Papa Francisco pide rechazar egoísmo e indiferencia en Cuaresma
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Durante la misa por el Mércoles de Ceniza, el Papa afirmó que se debe aprovechar este periodo, para decir "no" a "la asfixia provocada por nuestros egoísmos" y por "mezquinas ambiciones"
El papa Francisco advirtió que el mundo se ha acostumbrado a respirar un "aire sofocante de pánico y aversión" y llamó a aprovechar la Cuaresma para decir "no" a la indiferencia, el egoísmo y a "los análisis simplistas".
"Nos hemos acostumbrado a respirar un aire cargado de falta de esperanza, aire de tristeza y de resignación, aire sofocante de pánico y aversión", comentó el pontífice argentino durante la misa de Miércoles de Ceniza, celebrada en la basílica romana de Santa Sabina.
Francisco dijo que la Cuaresma, el periodo de cuarenta días antes de Semana Santa y que comienza hoy, es tiempo para decir "no" a "la asfixia provocada por nuestros egoísmos" y por "mezquinas ambiciones y silenciosas indiferencias" ante el mundo.
Por ello, llamó a rechazar "la polución de las palabras vacías y sin sentido, de la crítica burda y rápida, de los análisis simplistas que no logran abrazar la complejidad de los problemas humanos", especialmente de quienes más sufren.
En este sentido recordó que en este tiempo es preciso negarse a los "intimismos excluyentes que quieren llegar a Dios saltándose las llagas de Cristo", presentes en las dificultades del prójimo.
En su opinión es este tipo de espiritualidad el que "reduce la fe a culturas de gueto y exclusión" y, como contraposición, propuso la salvación del "aliento de vida de Dios", antídoto de la asfixia que "apaga la fe, enfría la caridad y cancela la esperanza".
Como es tradición, el Papa se recogió en oración junto a otros miembros del clero y de la Curia en la iglesia romana de San Anselmo, en la colina romana del Aventino.
Posteriormente emprendió una procesión hacia la cercana basílica de Santa Sabina, junto a una comitiva conformada por cardenales, arzobispos, obispos, los monjes benedictinos de San Anselmo, los padres dominicanos de Santa Sabina y algunos fieles.
Tras la lectura del Evangelio y la lectura de su homilía, Francisco impuso y recibió la ceniza sobre la frente.
Un gesto que, explicó, simboliza "nuestra condición original: hemos sido tomados de la tierra, somos barro, sí, pero barro en las manos amorosas de Dios que sopló su espíritu de vida sobre cada uno de nosotros y lo quiere seguir haciendo".