Publican decenas de cartas inéditas de Stefan Zweig

Vida
/ 10 diciembre 2016

Hans Rosenkranz tenía 16 años cuando en 1921 se decidió a escribir a Zweig, ya por entonces un renombrado escritor, lo que dio pie a una relación epistolar que se extendió durante 12 años y que terminó sin previo aviso en 1933.

Más de 70 años después de que Stefan Zweig se suicidara, encontrar unas cartas absolutamente desconocidas es muy inusual"...

Más de 70 años después del suicidio del escritor judío austríaco Stefan Zweig (1881-1942), ven la luz veintiséis cartas y seis postales que intercambió con Hans Rosenkranz, un joven que quiso que le mostrara el camino para ser escritor.

En una sala del archivo de la Biblioteca Nacional de Israel, el documentalista Stefan Lit se muestra fascinado con la colección de cartas que la anciana israelí de 90 años Hanah Jacobson, hijastra de Rosenkranz, donó este año a la institución.

"Más de 70 años después de que Stefan Zweig se suicidara, encontrar unas cartas absolutamente desconocidas es muy inusual", explica Jacobson a Efe, al tiempo que subraya lo excepcional de desvelar material inédito sobre un autor que ha sido rastreado de manera "muy, muy activa".

Rosenkranz, natural de la Koenigsberg (actual Kaliningrado, Rusia, pero en aquel tiempo perteneciente a Alemania), tenía 16 años cuando en 1921 se decidió a escribir a Zweig, ya por entonces un renombrado escritor, lo que dio pie a una relación epistolar que se extendió durante 12 años y que terminó sin previo aviso en 1933.

Entonces, el joven alemán se trasladó como muchos otros judíos centroeuropeos a Palestina movido por sus aspiraciones sionistas, mientras Zweig miraba con creciente angustia el devenir de una Europa en la que se extendía el nacionalsocialismo y que poco a poco dejaba de reconocer.

"Stefan Zweig nunca escribió cartas aburridas. Todas tienen un cierto mensaje, a veces muy profundo, también desde el punto de vista filosófico, en el que expresa su punto de vista sobre el mundo de alrededor, en esos días complicados de los años 20 y 30", cuenta Lit.

Uno a uno ojea los gastados folios de papel, algunos en la impecable caligrafía de Zweig, otros escritos a máquina por su secretaria y muchos plagados de dobleces, quizá, aventura Lit, porque acompañaban a Rosenkranz en su día a día como un tesoro que mostraba a aquel que quisiera escuchar de su trato con el escritor.

"Se ve cómo la relación entre ambos evoluciona de manera paterno-filial. Zweig da muchos consejos a Rosenkranz sobre cómo afrontar la vida siendo un joven judío en Centroeuropa, que no era muy amigable con las minorías y, en particular, con los judíos", indica Lit.

"Es increíble ver cómo difunde sus ideas sobre cómo ser judío, cómo afrontarlo y prepararse sobre lo que pudiera pasar", describe el investigador.

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"Si el judaísmo es una tragedia, que nos dejen vivirla", reza una de las misivas, lo que acerca un poco más la personalidad del autor que en otro párrafo, de manera "casi profética", dice Lit, alienta en 1922 al escritor en ciernes y también editor a que aprenda otros idiomas porque "quién sabe, quizá el espíritu libre no pueda respirar más en Alemania o en Europa".

Lit cuenta que Zweig "intentó calmar un poco las aspiraciones sionistas del joven Rosenkranz, quien aparentemente era un ardiente creyente de la idea sionista y él no, como sabemos", una postura que sin embargo no le impidió admirar abiertamente al "gran hombre y pensador" que veía en Theodor Herlz, el fundador del sionismo como teoría política, consagrada en su obra "El Estado judío".

Finalmente y tras publicar dos libros, la carrera literaria y editorial de Rosenkranz no prosperó y emigró a Palestina con su primera esposa y la hija de esta, Hanah.

Pronto se separaron y Rosenkranz se casó de nuevo, se convirtió en oficial de las brigadas judías, y tras la fundación del Estado de Israel (1948) ejerció como responsable de prensa de la embajada israelí en EU.

Posteriormente se dedicó al periodismo y colaboró en dos de los más importantes periódicos de Israel, que hoy siguen en activo, Haaretz y Jerusalem Post.

Al igual que Zweig, Rosenkranz se suicidó hace unos 60 años y los documentos quedaron "entre las pertenencias de mi madre", explica a Efe Hanah, que asegura que lleva años con la idea en la cabeza de donar las cartas.

En la correspondencia "se ve no solo una amistad superficial, sino con una profundidad sustancial que aborda varios puntos y aspectos de la cultura de esos días", considera Lit, quien apunta a que Zweig era consciente de lo "fácil y rápido" que puede cambiar el mundo, como pasó en aquella época.

"Creo que eso da a la correspondencia una gran relevancia ahora: Vemos que en Occidente están en marcha algunos cambios políticos que quizá no sean la mejor opción para calmarnos", señala.

Lit sostiene que la actual Biblioteca Nacional de Israel, que con sus cinco millones de volúmenes es la más grande de Oriente Medio, fue la única institución a la que Zweig donó personalmente material, cuando en Europa comenzaba la persecución nazi contra los judíos.

"Es uno de los puntos que con frecuencia hace creer a los israelíes que, a pesar de sus reservas sobre el movimiento sionista, él estaba al tanto de lo que pasaba aquí. Nunca hizo esto con ninguna otra institución", señala.

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