La Joya, el ejido de Saltillo que quedó rodeado de fábricas

Habitantes dejan pastoreo de chivas para ensamblar puertas de camionetas

Saltillo
/ 4 noviembre 2018
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Texto y Fotos: CHRISTIAN MARTÍNEZ

La precarización del campo en Coahuila generó que el ejido La Joya poco a poco se quedara sin campesinos para trabajar la tierra y cuidar de los animales. Tanto así, que el pueblo es objeto de investigadores que tratan de describir el fenómeno la “descampenización” en el campo latinoamericano.

Los terrenos de La Joya, con apenas 145 habitantes, fueron de los pocos que no se lograron vender con el boom industrial que invadió a Derramadero, hace 25 años aproximadamente.

No se pudieron vender, ya que a diferencia de otras tierras, éstas no quedan cerca de la carretera a Zacatecas que conecta con Derramadero.

Ahora, las nuevas generaciones se mudan a Saltillo para trabajar en las fábricas, o si deciden quedarse, algunos deben de caminar una hora un camino sin pavimentar para alcanzar el trasporte de personal, si no tienen camioneta.

Seis kilómetros de distancia entre el pueblo y la nueva zona industrial bastaron para que los agostaderos de este ejido no representaran algún beneficio para las empresas extranjeras, lo que no generó aumento de valor de la tierra. Pero lo que sí consiguieron las empresas, fue mano de obra barata y de calidad.

Este es el ejemplo de Juan Jesús Vázquez Abedrop, quien prefirió trabajar en una maquila cercana a seguir como chivero, oficio que heredó de su padre. Dice que la vida en el campo es casi imposible.

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Hay mucho trabajo para los jóvenes en la maquila, pero pa’ nosotros, ya no hay. Nosotros ya somos de la segunda mesa. Yo me la pasé tallando lechuguilla como mi papá"

Él tiene 37 años, 2 hijas y abandonó el campo y sus oficios para buscar una vida mejor. 
Actualmente gana mil 500 pesos por semana.

Cambió el pastoreo de las chivas para ensamblar puertas de camionetas. Cuando llegó Chrysler a la zona, él tenía 8 años. Ahora gana mil 500 pesos por semana y se mudó a Satillo, a la colonia Parajes de Santa Elena, colonia en donde viven varias personas con la misma historia que Juan Jesús.

“Cuidar las chivas y vacas no me gusta, de dónde va a sacar uno. No más sacando un chivo para matar cuesta entre 600 y 800 pesos. Una chiva es lo más caro pero no siempre se vende”, dijo al preguntarle por qué dejó el oficio.

Su padre es Gumersindo Urrea, de 72 años de edad y siempre se dedicó a las chivas; él no es ejidatario sino un avecindado que llegó durante la fundación de La Joya, a pedir permiso de vivir cerca para no carecer de los servicios fundamentales.

“Ahora, en estos tiempos, hay mucho trabajo para los jóvenes en la maquila, pero pa’ nosotros, ya no hay. Nosotros ya somos de la segunda mesa, como se dice (risas). Yo me la pasé tallando lechuguilla como mi papá. Se sufría mucho”, comentó el hombre.

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Quienes trabajan en las empresas de Derramadero deben caminar
una hora por terracería para alcanzar el trasporte de personal. 
6 kilómetros de distancia hay entre el pueblo
 la zona industrial de Derramadero.
 

 

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Se considera que la compra de la tierra es la punta de lanza del capitalismo para reproducirse como sistema, ya que poco a poco va desplazando el tradicional valor del uso de la tierra, anteponiéndola al valor mercantil”

REVOLUCIÓN

El fenómeno es profundo, va desde el cambio de las dinámicas económicas dentro del propio ejido, pues éstos realizaban una especie de “trueque” de herramientas, animales, favores y pedazos de tierra para seguir trabajando y sobreviviendo.

La llegada del montón de empresas cambió todo, hasta los valores morales y se desprestigió el consejo de los viejos sabios, cuya opinión era respetada para establecer reglas dentro del ejido. 

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Boom industrial cambió el campo

La revolución en La Joya y ejidos aledaños comenzó en 1995, cuando la empresa Chrysler decidió instalar una ensambladora en la carretera cerca de lugares que aun forman parte de Saltillo.

Una vez confirmada la empresa en aquellos años se disparó la demanda de terrenos alrededor. Un año después, en 1996, los terrenos de los ejidos de Agua Nueva y La Encantada fueron ofertados junto con agostaderos y parcelas.

Lo anterior lo especifica el ensayo escrito por Saúl Eugenio Ángel Carrillo, investigador del Centro Integral de Desarrollo Agropecuario, titulado “Globalización y descampenización de una comunidad ixtlera del sureste de Coahuila”.

El trabajo responde a una convocatoria a nivel Latinoamérica, para describir los efectos de la industrialización y la globalización en las zonas agrícolas de esta parte del Continente.

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“A medida en que se ha transformado el uso de suelo de los terrenos, se han ido deteriorando los valores, las reglas y los códigos de conducta tradicionales de los ejidatarios de la micro región de estudio, a tal grado que actualmente ha provocado su desplazamiento y sustitución por otros valores, reglas y códigos de conducta social, propios de la sociedad urbana y de la Economía de Mercado (…)”, señala la investigación.

El mismo texto, destaca que este efecto sucedió en Inglaterra a comienzos de la revolución industrial, desarticulando las pequeñas zonas agrarias e incorporando, casi a manera de obligación, a las dinámicas urbanas, muy diferentes a los valores del campo.

NACEN LOS 'RANCHOLOS'

Un ejemplo de esto sería como en semanas atrás la doctora Martha Romero, encargada de promoción de la Secretaría de Salud de Coahuila anunció el aumento del  consumo de drogas duras como la metanfetamina en zonas ejidales del Estado.

Además, la asociación civil Voluntades por la Vida a mediados de 2018, denunció que con el abandono del trabajo de la tierra en los ejidos, consecuencia del reclutamiento por parte de las maquiladoras, los jóvenes adoptan modas de la ciudad, como el pandillerismo; la asociación civil los llamó “rancholos”, y el consumo de inhalantes se muda junto con dichas modas.

Lo que pasa en La Joya es prácticamente la desaparición de esta población, pues con apenas 145 habitantes y los jóvenes mudándose hacia la ciudad, es cuestión de años para que La Joya desaparezca o termine desintegrada como la desaparecieron de las pequeñas instituciones formadas por campesinos.

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NUEVAS GENERACIONES

Jesús Torres Aguilar, juez del ejido, quien emite las cartas de recomendación para que los jóvenes puedan ingresar en una fábrica, cuenta que cada vez son más quienes acuden por éstas para irse a trabajar.

“A los muchachos de ahora no les gusta el campo. Uno solo se dedica a lo que tiene, al campo, a los animales, pero los muchachos de ahora no, se van a jalar.

“Los mandan a jalar, uno les dice: ‘ándale, vete al burro, en el caballo al campo, y no. Ahora, de la fábrica a la casa, es lo que hacen ahorita”, dice desilusionado.

El juez afirma que antes de que llegaran las maquilas todo era más tranquilo y había una coordinación para que juntos echaran andar la tierra y los animales.

Se conectan por camino accidentado

El camino que conecta La Joya con la carretera es de seis kilómetros de terracería, que algunos tienen que caminar para llegar a sus obligaciones fuera del campo. Lo habitantes hicieron un llamado a las autoridades y a las empresas para que pavimenten este camino, que ninguno de los candidatos se ha animado a modernizar.

Los jóvenes tienen que acudir a la secundaria hasta Derramadero y caminar o tomar raid, hasta el ejido La Encantada, para tomar el camión que los lleve hasta la zona escolar.

Tal vez sólo 145 personas no representen mucho interés político y La Joya poco a poco desaparezca o sea desarticulada como las zonas rurales de Inglaterra del siglo 18 con el paso de la industria.

El investigador Saúl Eugenio Ángel Carrillo describe los múltiples problemas que encierran a La Joya y cómo éstos golpean directamente al valor de la generosidad.

“En tal contexto, en las primeras etapas de las trasculturalización, se observa a menudo que se afecta la percepción comunitaria sobre el significado y sentido de prestigio y de la generosidad, cuando antepone ante ellos el valor del dinero.

“Es por ello que se considera que la compra de la tierra es la punta de lanza del capitalismo para reproducirse como sistema, ya que poco a poco va desplazando el tradicional valor del uso de la tierra, anteponiéndola al valor mercantil”, concluye.

DATOS

145 habitantes tiene el ejido La Joya.

1,500 pesos gana un trabajador en una empresa de Derramadero.

800 pesos llega a ganar un campesino de La Joya, si logra la venta de un chivo.

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