Dedica Aguilar Camín su más reciente libro a Rafael Pérez Gay
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El también historiador subrayó que en muchos sentidos precisos y simbólicos, “este libro es autoría de Pérez Gay.
Educado en el Colegio de México y ganador de la Beca Guggenheim en Humanidades, América Latina y Caribe, el novelista Héctor Aguilar Camín (Chetumal, 1946) presentó su libro “Toda la vida”, el cual, aseguró siempre estuvo dedicado a su colega y amigo Rafael Pérez Gay.
Luego de lamentar que el libro tenga varias erratas, aseguró que la más grande es totalmente invisible. “En mi cabeza, este libro estuvo siempre dedicado a Rafael Pérez Gay, tanto así que di por hecho que ahí estaba la dedicatoria pero no estaba”.
Prometió entonces que si hay una segunda edición del libro, ahí estará el texto omitido.
El también historiador subrayó que en muchos sentidos precisos y simbólicos, “este libro es autoría de Pérez Gay, en cuanto a la referencia que se hace en el texto de la ciudad que se evoca como trasfondo de nostalgia de un mundo desaparecido”.
Ese es, abundó, el escenario en el que los dos amantes protagonistas de la novela tuvieron sus amores. Ese mundo desaparecido, al ser descrito reiteradamente como ya perdido, lo que va buscando es introducir el elemento nostalgia por el amor perdido”, acotó Aguilar.
Dejó ver que en la reconstrucción de esa ciudad, su amigo Rafael Pérez Gay fungió como un interlocutor preciso, por un lado, y absolutamente sugerente y estimulante por el otro; el autor necesitaba que lo que iba contando tuviese precisión y tuviese verdad escénica.
Se refirió el autor a que cuando necesitó describir antros, restaurantes nocturnos, y otros lugares por donde la pareja iba dejando su trayecto erótico y amoroso, y la intensidad de su amor fatal, necesitaba que cada uno de esos lugares fuera descrito con total precisión.
Pérez Gay abonó fuerza de la historia inverosímil que cuenta el libro. “En la recuperación de esa ciudad, Rafael fue clave porque yo recordaba, pero con la vaguedad que a veces la memoria fija emocionalmente algunas imágenes que no siempre son las más importantes”.
El amigo del escritor lo llevó a visitar restaurantes de los años 80 y 90, “lugares a los que llegaban parejas sospechosas y obvias que estaban pasando por ese restaurante camino a otra parte, como jefes con sus secretarias”, o señoras casadas con el amigo del marido.
“Fueron lugares que nunca recorrí de joven pero que sí estaban bien adheridos a otras experiencias, como los restaurantes que estaban en torno al periódico Excélsior, o en el Centro Histórico. Reconstruimos antros como El Bar León y el Salón de los Artistas”.
Conoció por su amigo El Olimpo, “un sitio de encuentros sexuales de parejas, tríos, cuartetos, sextetos y mariachis; un lugar fantástico que por desgracia no conocí”. Al acotar alguien que está clausurado, Aguilar Camín sólo alcanzó a exclamar: “¡Se ha vuelto muy puritana esta ciudad!”.