¿Hacia la desglobalización?
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No sería la primera vez en la historia que hay procesos regresivos que se pensaban sin retorno. Algunos han repetido –sin pensarlo a fondo–, que la globalización es como una ley natural, como la gravedad. Pero los signos recientes (Brexit, Trump y lo que se acumule en los próximos días y meses) nos hablan de que sí es factible regresar y la mirada histórica enseña que hay ida y vuelta. Charles Tilly demostró que en la democratización hay largos periodos de desdemocratización. La globalización no tiene por qué ser una excepción.
Hace unos días el historiador Pierpaolo Barbieri escribió un texto sobre los “peligros de la desglobalización” (El País, 8 diciembre 2016), en donde apuntó tres tesis interesantes para los tiempos actuales: que para los historiadores el recurso de hacer paralelismos entre épocas distintas es prácticamente un riesgo laboral; como hoy se hace entre los años 30 del siglo XX en Alemania y Estados Unidos de la era Trump. Que eso de que la historia se repite es falso, puede haber rasgos similares, pero no repetición; y que los sistemas se pueden destruir, como sucede con todas amenazas que lanza Trump, pero que los costos son muy altos, como ha sucedido en otras épocas. Hoy en día podemos preguntarnos por los riesgos de una desglobalización.
En México todos los días nos enteramos de acontecimientos que preparan la época Trump, (como el gabinete de racistas, islamófobos, privatizadores de lo público, proteccionistas, empresarios reaccionarios y halcones de la guerra). Sin embargo, aquí no hay un plan para enfrentar los cambios que se avecinan. El gobierno de Peña Nieto no ha informado de una agenda estratégica y, hasta la fecha, sólo ha dicho generalizaciones. Pero los reacomodos ya empezaron, como la salida de Agustín Carstens del Banco de México. No sería equivocado pensar que el fenómeno Trump aceleró esa salida. De Peña Nieto no esperábamos una actitud contundente, pero sorprende tanto apaciguamiento, porque todo indica que seguiremos como en piloto automático; quizá sólo habrá algunas medidas reactivas. Dice Lorenzo Meyer que frente a Estados Unidos se puede actuar como Santa Anna o como Cárdenas (Reforma, 8 diciembre 2016) y todo indica que hoy estamos mucho más cerca del modelo santanista, que del cardenismo.
Resulta difícil saber qué hará Trump en concreto con todas sus amenazas a partir del próximo 20 de enero, pero lo que sí sabemos es que la ruta general ya está trazada. Es un error del gobierno considerar que el candidato no será igual al presidente, quizá será peor. Algunas de las noticias de estos últimos días expresan que en ambos lados de la cancha se juega ya una lucha intensa para legitimarse. Del lado de Trump está el caso de la empresa Carrier, que presumió como una victoria para impedir la salida de empleos. Pero nos enteramos que sólo una parte fue real y que la noticia fue más para la propaganda, porque los flujos de inversión siguen. Después vino el caso de Walmart, que anunció la inversión de 1,300 millones de dólares en México, lo cual fue manejado como un “desafío” a la política trumpista (El Universal, 8 diciembre 2016).
Los mejores ejemplos de resistencia hacia el trumpismo, así como los primeros anuncios de lo que es ya una intensa batalla entre liberales y conservadores, vienen de Estados Unidos. Hay actitudes esperanzadoras como los anuncios de alcaldes que han decretado a sus ciudades como santuarios de protección a los inmigrantes, por ejemplo en Los Ángeles, Chicago y Nueva York, en donde ya existe una agenda completa contra el racismo y la xenofobia. El pasado 21 de noviembre, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, dijo que usarían todos sus recursos para impedir que el Gobierno Federal impusiera sus políticas y ejemplificó cómo protegería a inmigrantes y mujeres; afirmó que no habría persecución racista en los barrios y que ante los ataques por racismo, procesaría a los atacantes. En México por ninguna parte se ve esa claridad y contundencia.
En lugar de destruir la globalización puede haber un mejor escenario: reformular el proyecto. ¿Será posible gestionar otra globalización? Vienen tiempos oscuros, la desglobalización ya empezó. Seguiremos…
@AzizNassif