El ocaso de una lideresa en Saltillo

La mirada de doña Cova se pierde como si añorara los buenos tiempos, esos en que toda la colonia se volcaba en su casa para solicitarle ayuda

Saltillo
/ 2 julio 2018
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Por: Jesús Peña 
Foto y video: Marco Medina 

 

 

Estaba sola.
Sentada en una de esas sillas antiguas de madera, al final de una mesa larga. 
La cabeza gacha y desaliñada, los brazos enjutos colgando sobre el regazo. 
Un vestido cremita raído, manchado de mugre. Su bastón a un lado.
En su rostro las huellas de los años. 
La puerta de la calle abierta.
Pasaban de las 6:00.
Hacía calor. 
Empujé la reja y entré. 
¿Doña Maclovia Ríos?
Sí, ¿qué pasó mijo? 
Nada, quería charlar con ella porque la gente del barrio, calle Geranio, de la colonia Valle de las Flores Popular, una de las colonias que Cova fundó, me habían contado de ella.
Que tenía una historia bonita: Una lideresa “honesta”, que  ayudaba a la gente. 
Si viera cómo tenía ella colas y colas de gente que venía pa’ que les consiguiera algo o los sacara de algún problema. 
Y ella los ayudaba, al que fuera, al que llegara. Traía bolsas de despensa, zapatos para los niños, de todo le traía aquí a la gente.
Y los niños “doña Maclovia, ¿a mí no me va a dar zapatos?”.
Ándele véngase, véngase.
¿Y ora dónde están todos Doña Cova?, le pregunté. “Mírese en ese espejo, mijo, ahora ya nadie me visita porque ya no tengo nada”, dijo.  
La tarde que la encontré en la cocina de su casa, no había nadie,  ni un alma.  
Eran más de las 6:00.
El calor pegajoso.
Y era  la hora que doña Cova todavía no comía. Se había comprado una Coca-Cola para engañar al hambre. 
Ya no tardaban su hija, su nieta, con la comida, dijo. “Bribonas”, ya se habían tardado.
Dijeron que vendrían también a bañarla. 
Porque Cova ya tienen miedo, la otra vez se cayó en el baño, ya se andaba matando… 
Está resbaloso. 
Pero…
Que crees que no han venido “las bribonas”. 
Cova parió cuatro hijos.
Tienen sus carretitas, están estudiados todos. Fíjese que uno es médico cirujano, la otra enfermera, tiene uno que ahorita es el comandante de la policía, nomás que no sabe de qué policía, pero es el jefe, el más chico.  
No, pos sus hijos están al pendiente, dice Cova.
¿Nietos? 
Muchos.

 

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Algunos la visitan, otros no, vienen de vez en cuando. 
Tienen que trabajar, mijo.
Y andaba Cova con la presión. 
Esta mugrosa presión mijo, si antes me encontraste sentada.
Cova fue la primera que llegó a vivir aquí. 
Cuando aquí no había nada.
Nomás la pura casa de Cova.
Aquí estaba solita, así, como me ve, con un montón de piedra ái que juntaba.
Todos los días se ponía a juntar piedras.
Diría la gente ‘esta vieja pa qué quiere tantas piedras’. 
Ya luego llegó más gente y más gente.
El barrio era un barrio pobre, mijo, había necesidad.
Y las familias, Cova no sabe por qué, ni cómo, empezaron a arrimarse con ella.
Tenía 18 años cuando se metió a  lideresa.
¿Priista doña Cova?
Siempre he sido fiel al Pri. 
¿O líder? 
El hambre, la necesidad de todo, mijo. 
Cova consiguió terrenos a los sin techo y muchas cosas.
Mucha gente no tenía terreno ni  nada tenía.
Y toda esa colonia ella la ganó por derecho.
Un señor le dejó los terrenos pa que los vendiera. Y la gente “doña Maclovia que yo no tengo…”.
Y Maclovia, “ah no, usté no me ande llorando, vamos a echarle ganas…”.  
Colas y colas de gente, mijo. 
Y, ¿dónde están?
Todavía vienen con ella “doña Maclovia, esto doña Maclovia lo otro…”.
Pero como otras que les sacaban dinero, no, Dios sabe que no. 

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La gente puede decir si ella les quitó dinero o las desfalcó, que hablen…
Nuca tomó lo que no era de ella. 
Prefiere estar así, pero que nadie le diga nada. Todo lo que tiene aquí, un alfiler, le ha costado.
Y mira mi casa cómo está. 
Pero ella grosera no es. 
Y que le diga una persona si la defraudó. 
¿Las que desfalcaron?
Esas no eran lideresas, eran sinvergüenzas, de veras… Qué favor hicieron aquí o allá, nada más gritaban y Cova no veía ningún provecho en eso.  
“Hija nada más te pido que adonde vayas, pórtate bien”, recuerda Cova que le decía su madre.  
Gracias a Dios y a sus padres, que le enseñaron a ser honrada.
¿De vivir?
Lo que pasa es que Cova le hace la lucha a juntar y vender el cartón que le traen los muchachos de las tiendas y con eso se sostiene.
Ella tiene su diablito y se va así… 
Junta el cartón, lo amarra y se va…  
Cova ha sido feliz en esta colonia.
Si vieras qué feliz ha sido en esta colonia. 
A pesar de que esta colonia está muy olvidada. Y Cova está pesando que va a ir a darles una visitadita a los grandes, allá.  
¿Su edad?
Cova Nació en el 39.
¿78 – 79 años doña Cova?
No, son más, son más. 
Sus nietos son los que le sacan las cuentas.
Estoy con Cova en su casa. 

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Y la casa de Cova, no se parece a las casas de las lideresas priistas adineradas.
Y a mucho orgullo mijo.  
Apenas un cuarto con una mesa, varias sillas desvencijadas, una cama baja, la cama de Cova, un televisor viejo, varias lunas sucias, un teléfono que no funciona, un cuadro de San Judas Tadeo y algunos recuerdos clavados en las paredes. 
Mire ái estoy con la esposa de Isidro López.
No, y tiene más fotos, recortes de periódico, diplomas.
Cajas y cajas mijo.
Pa que vieras que todo es verídico.
Yo no he trabajado nomás al ái se va. 
¿Políticos?
A todos los conoce, a todos. 
¿Vienen aquí?
Aquí, con Cova, se acerca hasta el más chicos de los políticos. 
Es conveniencia. 
Y Cova no es tonta. 
Yo no soy tonta mijo.
A sacarle la sopa.
A eso vienen.
La sopa. 
Así se dice. 
Nomás dame unos días, mijo, un tiempito pa buscar mis archivos.
Ella tiene su archivo. 
Pero esta mugrosa presión que no la deja. 
Y luego esos dolores en sus piernas… pero así anda. 
No había comido, mijo.
¿No? 
Ya mero no la encontraba. 
Ahorita Cova iba a ir acá abajo, porque le dijeron unas señoras que estaban vendiendo una gorditas muy ricas.
Y Cova dijo voy porque voy, a ver qué veo. 
Ya mero y no me encuentras, mijo. 
Que ya me iba, mejor, le dije a Cova… 
No, mijo por mí puedes quedarte todo el día si quieres, el hambre puede esperar.
¿El hambre?
El hambre mijo… la muerte no…  

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