Emilio Carballido es pilar del teatro mexicano contemporáneo

Vida
/ 22 mayo 2017

Carballido inició formalmente su carrera literaria en 1946 con la publicación de “Los mundos de Alberto”, a la que siguieron “Triángulo sutil” y “La triple porfía”.

Considerado el más destacado y traducido dramaturgo mexicano, Emilio Carballido es, sin duda, uno de los pilares del teatro mexicano contemporáneo, a quien se le recuerda por obras como "Rosa de dos aromas" o "Escrito en el cuerpo de la noche". Carballido será recordado hoy, al cumplirse 92 años de su nacimiento.

De acuerdo con sus biógrafos, nació en Córdoba, Veracruz, y su gusto por las letras surgió desde su hogar; fue un niño muy imaginativo, precoz y voraz lector, sus familiares se dedicaban a hacer versos y escritos.

El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) precisó que estudió Letras Inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras, continúo con la maestría en la misma área y universidad, y luego realizó estudios alternos gracias a una beca en el Instituto Rockefeller, lo cual contribuyó a que su talento se volviera inigualable.

Carballido inició formalmente su carrera literaria en 1946 con la publicación de “Los mundos de Alberto”, a la que siguieron “Triángulo sutil” y “La triple porfía”.

Datos del portal “buscabiografias.com” señalan que la década de 1950 fue muy importante en la trayectoria del escritor, pues incursionó en el teatro con su obra “Rosalba y los llaveros”, bajo la dirección de Salvador Novo (1904-1974), la cual se estrenó en el Palacio de Bellas Artes.

A mediados de la década recibió la beca del Centro Mexicano de Escritores que le permitió seguir con su fructífera carrera literaria.

Carballido formó parte la generación de medio siglo que impulsó el teatro moderno en México, junto a personajes como Héctor Mendoza (1932-2010), Rosario Castellanos (1925-1974) y Sergio Galindo (1926-1993), agrega por su parte la Secretaria de Cultura federal.

Como cuentista dejó como legado obras como “La desterrada” (1956), “La plaza después del combate” (1956), “La caja vacía (1962)”, “La adoración de los magos” (1968) y “Los novios” (1970).

Enseñar también lo atrajo, así que dio clases y talleres en varias universidades de Estados Unidos, así como instituciones de Hispanoamérica.

Fue subdirector de la Escuela de Teatro de la Universidad Veracruzana, así como director y profesor de la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

La convicción de Carballido por el teatro lo llevó a escribir y tener grandes éxitos, entre los que se encuentran “Un pequeño día de ira” (1961), “¡Silencio pollos pelones, ya les van a echar su maíz!” (1963), “Te juro Juana que tengo ganas” (1965).

“Yo también hablo de la rosa” (1965), “Acapulco los lunes” (1969), “Las cartas de Mozart” (1974) y “Rosa de dos aromas”, ésta última pieza lo puso en el panorama universal al abordar la complejidad de ser mujer, estar en cartelera seis años consecutivos y luego otros cuatro años, además de ser traducida y montada en diversos países.

Algunas de sus obras fueron adaptadas el séptimo arte, entre ellas, “Felicidad” (1956), “Las visitaciones del diablo” (1967), “La danza que sueña la tortuga” (1975), “El Censo” (1977), “Orinoco” (1984) y “Rosa de dos aromas” (1989).

Su labor por impulsar nuevos talentos en el teatro lo llevó a dar el taller de Composición Dramática en el Instituto Politécnico Nacional, en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Colegio de Bachilleres.

La trayectoria del veracruzano fue reconocida con el Premio de Teatro Casa de las Américas en 1962, Medalla Bellas Artes 1995, Premio Nacional de Ciencias y Artes 1996, y Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón, 2002.

Sus obras se distinguieron por plasmar ideas que invitaban a la reflexión, a la comicidad, y a la estimulación de la creatividad. Emilio Carballido murió a causa de un infarto miocardio el 11 de febrero del 2008.

A la fecha, su obra ha sido objeto de estudio a cargo de la periodista Alegría Martínez, quien realizó hace unos años una compilación sobre protagonistas de arte escénico, incluido Carballido, a quien, consideró, "tirador certero de la idiosincrasia nacional”.

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