Colegio Cervantes de Torreón: Reconstruyen en libro la tragedia que cimbró al país
Para Garza, escribir “Nueve disparos” fue una experiencia intensa que lleva a la reflexión Mañana se cumple un año del tiroteo en el un niño de 11 años que cursaba el nivel primaria, entró al colegio Cervantes de Torreón, donde estudiaba, y disparó contra sus profesores y compañeros. Mató a una maestra y después se quitó la vida.
El 10 de enero de 2020, un niño de 11 años que cursaba el nivel primaria, entró al colegio Cervantes de Torreón, donde estudiaba, y disparó contra sus profesores y compañeros. Mató a una maestra y después se quitó la vida.
Javier Garza Ramos, como muchos otros periodistas, vivía el proceso de reporteo de ese episodio, sin embargo posteriormente empezó a trabajar un libro en el que, además de reconstruir los hechos del tiroteo, era necesario contar la historia con mayor profundidad, lo que lo llevó a encontrarse con detalles que se desconocían.
La obra, que lleva por nombre “Nueve disparos”, relata cómo el autor del tiroteo había intercambiado mensajes con un amigo sobre la denominada masacre de Columbine.
“Hablaban del tipo de armas que se habían usado y parecía que estaban fantaseando con hacer algo similar. Para el amigo era una fantasía. Pero habiendo estos mensajes, ningún adulto los vio. Si cualquier adulto, los abuelos o papás del otro niño, lo hubieran visto, les hubiera levantado una alarma”, relata Garza Ramos.
Otro aspecto que le sorprendió fueron los mensajes entre el abuelo y el papá del niño: “Ya valió madres. ¿Crees que se den cuenta que son mis armas?”, preguntó el abuelo y el padre de José Ángel le respondió que borrara los mensajes. Esa conversación, dice Garza Ramos, fue recuperada a través de una técnica forense que usaron para examinar el teléfono del abuelo. “Esa frialdad me sorprendió mucho”, platica.
LA INTRAHISTORIA DE LA TRAGEDIA DEL COLEGIO CERVANTES
El periodista lagunero Javier Garza Ramos había leído el libro Columbine de Dave Cullen, el reportaje más detallado sobre la masacre de la escuela secundaria de Columbine, Estados Unidos del 20 de abril de 1999 y entonces quedó impactado sobre la manera en que se podían hacer ese tipo de narrativas.
Dos décadas después, el 10 de enero de 2020, un niño de 11 años entró al colegio Cervantes de Torreón y disparó contra sus profesores y compañeros. Mató a una maestra y después se quitó la vida. Javier Garza Ramos, como muchos otros periodistas, vivía el proceso de reporteo de ese episodio.
“A mí la verdad no se me había ocurrido (escribir un libro). Lo que más te interesaba era sacar los datos del día”, recuerda el periodista en entrevista para VANGUARDIA.
Sin embargo, el periodista mexicano Salvador Camarena lo agregó a un grupo con Andrés Ramírez, director editorial de Random House México y plantearon la idea de que el suceso del colegio Cervantes había que contarlo con mayor profundidad. Ameritaba un libro.
“Aceptaron en Random House y empezamos a darle cuerpo, a ver qué temas iba a contener. Obviamente la reconstrucción del hecho; toda la historia familiar del niño, la historia de la víctima principal, de la maestra y toda la investigación posterior”, cuenta Garza Ramos.
En la investigación, Javier Garza se topó con varias cosas que no se habían dado a conocer. Un dato central fue el hecho que el niño José Ángel, autor del tiroteo, se había estado intercambiando mensajes con un amigo donde platicaban de Columbine con un nivel de detalle impresionante.
“Hablaban del tipo de armas que se habían usado y parecía que estaban fantaseando con hacer algo similar. Para el amigo era una fantasía. Pero habiendo estos mensajes, ningún adulto los vio. Si cualquier adulto, los abuelos o papás del otro niño, lo hubieran visto, les hubiera levantado una alarma”, relata.
Otro aspecto que le sorprendió fueron los mensajes entre el abuelo y el papá del niño: “Ya valió madres. ¿Crees que se den cuenta que son mis armas?”, preguntó el abuelo y el padre de José Ángel le respondió que borrara los mensajes. Esa conversación, dice Garza Ramos, fue recuperada a través de una técnica forense que usaron para examinar el teléfono del abuelo. “Esa frialdad me sorprendió mucho”, platica.
SE REQUIERE PROFUNDIZAR
Para el periodista lagunero, el episodio del colegio Cervantes representó un trauma no solo por el hecho violento en sí, sino también por el impacto, pues explica que ni siquiera después de haber experimentado la región tantos años violentos, balaceras y días con hasta tres homicidios diarios, “nos imaginábamos que algo así pudiera pasar”. Después llega algo inexplicable donde, comenta, queremos aventurar conclusiones y explicaciones que todas se quedan cortas. “Se dijo de todo.
Ninguno de los factores explicaba lo que había pasado”, recuerda.
En ese sentido, el autor considera que un aprendizaje que le dejó la realización del libro, es que tratar de explicar un hecho de tal magnitud toma mucho tiempo y trabajo.
“Todo lo que se reporteó de manera inmediata en horas y días después, es el primer borrador de la historia, pero que no te va a dar la imagen completa. Si quieres la imagen completa necesitas profundizar y tomar cada una de las explicaciones y empezar a desmontar cada una de esas explicaciones”, expone el periodista, quien fue director editorial de El Siglo de Torreón.
Pese a ello, Garza Ramos asegura que trató de no llegar a conclusiones porque no quería caer en la misma trampa. Sin embargo, refiere que un hecho de esta naturaleza obedece a que son muchos factores que se juntan.
“Tenemos la historia de abandono, de pérdidas familiares del niño, una historia de abandono emocional, viene de una familia quebrada. De enajenamiento con contenidos digitales no solo videojuegos, también fascinación por las armas. Pero no hay nada después de toda la investigación que diga por qué el niño decidió hacerlo así, en ese día y en esas circunstancias”, explica.
Sin embargo, para el escritor Julián Herbert hay una “paradoja estética en la prosa de Garza: a fuerza de mantenerse ecuánime, transmite una belleza trágica”.
Parecido describe el escritor y director de cine Guillermo Arriaga sobre el libro Nueve disparos:
“Javier Garza no sólo hace un recuento del horror desde una perspectiva periodística, sino, a y a mi parecer, éste es su mayor mérito, desde una dimensión profundamente humana”.
Y en temas humanos, a Javier Garza Ramos le queda la advertencia de un mundo en donde los niños cada vez tienen más acceso a contenidos digitales sin supervisión; un mundo digital donde, considera, se están moldeando mentes que no tienen la madurez para ver las cosas de forma objetiva.
APRENDIZAJES
Para Javier Garza, escribir “Nueve disparos” fue una experiencia intensa porque explicó que para contar estas historias, se necesita allegarse de toda la empatía para ser capaz de platicar con personas que se vieron afectadas.
En el camino se encontró con la dificultad de hacerse de fuentes. “Muchos me dijeron, ya no le muevas. Para qué le mueves. Personas que pensaban que lo había hecho por morbo”.
Cuando lo que quiso lograr, platica, es intentar tener todas las explicaciones y darle algún sentido: “Busco dejar una convicción de que es necesario hablar de estas cosas, entre más las hablemos apegados a los datos, apegados con los hechos; sin caer en rumores y sensacionalismos sino haciendo una reflexión seria, nos va permitir derivar todas las acciones”.
El libro “Nueve disparos”, publicado bajo el sello de Grijalbo, se encuentra por lo pronto en plataformas digitales como Amazon, Google book, Apple books, en la página de Grijalbo y en diferentes librerías.
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