La resurrección de Juan Gabriel

Tengo casi dos décadas en el periodismo de espectáculos. En todo este tiempo me ha tocado cubrir, o comentar en espacios editoriales, noticias de trascendencia internacional, sucesos curiosos, situaciones que provocan gran morbo e incluso algunas tonterías generadas por celebridades ávidas de notoriedad. Pero, francamente, pocas cosas han alcanzado el nivel de estupidez que ostenta la nota que surgió hace un par de días.

“Juan Gabriel está vivo y hará su reaparición triunfal el próximo 15 de diciembre con un gran concierto en la Ciudad de México”. Este fue el titular que, palabras más, palabras menos, encontró eco no solamente en redes sociales. Por lo menos cinco medios de comunicación formales, de circulación nacional, prestaron sus espacios para “dar seguimiento” a esta “noticia”. ¡Por piedad! ¿Tan grande es la falta de buen entretenimiento en nuestro país?

Hago esta pregunta porque es evidente que, en primer lugar, necesitamos escándalos de gran envergadura para olvidar la situación social y política que actualmente vive México. Y por otro lado, los cantantes, músicos, actores y demás profesionales del espectáculo que siguen con vida en nuestro país, claramente no nos sirven para nada; partiendo del hecho que necesitamos con desesperación que Juan Gabriel se levante de su tumba y nos cante el “Noa Noa”.

Todas estas tonterías se iniciaron con la improvisada rueda de prensa que convocó Joaquín Muñoz, ex colaborador de “El Divo de Juárez”, para presentar su nuevo libro titulado (muy convenientemente) “Juan Gabriel y Yo, Detrás de la Muerte”. Cabe recordar que este tipo fue quién, hace años, publicó otro libro llamado “Juan Gabriel y Yo” donde incluyó fotografías cantante en situaciones comprometedoras con otros hombres.

Con esos antecedentes ¿qué se puede esperar de este señor? Lo único que inspira es desconfianza y hasta compasión, al verlo con todos los signos de la tercera edad plasmados en el rostro, una tupida cabellera –¡perdón!– peluca dorada enfundada hasta las cejas y tratando de mostrar una expresión seria y formal, mientras presentaba una grabación de audio en la que un muy mal imitador de Juan Gabriel le deseaba mucho éxito en la presentación del libro y le cantaba una canción.

¿Cómo pretende este viejecito, quien más bien parece una señora chismosa, que alguien tome en serio sus embustes? Naturalmente que hace todo esto por dinero pero, la verdad, hay otras historias morbosas y mucho más creíbles, que pudo haber inventado. ¿Ejemplo? Que Juan Gabriel “le dejó una carta con el nombre de su verdadero amor”, o que “el intérprete de ‘Querida’ habría querido convertirse en mujer transexual, pero que la muerte truncó sus deseos”.

Cualquier otra mentira hubiera sido un poco más creíble que la Resurrección de Juan Gabriel, por piedad. ¿Ya se le olvidó a ese señorcito que a todas las grandes leyendas se les inventó que en realidad no habían muerto? Elvis Presley y Pedro Infante encabezan esa lista. Pero lo más surrealista de todo es que montones de representantes de medios de comunicación estemos comentando estos embustes histéricos. De verdad que el mundo del espectáculo nacional está en una crisis más grave de lo que habíamos imaginado.