en referencia al espigado escritor que vivía en París.

"A mí me gusta mucho la obra de Cortázar. Entonces le digo emocionada, 'ay, Borges, ahí viene Cortázar'. Él me responde 'y usted querrá saludarlo' y yo, 'como usted quiera'. Antes de que terminara de decir 'como usted quiera', Cortázar estaba abrazándolo y diciéndole 'maestro, usted publicó mi primer cuento', que era 'Casa Tomada', 'yo lo admiro'. Y entonces él ahí cambió, por supuesto".

La distancia entre el autor de "El Aleph" y el de "Rayuela" se produjo "a raíz de la política, porque Cortázar estaba en la posición contraria a la de Borges", considera. Por lo tanto, "ese encuentro fue maravilloso, ver a los dos escritores cuyos cuentos para mí son maravillosos, delante del 'Perro semihundido' de Goya... me quedó como un 'slide' o, como dicen ahora, una 'selfie' para toda mi vida", apunta Kodama. "Un momento único, magnífico".

A la pregunta de cuál es actualmente la mejor manera de cuidar el legado borgeano, la viuda -que impulsó varias causas judiciales con ese fin- manifiesta: "Tratando de que no lo arruinen, tratando de que sea respetado. Es una tarea muy complicada".

Kodama cree que el autor de "Ficciones" -que no inscribió su nombre entre los ganadores del Nobel, pero sí se adjudicó el Premio Cervantes y el Formentor, entre otros- pudo sentir el reconocimiento que merecía antes de morir el 14 de junio de 1986.

"Justamente antes de ir a Ginebra, de partir, él sabía que partía, tuvo una gira impresionante de homenaje en Italia", indica. "Realmente fue maravilloso, incluso él pudo ver una retrospectiva de (Johann Heinrich) Füssli", el pintor de "La pesadilla", cuadro al que admiró.

Kodama recuerda a su marido como un hombre conversador. "Por ejemplo los que lo adoraban eran los conductores de taxi. Él andaba siempre de un lado para el otro en taxi. Entonces abría la billetera y decía 'sírvase'. 'No, maestro', le decían. Nadie le cobraba".

También evoca que a Borges le gustaba mucho andar por las calles de Buenos Aires, la ciudad en la que nació en 1899 y que habitó su literatura. "Caminábamos por Florida, por San Telmo, la parte de la biblioteca antigua de (la calle) México, y a veces por el zoológico para ver a los tigres, que él amaba y yo también".

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