Violencia en La LagunaEl Génesis de la guerra

Coahuila
/ 25 marzo 2008

    Saltillo, Coah.- Antes intocable, Arturo Hernández González, "El Chaky", fue durante años el elemento del narcotráfico más buscado por parte del Gobierno Federal y de sus enemigos.

    Ex policía judicial, a Hernández González lo protegieron los hermanos Carrillo Fuentes, sobre todo Amado "El Señor de los Cielos", que lo convirtió en su jefe de sicarios, especializado en "limpiar" las plazas en donde el cártel de Juárez deseaba intervenir. Sanguinario como pocos, a "El Chaky" se le atribuyen decenas de ejecuciones con sus propias manos, ya fuera con la daga que "El Señor de los Cielos" le obsequió, o con su arma predilecta: la escuadra con cachas de oro y diamantes incrustados.

    Las autoridades querían detenerlo para publicitar su combate al crimen organizado, mientras que los rivales deseaban asesinarlo en venganza de las múltiples bajas que les causó.

    Perseguido intensamente por ambas partes, Hernández González averiguó quién pudiera acogerlo en una zona que no estuviera en disputa, un sitio donde operar sin riesgos. Y lo encontró en La Laguna. Tras aceptar la invitación que los capos del cártel lagunero le extendieron, "El Chaky" arribó a Gómez Palacio, Durango.

    En dicha ciudad tenía varias casas de seguridad en la exclusiva colonia Las Rosas. El 12 de septiembre de 2002, elementos de la Policía Federal Preventiva y del Ministerio Público catearon una residencia anexa a las citadas, la cual pertenecía a la familia Reza, suegros de Ernesto Herrera, hijo de Carlos, acusado frecuentemente de mantener vínculos con el narco. Los agentes dijeron ir en busca de miembros del Cártel de Juárez, presuntamente protegidos por Herrera. No detuvieron a ninguno. "El Chaky" y sus secuaces ya habían huido a otro municipio: se fueron a Lerdo.

    Medio año más tarde, en marzo de 2003, los federales organizaron otro operativo y "El Chaky" fue aprehendido en la propiedad que habitaba en Lerdo. La protección brindada por las autoridades municipales en turno, sobre todo de Isaías Lucero, comandante de la Policía Municipal, sirvió de poco. Con la detención del sicario, el cártel de La Laguna se quedaba sin su brazo armado, sin el sujeto que imponía su orden a base de violencia extrema, "sin ruidos", solía decir. Y ante la falta de una cabeza dominante en el campo de la distribución y compra-venta, los diferentes grupos de "puchadores" dieron paso a un reacomodo que derivó en lo que actualmente vive la región.

    Orden a rajatabla

    Y es que, durante su estancia en La Laguna, "El Chaky" impuso su ley. Todo lo que a venta, distribución y ajuste de cuentas se refería, debía tener su aprobación. Organizó a los grupos de "puchadores" y les dio zonas de trabajo. Acordó las cuotas con los agentes federales y con las policías municipales. La logística del cártel lagunero estaba ya bajo sus órdenes.

    En un mismo saco juntó a los Montoya, a los Burciaga, al "Chompe", al "César" y al "Juarillos". Sentenciándolos, les pidió que se limitaran a trabajar, que les quedara claro que sólo él podía decidir qué zona le competía a cada uno, a qué precio se expedía la droga y quién debía continuar o no en el negocio.

    Nadie le chistaba. "El Chaky" logró que la plaza fuera boyante en la compra-venta, en el "lavado" de dinero y, por si fuera poco, que se respirara una calma plena que alejaba toda suspicacia de la existencia del narcotráfico. Los capos laguneros irradiaban felicidad, porque, mientras Hernández González trabajaba la parte operativa, ellos podían dedicarse al lavado de dinero y a la política, su gran pasión. Pero, de repente, todo cambió.

    Tierra de nadie

    Varias versiones se corren sobre el porqué detuvieron a "El Chaky", pero lo cierto es que su captura devino en problemas graves para La Laguna. En cuanto la región se quedó sin el sicario, los múltiples "puchadores" que atesoraron un poder considerable en hombres, armas y dinero, se movieron para ampliar sus territorios. Los más osados querían el lugar del ex policía judicial.

    Y fueron los del poniente de Torreón quienes jugaron sus piezas, porque, en Gómez y Lerdo, los cabecillas del cártel de La Laguna mantuvieron alineados a los expendedores, pero en la ciudad coahuilense el mar estaba agitado; por ello a los capos les urgía que alguien supliera a "El Chaky". Dos meses después, ese alguien llegó.

    Sergio Villarreal Barragán apareció en escena entrado el verano de 2003. Volvía a su tierra después de ser policía judicial en Michoacán y sicario del cártel del Golfo; retornaba bajo una nueva bandera: la del cártel de Sinaloa, del ala de los hermanos Beltrán Leyva, entonces aún cercanos a Joaquín Guzmán Loera "El Chapo".

    Ya conformados en la famosa Federación, el cártel de Juárez aceptó la elección de los sinaloenses de "encargarle" la zona a Villarreal Barragán, conocido como "El Grande", quien tenía la tarea de volver a poner orden y dominar de cabo a rabo La Laguna.

    "El Grande", también apodado "El Comeniños", tejió su red de apoyo rápidamente gracias a las facilidades otorgadas por parte de las autoridades de La Laguna de Durango; a su servicio estaban las policías municipales de Gómez y Lerdo, además de los agentes ministeriales de la Subprocuraduría de Justicia del Estado.

    Su órgano operacional vivía en las colonias El Campestre y Las Rosas de Gómez Palacio, mientras él lo hacía en una de las zonas habitacionales más exclusivas del vecino Torreón: La Rosita; además, contaba con dos casas de seguridad en Lerdo, cercanas a la que sirvió de refugio a su antecesor. Ahí recibía a sus invitados y organizaba fiestas.

    Su yugo se sentía entero en La Laguna de Durango, pero en Torreón la situación pintaba muy diferente; aunque aún controlaba prácticamente todo el paso y venta de la droga, "El Grande" sabía que varios "puchadores" del poniente torreonense coqueteaban con otros cárteles, detalle que derivó en la intención de eliminar a sus enemigos, es decir, la lucha intestina entre los expendedores daba inicio.

    La plaza comenzaba a "calentarse" de a poco, algo que Villarreal no supo advertir a tiempo y minimizó siempre. Los resquebrajamientos

    En el tiempo de "El Chaky", la línea de taxis Alianza, la familia Burciaga, "Juan Ruedas" y algunos más, eran los principales comerciantes de droga en La Laguna duranguense, algo que "El Grande" mantuvo e hizo crecer al incrustar a otros símiles.

    Entre tanto, Hernández González realizó una profunda búsqueda para dar con los "puchadores" adecuados que manejaran Torreón, sobre todo el poniente, una zona vital por su ubicación: ahí confluyen el centro de la ciudad, el mercado Alianza y las colonias más populosas, dos de las cuales (San Joaquín, La Fe y La Durangueña) son claves para el negocio del narco en La Laguna.

    La primera reviste importancia por su amplitud y ubicación geográfica: colinda con el ejido El Huarache, en Lerdo, lugar predilecto para arrojar cadáveres, y una rúa que permite escapar de una eventual persecución policiaca, pues, tras algunos metros, se pasa de Coahuila a Durango.

    Por tal vía, la droga viajaba de Gómez y Lerdo al poniente de Torreón. De San Joaquín se distribuía hacia La Durangueña y el resto de colonias de la mencionada área; precisamente La Durangueña sirve, dada su estructura irregular (crece hacia la dirección de los cerros), como punto de vigilancia y de entrada al corazón de la comercialización de estupefacientes; además, posee acceso directo a La Alianza y sus alrededores, el mercado principal de la compra-venta de droga.

    Luego de estudiar el entorno, "El Chaky" organizó a su gente: la familia Montoya, liderada por Toribio "Toro", comandaba La Durangueña, el mercado Alianza, la primera parte de San Joaquín y las colonias alrededor del Cerro de la Cruz, donde el grupo de "Las Marianas" servía de lugarteniente.

    El resto de San Joaquín fue para César Sánchez Alvarado "El César", quien tenía a Daniel García Avila, "El Danny", como respaldo en la colonia La Fe; "El César" era quien poseía mayor confianza de "El Chaky", ya que sus redes se ampliaban a zonas de Gómez Palacio.

    Cada uno de los mencionados tenía entre sus adeptos aproximadamente a 15 "puchadores" ubicados en toda la ciudad, además de sus respectivos pistoleros, entre los que destacaba Oscar Fernando Herrera Rosales "El Juarillos", socio de "Toro" Montoya, quien deseaba con ahínco eliminar a "El César", protegido de "El Chaky".

    Precisamente fue el ansia de dominio y el afán protagónico de Montoya, lo que comenzó a menoscabar el orden impuesto por "El Chaky". En agosto de 2001, "El Toro" y "El Juarillos" irrumpieron en el bar gay "La Rueda", en donde, tras una fuerte discusión, asesinaron a dos personas cercanas al dueño del lugar; en octubre del mismo año, ambos fueron detenidos y enviados al Cereso.

    El arresto de los dos líderes en La Durangueña y La Alianza se volvió un dolor de cabeza para los capos del cártel lagunero, porque sabían que varios grupos lucharían por suplir a los condenados. Y la coyuntura fue aprovechada por tres personajes: Oscar Madrid Romo "El Zambo", José Rodolfo del Río Orihuela "El Chompe" y Víctor Manuel Ramírez Moreno "La Vicky".

    El primero, junto a sus hijos Pedro "El Suave" y Oscar "El Nene" Madrid Rivera, se posicionaron en La Durangueña, mientras que, tras recibir indicaciones y apoyo desde la cárcel por parte de Montoya, "La Vicky" logró mantener al mercado Alianza como su bastión; "El Chompe" mandaba en las áreas cercanas y, de cierta forma, era superior que sus homólogos.

    San Joaquín no sufrió cambios y "El César" se hacía más fuerte, tanto que podía plantarle cara a cualquiera, incluso al grupo de Montoya y "La Vicky", con quienes libró fuertes batallas en el corazón del poniente.



    RECUENTO
    > Arturo Hernández, "El Chaky", dominó La Laguna hasta antes de marzo de 2003, cuando fue detenido.

    * Él era apoyado por el cártel de Juárez, de "El Señor de los Cielos".

    * En el verano de 2003, Sergio Villarreal, "El Grande", pasó a controlar la comarca.

    * Él contaba con el respaldo del cártel de Sinaloa, de "El Chapo" Guzmán.

    * En tanto, surgieron jefes de "puchadores" que empezaron librar una guerra intestina.

    * En marzo de 2005 hizo su aparición el cártel del Golfo, mediante Eduardo Costilla, "El Coss".

    * El brazo armado del Golfo, "Los Zetas", comenzó a ejecutar a quienes se negaban a trabajar para el cártel del Golfo.

    * A partir de 2006 empezó a consolidarse el poder del cártel del Golfo y de "Los Zetas".

    * Así, La Laguna se ha convertido en un pastel muy codiciado, y quienes lo perdieron, tratarán de recuperarlo.


    "El Grande" decidió no intervenir en la guerra intestina. Mientras su negocio se mantuviera, no importaba si los "puchadores" atentaban contra sus pares. Aunque, otra vez, el exceso de confianza en su poderío, le jugó chueco.

    La PGR, desvirtuada y dividida

    El actuar de la PGR en Torreón, durante largo tiempo, levantó suspicacias y sospechas; su comportamiento de veleta confundía a propios y extraños; por ello, en la detención de "El Chaky" y de Oscar Arriola Márquez, mandamás del cártel de los Arriola, (2003 y 2005, respectivamente), la delegación torreonense no fue avisada de los operativos por parte de la central en la Ciudad de México.

    Precisamente en 2003, dos meses después de la captura de su protector "El Chaky", César Sánchez Alvarado "El César" cayó en las manos de los agentes federales adscritos a Torreón. Ante la exigencia social y las reclamaciones que comenzaron desde la matriz, la PGR local tuvo que hacer, en cuestión de días, lo que no hizo en años.

    Con "El César" tras las rejas, los "puchadores" ahora buscaban apoderarse de San Joaquín, un tesoro largamente anhelado. Para aquellas fechas, "La Vicky" fue el más beneficiado, aunque su reinado le duró poco. La PGR, con afán compensatorio, lo detuvo en agosto del mismo 2003.

    Para dicho mes, ya retornado a La Laguna, "El Grande" no buscó quién tomara el mando, sencillamente dejó que los movimientos se hicieran solos y conforme las habilidades de los involucrados. Su prioridad era que el negocio no decayera, por lo que restó trascendencia a que "Toro" Montoya, "El Chompe", "La Vicky" y "El César", los principales expendedores y distribuidores de droga en la región, estaban ya en la cárcel.

    Los encarcelamientos de los mencionados, más la liberación en fechas cercanas de Oscar Fernando Herrera Rosales "El Juarillos", sirvieron para que el clan Madrid Rivera se hiciera fuerte.

    "Puchadores" de larga trayectoria en el centro y La Durangueña, los Madrid Rivera (Oscar y Pedro) y su padre Oscar Madrid Romo (detenido en 2004), se aliaron a "El Juarillos" antes enemigo a muerte por ser el secuaz de "Toro" Montoya. Su idea se centraba en destruir lo que quedaba de la red de "El César" y la estructura de "La Vicky", quien había delegado el poder en Angel Ruiz "El Manita" (su cuñado) y en Angel Luévanos "El Jorobado".

    La división entre los "puchadores" estaba más que clara. Corría ya 2005 y otros cárteles revivían el interés por la plaza de La Laguna, sobre todo al percatarse de las desatenciones de sus capos.

    El primer indicio

    El 3 de marzo de 2005, agentes policiacos encontraron,tras una larga búsqueda, el cuerpo torturado de Jesús Reyes Espino, "El Churro", en las orillas de la carretera a Nazareno, en Lerdo, Durango.

    Envuelto en una cobija azul, amordazado y atado de sus extremidades con cinta canela, del pecho del cadáver pendía una hoja blanca, a la que las gotas de sangre no evitaban la lectura del mensaje ahí escrito: "Chingas a tu madre. Te vamos a chingar a ti y a toda su gente".

    Sin destinatario claro, el recado lo firmaba "El Coss", seudónimo de Eduardo Costilla Sánchez, uno de los líderes del cártel del Golfo, que, junto a Ezequiel Cárdenas Guillén "Tony Tormenta", tomó la estafeta del mayor de los Cárdenas Guillén: Osiel (detenido en 2003), como cabecilla del grupo.

    Con el asesinato de Reyes Espino, los líderes del cártel del Golfo lanzaban una amenaza al grupo que dominaba la plaza.

    Entonces coordinador de agentes del Ministerio Público, relacionado siempre con actividades ilícitas, cubiertas por su actividad burocrática, "El Churro" murió estrangulado. Antes recibió múltiples golpes, lo cortaron con dagas y le quebraron, uno a uno, los dedos de los pies, así como las falanges de ambas manos.

    Las sospechas eran ciertas: el cártel del Golfo quería ajustar cuentas en La Laguna y pelearía la plaza hasta la muerte; para ello acordó con su brazo armado, "Los Zetas", el arribo a la región.

    Los sicarios más famosos del narcotráfico mexicano tendrían ya una base sobre la cual desarrollar sus actividades, pues células de los golfistas trabajaban en la región desde tiempo atrás, corrompiendo autoridades que ayudaron a posicionarlos. Los infiltrados

    La gente del cártel del Golfo fue tan sigilosa, que nadie del grupo de "El Grande" advirtió su infiltración en la plaza. La clave fue la caída de "La Vicky" y las posteriores de "El Jorobado" y "El Manita", quienes atendían la zona centro y La Alianza.

    Tras su captura, un sujeto apodado "El Gidi", del que se desconoce su nombre, entró al quite apoyado con un grupo de sicarios, armas y dinero para corromper a las policías de los tres niveles. Con una venta indiscriminada de cocaína, efectivo y el poder de las armas, preparó el terreno para "Los Zetas", quienes fueron acercándose a La Laguna en grupos reducidos para no hacer ruido.

    Fuentes oficiales aseguran que la aprehensión de "El Juarillos" (julio de 2005) se debió, precisamente, a la intención de "Los Zetas" de debilitar a la cúpula de "puchadores" auspiciados por "El Grande", ya que éste era su brazo armado en el poniente de la ciudad. Sin "Juarillos" y "El Zambo", la gente de "El Grande" se quedó sólo con "El Nene" y "El Suave", mientras los grupos emanados del cártel del Golfo nutrían sus redes.

    Con dinero o con pistola, convencían a muchos de mudarse a su bando. No sólo a "puchadores" y policías, sino también a "lavadores" de dinero, comerciantes ambulantes, distribuidores de mercancía pirata, proxenetas y dueños de bares.

    Con una redgrande en poder y número, ya en 2006, "Los Zetas" vieron caer a "El Suave" en manos de la policía, lo mismo que a su hermano, "El Nene", quien murió ante las balas de los agentes federales que acudieron a La Durangueña tras una llamada de denuncia por parte familiares de "El César", quienes ya estaban junto al grupo proveniente de Tamaulipas. Las pruebas resultaban contundentes. Ya no era sólo infiltración. El cártel del Golfo y "Los Zetas" se habían apoderado de Torreón.

    Lo que siguió todos lo conocen: un baño de sangre que no parece terminar y que, desde el deceso de "El Nene", ha dejado más de 60 ejecuciones.

    Y todo porque Torreón, y La Laguna en sí, son un pastel apetecido por todos. Y los que lo perdieron tratarán de recuperarlo. Cueste lo que cueste.





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