Youtuberos y la 4T: ¿Voceros genuinos o sicarios mediáticos?
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El espacio digital ha revolucionado la comunicación y entre los nuevos protagonistas están las granjas de bots, los influencers y los youtuberos
El 29 de diciembre pasado, Natalie Kitroeff y Paulina Villegas publicaron en el New York Times un reportaje sobre la producción de fentanilo en Culiacán. Las fotografías mostraban instalaciones elementales y operarios sin protección, ya que, según el “cocinero” entrevistado, hacer fentanilo “es como hacer tortillas de harina”.
La Presidenta criticó el reportaje en tres mañaneras: 30 de diciembre, 2 y 7 de enero. Para ella, no son “creíbles las fotografías” y el método de fabricación. Es posible que dedicara tanto tiempo (53 minutos) a refutar el reportaje por la influencia del diario en los círculos liberales estadounidenses y porque la aparente facilidad en la manufactura de fentanilo fortalece la belicosidad del (casi) presidente Donald Trump.
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Me detengo en la mañanera más relevante: la del 2 de enero, que duró 38 minutos. En ella, tres funcionarios armaron una explicación creíble para sostener, en palabras del director del IMSS-Bienestar, Alejandro Svarch Pérez, que “no es posible hacer fentanilo” de la manera como lo explica el texto.
Después de los funcionarios intervinieron dos youtuberos. El primero tiene una abierta simpatía por la 4T (“es de Morena”, dicen en la cuenta de la alcaldesa de Tlalpan). Ocupaba un lugar en la codiciada primera fila y durante tres minutos despotricó –sin ofrecer evidencia– contra el New York Times, llamándolo un diario al servicio de una “narrativa” favorable “al gobierno estadounidense”, que hace un “trabajo de golpismo” y “alimenta” la idea de que el gobierno de México “no está haciendo nada”. Cerró su intervención preguntando a la Presidenta: “¿cuál es su percepción de todo esto?”. La ligereza y falta de sustento de las palabras del youtubero contrastaron con la seriedad de la presentación que hizo la química de la Secretaría de Marina, Juana Peñaloza Ibarra.
Los youtuberos pasaron del anonimato al protagonismo durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El presidente valoró tanto sus aportes que, en agosto de 2024, 300 de ellos abarrotaron la mañanera para luego quedarse dos días en el patio central de Palacio Nacional en el “Encuentro Continental de Comunicador@s Independientes: Informar es liberar”. Asistieron participantes de todo México, Brasil, Estados Unidos, Argentina, Costa Rica, Perú, Chile, Ecuador y Bolivia, que de cuando en cuando coreaban “¡es un honor estar con Obrador!”. Se ignora quién pagó las facturas.
Es imposible establecer cuánto de ese amor es genuino y cuánto lo mueve el interés. Hay versiones no verificadas de que algunos son youtuberos chayoteros que, además de recibir igualas oficiales, cobran por hacer preguntas o levantar temas y lanzar línea a las granjas de bots especializadas en regar las redes con mieles o hieles.
¿Tienen los youtuberos algún costo para el erario? Pareciera que sí porque el 26 de septiembre de 2024, Alejandro Encinas se quejó en El Universal de los “sicarios mediáticos inscritos en nóminas gubernamentales”. Hay poca información oficial. Comunicación Social de la Presidencia recibió un presupuesto de 374 millones de pesos el sexenio pasado.
Algunos utilizaron al INAI para preguntar a Palacio los montos entregados por “publicidad, información, asesoría o apoyo a los youtubers”. La respuesta fue siempre la misma: “después de una búsqueda exhaustiva ... no se localizó evidencia documental”.
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Según las encuestas, la popularidad de López Obrador y Claudia Sheinbaum contrasta con la condena a sus políticas de seguridad. El último día del sexenio de AMLO, El Financiero difundió su última encuesta: al presidente lo aprobaba el 68 por ciento de la población, pero el 63 desaprobaba su política de seguridad. Según el mismo diario, el 6 de enero pasado la presidenta Sheinbaum tenía un 78 por ciento de aprobación, y un 64 por ciento de desaprobación en su manejo del crimen organizado.
La Presidenta ensaya una nueva estrategia para combatirlo que ojalá tenga éxito. Mientras lo constatamos, los youtuberos seguirán siendo parte de la vida pública. El espacio digital ha revolucionado la comunicación y entre los nuevos protagonistas están las granjas de bots, los influencers y los youtuberos. No será fácil, pero es imperativo establecer –con evidencia verificable– lo que suman y restan estas figuras al interés público.
Comentaré esta columna en mi canal de YouTube.
Colaboraron Elena Simón y Vianey Gutiérrez