Contratiempos y expectativas no cumplidas… los dos primeros meses de las vacunas anticovid en Coahuila

Coahuila
/ 27 febrero 2021

En la última semana de febrero alrededor de 5 mil personas que recibieron una primera dosis todavía tenían pendiente la segunda, a unos días de que terminara el intervalo de 42 días

De acuerdo con un reportaje de Mexicanos contra la corrupción, en Torreón Coahuila, el doctor Roberto Fernández recibió su primera dosis de la vacuna de Pfizer contra COVID-19, el 12 de enero. Sin embargo, la segunda inyección la recibió hasta el 26 de febrero. fuera del plazo máximo recomendado.

Fernández fue incluido en la lista de personas a vacunar en Coahuila cuando la inmunización se abrió a personal médico y de enfermería de otras áreas en los hospitales que atienden Covid-19, dos semanas después de que llegaron las primeras vacunas a Coahuila.

Añaden que el cálculo del gobierno federal, comunicado a la administración coahuilense para que apoyara en la logística, era que a finales de enero o principios de febrero habría suficientes dosis de Pfizer para completar la vacunación de más de 26 mil trabajadores sanitarios y entonces empezar la aplicación en la población general, iniciando con los adultos mayores.

Pero el gobierno federal no pudo cumplir en Coahuila esa primera etapa de la campaña de vacunación. De los 26 mil 325 trabajadores sanitarios que debieron completar hace semanas el esquema de dos dosis, 12 mil 475 no recibieron el refuerzo a los 21 días, como recomienda el protocolo de Pfizer; y casi la mitad de esos que rebasaron las tres semanas recomendadas duplicaron ese lapso sin recibir la segunda inyección.

En la última semana de febrero alrededor de 5 mil personas que recibieron una primera dosis todavía tenían pendiente la segunda, a unos días de que terminara el intervalo de 42 días, el máximo recomendado entre dosis de la vacuna de Pfizer. El doctor Fernández fue uno de ellos: sus 42 días sin refuerzo se cumplieron el 23 de febrero y recibió la inyección hasta el viernes 26. Mientras tanto, como decenas de colegas, sigue realizando cirugías en pacientes que no se han hecho pruebas de coronavirus.

En unas cuantas semanas, la ventaja que el calendario de la Secretaría de Salud federal le dio Coahuila para adelantar la inmunización de sus habitantes, al empezar antes que cualquier otro estado con sus trabajadores de la salud, se evaporó en los problemas para obtener y distribuir las vacunas y la irrupción de personas ajenas al sector salud en este proceso.

El personal sanitario del estado debió recibir las dos dosis para el 15 de febrero. A final del mes, el proceso todavía no terminaba.

Esta reconstrucción de los problemas de planeación y ejecución que tuvo el gobierno federal está basada en conversaciones con funcionarios públicos a nivel estatal y federal, así como trabajadores de la salud que fueron los primeros en recibir las dosis en Coahuila. Es una historia de anuncios –algunos optimistas, otros pesimistas, varias veces contradictorios– que rara vez cumplieron las expectativas. Es un retrato a nivel estatal de las inconsistencias de una campaña nacional de vacunación que no termina de arrancar.

Desde semanas atrás, prácticamente todos los gobernadores del país estaban cabildeando ante el gobierno federal que empezaran por sus estados, y la noticia llamó más la atención al ser el gobernador coahuilense, Miguel Ángel Riquelme, uno de los fundadores de la Alianza Federalista que desde hace 10 meses se enfrentó al gobierno federal por el manejo de la pandemia y los recortes al presupuesto.

La razón no tenía que ver con temas políticos, sino que era el dividendo inesperado de otro asunto: la estrategia para combatir la inseguridad adoptada desde el anterior gobierno estatal y reforzada por el actual, de apoyar al Ejército en la construcción de cuarteles por todo el estado.

En Coahuila, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) distribuyó un documento entre funcionarios de salud detallando las instalaciones militares en las cuatro ciudades más grandes (Saltillo, Torreón, Monclova y Piedras Negras) donde se iban a aplicar las vacunas y los equipos de médicos y enfermeras a cargo de hacerlo.

Se instruyó a cada hospital del estado que atienden a pacientes de Covid-19 entregar una lista de sus trabajadores de primera línea (médicos, camilleros y personal de enfermería e intendencia) y organizarlos en bloques de 20 personas para ser transportados de sus hospitales a la instalación militar de su zona. El gobierno del estado se encargó de apoyar con materiales necesarios para instalar los módulos de vacunación y, a través de la Universidad Autónoma de Coahuila, aportó los equipos de ultra-refrigeración para almacenar las dosis. Los municipios, por su parte, organizaron el transporte de los hospitales a cada instalación militar.

Según el plan de la Sedena, el 21 de diciembre llegarían 17 mil dosis, pero en otras oficinas del gobierno federal tenían otros datos. En la Secretaría de Salud, López Gatell dio el 22 de diciembre como la fecha de inicio de la vacunación con 125 mil dosis.

En la Secretaría de Relaciones Exteriores ni siquiera había fecha pues para esos días apenas esperaban que saliera el embarque. El 20 de diciembre por la tarde, la subsecretaria Martha Delgado subió a Twitter una foto del Canciller Marcelo Ebrard en su oficina afinando “los últimos detalles” del envío e importación.

Es decir, el día que el Ejército esperaba que las dosis estuvieran por llegar a Monterrey, la Cancillería sabía que ni siquiera despegaban de Bélgica.

Ese mismo día 20 por la noche, la Sedena envió un aviso a los reporteros de Monterrey y Saltillo que había invitado a cubrir la llegada de las vacunas: el evento se cancelaba hasta nuevo aviso.

Fue hasta el 23 de diciembre que la Cancillería anunció la llegada del primer embarque, pero Coahuila tendría que esperar. Eran sólo 3 mil dosis, que se aplicaron en la Ciudad de México a partir del día siguiente. Ebrard dijo que el siguiente paquete de vacunas llegaría el 29 de diciembre.

Esa fecha tampoco se cumplió, pero en este caso de manera afortunada porque resultó que el 26 de diciembre llegaron dos aviones con los lotes, uno a la Ciudad de México y otro a Monterrey para ser enviado por tierra a Coahuila. Pero a estas alturas el plan original de la Sedena ya estaba hecho trizas: la llegada prevista de 17 mil dosis el 21 de diciembre para iniciar ese mismo día quedó en 8 mil 775 dosis para iniciar el 28 de diciembre, dos días después de su arribo, sin ninguna explicación por la demora.

En la mañana del Día de los Inocentes, Érika Escobedo, enfermera del Hospital General de Saltillo, fue la primera persona de Coahuila en recibir la vacuna.

Los primeros en recibir la vacuna fueron personas que trabajan en atención directa a pacientes de Covid-19 en los hospitales del IMSS, ISSSTE, Sedena y el sistema estatal de salud de la llamada Red IRAG (Infección Respiratoria Aguda Grave). Para esta “primera línea” fueron las casi 8 mil 775 dosis que se aplicaron del 28 de diciembre al 6 de enero.

En un principio el flujo de vacunas fue continuo, pues el 5 de enero, antes de que se acabara la primera remesa, llegó una segunda, de nuevo con 8 mil 775 dosis para terminar la primera dosis a los trabajadores de primera línea.

Para el 13 de enero, 17,550 personas que trabajan directamente en “áreas Covid” ya habían recibido la primera inyección. Un día antes había llegado un nuevo embarque, de 4 mil 875 dosis y aunque era más pequeño, la Secretaría de Salud decidió usarlo para ampliar la vacunación a personas de otras áreas: cirugía, ginecología, consulta, hospitalización, laboratorios, que atienden de manera cotidiana a personas que podrían estar contagiadas sin saberlo.

Fue entonces que la aplicación de vacunas cambió en tres aspectos: El primero, dejó de hacerse en los cuarteles militares, para distribuirse directamente en 22 hospitales, de los sistemas federal y estatal, con atención de Covid-19. Ahí se vio un segundo cambio, pues los binomios de un médico y una enfermera para poner la inyección en cada hospital empezaron a ser acompañados por cuatro “servidores de la nación” que aparte recibieron su dosis pese a no ser trabajadores de la salud.

La ventaja de Coahuila era valiosa. El calendario original del gobierno federal contemplaba terminar la vacunación del personal sanitario a mediados de febrero para iniciar con la población general. Pero al empezar la aplicación de la fórmula de AstraZeneca en adultos mayores, en Coahuila todavía estaban pendientes más de 5 mil trabajadores de la salud que recibieron la primera dosis de Pfizer, aun cuando el estado fue el primero fuera de la Ciudad de México en recibirla.

Mientras tanto, la vacunación de adultos mayores ha empezado a cuentagotas. El 15 de febrero más de 20 mil 800 dosis de AstraZeneca pero en la primera semana sólo se habían inyectado 8 mil 500.

La breve historia de la vacunación contra Covid-19 en Coahuila ha sido una de altas expectativas fijadas desde el gobierno federal que no ha cumplido. La Secretaría de Salud planeó completar en seis semanas los esquemas de poco más de 26 mil trabajadores de la salud y ese objetivo está en suspenso.

Dos meses después de la llegada de la primera vacuna a Coahuila, el gobierno federal no había podido terminar de poner 52 mil vacunas al personal de salud (dos por persona), pero ya estaba empezando la vacunación de 350 mil adultos mayores, que planeaba completar también en un par de meses.

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