En manos del FBI
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El director del FBI, James Comey, ha logrado la hazaña de ser a la vez héroe y villano favorito de los dos partidos políticos de Estados Unidos. Al inicio de las investigaciones sobre el uso indebido de correos electrónicos por parte de la señora Clinton, los demócratas lo elogiaron por exonerarla. En ese momento, Donald Trump enfureció y dijo que la elección estaba amañada y que este era un caso más grave que el mismo Watergate. Al paso de unas cuantas semanas los papeles se han invertido de manera radical. Ahora es Trump quien elogia la imparcialidad y el profesionalismo del director del FBI, mientras que el campo de Hillary Clinton lo sataniza y lo critica por interferir en el ánimo de los electores.
Lo cierto es que la decisión del FBI de informar al Congreso que continúa con sus investigaciones sobre la señora Clinton y que cuenta con nuevas evidencias, sí afecta el ambiente electoral. Es prematuro afirmarlo, pero este asunto pudiera derribar las aspiraciones presidenciales de Hillary, sea porque los votantes pierden la confianza o en ella o porque las faltas que se encuentren sean tan graves que quede inhabilitada para ocupar un puesto público y, por supuesto, la Casa Blanca.
La gran incógnita del momento son las motivaciones que tuvo el director del FBI para soltar esta bomba atómica a escasos días de los comicios. Como es sabido, notificó al Congreso a pesar de las presiones que ejerció el Departamento de Justicia para evitarlo. ¿Qué ocurrió entonces?
Creo que no se necesita haber leído muchas novelas policiacas para sospechar que las investigaciones del FBI apuntan a que las faltas cometidas por la señora Clinton son bastante más graves de lo que anunció hace dos meses. Lo más probable es que Comey ha encontrado elementos que constituyen un delito y, antes de que sea elegida como Presidenta de Estados Unidos, toma la difícil decisión de anunciarlo públicamente.
Comey debe tener suficientes evidencias para saber que, ahora mismo o cuando ya ocupe la Casa Blanca, este asunto va a perseguir a la señora Clinton en el futuro. Nixon ganó las elecciones en 1972 cuando ya se había abierto el famoso caso Watergate. Ocupó la Oficina Oval durante dos años aciagos y al final, la acción de la justicia lo orilló a renunciar, luego de que lo hiciera también su vicepresidente, Spyro Agnew.
Este es un escenario real que debe estar vislumbrando el director del FBI. Solamente así se explica que haya informado sobre nuevas investigaciones. Comey cuenta con elementos que le hacen suponer que la señora Clinton podrá ganar en las urnas, pero que en poco tiempo deberá abandonar la Presidencia, cuando se le presenten los cargos que estudia el FBI. Su decisión debe estar impulsada por el ánimo de evitarle a Estados Unidos la penosa situación de ver a su Presidenta retirarse del cargo a mitad de camino. En caso de confirmarse esta versión, Donald Trump tendría el camino libre hacia la Casa Blanca. Esto es, ni más ni menos, lo que está en juego. El futuro de esta elección está en manos del FBI.