La desinformación o sobre cómo Canadá legalizó la zoofilia

Politicón
/ 1 noviembre 2016
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Es increíble cómo, a mayor cantidad de contenidos, menor el número de personas informadas.

Debe haber una gráfica, un modelo estadístico, una campana de Gauss que ilustre lo anterior pero, en tanto obtenemos la fórmula correspondiente al mismo tiempo que tratamos de decidir qué pedirle a la seño de la gorditas, tenemos que admitir que no obstante la revolución informática ha puesto a disposición del mortal promedio más datos de los que generó el ser humano en toda su historia previa, esto no ha significado que tengamos un mayor conocimiento de la realidad y tomemos por consiguiente mejores decisiones. Todo lo contrario, pareciera incluso que la ignorancia prospera mejor hoy que en las etapas más oscurantistas.

Al menos, nos rige la misma falta de criterio, de inteligencia y de capacidad de discernimiento que en otras épocas por lo que, insisto, no importa si tenemos un flujo de conocimientos más portentoso que la Biblioteca de Alejandría multiplicado por mil millones, nuestro juicio a la hora de discriminar sigue más que pobre, paupérrimo, por no mencionar la capacidad analítica.

Súmele a todo lo anterior las auténticas ganas de desinformar de incontables fuentes que, por perversos motivos, obran de mala fe. La consecuencia lógica es que el mundo será muy aldea global pero la convivencia no es más que una Babel.

Pero vamos mejor a los ejemplos prácticos: circuló y circula aún por estos días en esa bendita tierra de nadie llamada las redes sociales  una “noticia” cuyo encabezado afirma que Canadá legalizó la zoofilia.

Por favor, no escupa el café. Ya sé, ya sé que no son temas para hablarse con la misma naturalidad con que se discuten las reformas energéticas, pero es lo escandaloso precisamente el meollo del asunto.

La “nota” (comillas obligatorias) fue compartida más veces de lo que resulta cómodo por una cantidad impensable de cibernautas, a menudo con comentarios ominosos sobre la decadencia evidente y colapso definitivo de la humanidad, fundados en el “razonamiento” de que era la consecuencia lógica en un mundo que insiste en otorgar el pleno reconocimiento a los derechos de todas las personas.

Sin embargo, no había que ser un experto para darse cuenta de que los portales y agencias que reportaban este supuesto hecho eran tan serios y fiables como “YUPI!”, “NuyorTáims” o “El Paisano”.

La más incipiente búsqueda seria arrojaba en cambio una versión más plausible: sucede que un individuo en la Columbia Británica, acusado de un montón de actos indecentes, entre ellos algunos cometidos con animales, libró el cargo de zoofilia porque al parecer “no consumó” el acto con ninguno de los pobres animalitos involucrados, sólo digamos que los acarició de más.

Pero de ello a “¡LEGALIZA CANADÁ LA ZOOFILIA Y LA BESTIALIDAD!”, existe una diferencia como la que media entre nuestra actual condición y el desarrollo.

Pasa que hay sitios de Internet que se aprovechan de nuestro asombro facilón, análisis al vapor y pereza para corroborar lo que leemos. Y con la ayuda de unos titulares de escándalo consiguen un importante número de visitas y difusión. Vale madres el daño que pueda ocasionar la desinformación maliciosa, todo sea por unos cuantos likes, que cuando son varios miles llegan a ser redituables.

Pero no siempre es un pulgar arriba lo que se busca…

Como sabemos, el contador del híper violento cártel criminal que asoló al noreste de México, el señor “El Mono” Muñoz, está detenido y es testigo clave en importantes investigaciones tanto del gobierno de España como de los Estados Unidos. Esto constituye un hecho duro.

En sus declaraciones salieron a relucir los nombres de diversos personajes del “moreirato”, es decir, políticos y gente de la pasada y la presente administración.

Una semana después se implicó también a algunos destacados panistas comarcanos. Desde diferentes medios se estableció un vínculo entre “El Mono” Muñoz, algunos militantes del PAN y demás opositores al régimen.

Yo no tendría empacho en que la justicia se dejara caer con todo contra cualquier delincuente del partido que fuese, pero es necesario precisar algo:
Mientras que los nexos entre “El Mono” y el actual Gobierno coahuilense los dio a conocer el diario más importante del mundo en español, El País (no sé usted, pero alguna certidumbre me da), los medios que involucran a la oposición coahuilense son agencias noticiosas más patito que las empresas a las que le factura el Gobierno Estatal, lo que ya es mucho decir.

Son portales noticiosos prácticamente nuevos, no firman sus notas, no hay un directorio, tienen un número irreal de “lectores” y en cambio poquísima interacción.

Ya le digo, no hay que ser Sherlock para verificarlo, pero parece que nadie quiere hacer esa chamba. Así, la mente perversa que fragua la confusión se sale con la suya y ahora tanto el partido en el poder como la oposición están, en la noción del cibernauta acrítico, igualmente embarrados de la inmundicia del asunto más escabroso que haya sacudido a nuestra entidad.

¿Para beneficio de quién?
Bueno, nuevamente, no hay que ser especialmente sagaz (o ya me voy creyendo que sí) para identificar qué partido se puede dar el lujo de perder la siguiente elección estatal (como lo ha hecho durante toda la historia) sin mayores consecuencias, y cuál tricolor divisa no puede permitirse que le arrebaten el control de los tres poderes que actualmente detenta porque le significaría el acabose.

Por lo que más quiera piense, analice, cuestione las fuentes, coteje datos, discútalo en equipos de cinco. Hágalo porque de allí dependen más cosas de las que usted cree: su vida, su patrimonio, su futuro y el mío también.

Hay sitios de Internet que se aprovechan de nuestro asombro facilón, análisis al vapor y pereza para corroborar lo que leemos

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