Arido futuro en Derramadero

Coahuila
/ 3 marzo 2016

Estos son los rostros de la jornada electoral en el sitio donde está cimentado el desarrollo de Saltillo; viven entre la sequía y la desesperanza

La esperanza de Saltillo mira hacia el sur, se posa en la zona de Derramadero, apuesta por emprender ahí grandes proyectos.

Desde la construcción de un aeropuerto de carga al poniente de Ciudad Derramadero hasta la implementación del tren suburbano, que el Gobierno del Estado anunció que se impulsará para transportar a los trabajadores de las industrias que se instalen en dicha zona.

Según académicos de la UAdeC, Saltillo podría llegar a tener un millón 200 mil habitantes en una década más, por lo que la opción viable se recarga en Derramadero.

En ese destino las historias tienen rostro y hablan: son de habitantes de los ejidos aledaños y del propio Derramadero que viven ahí.

Las impresiones de algunos de ellos han sido reveladas. Se recogieron durante la jornada electoral, en la que ellos también decidieron el color que gobernará en breve y que tendría que dar a luz a uno de los proyectos más ambiciosos.


Algunos de ellos saben escribir su nombre, otros más no conocen ni su fecha de nacimiento, buscan hasta por debajo de la piedras gotas de agua que les ha sido negada desde hace seis meses, pero son parte de esa "ciudad de ensueño".


Vota por un empleo

La instalación de empresas en Derramadero le da a Demetrio periodos cortos de felicidad, pero el gusto acaba cuando escucha la palabra `recorte'.


A Demetrio Torres lo llamaron por primera vez para ser representante de casilla en el ejido San Juan de La Vaquería. Aceptó porque, asegura, es su deber como mexicano. Lleva 15 días sin trabajar debido a que la empresa Freightliner paró el área en la que se desempeñaba.

"Anduve trabajando pero está muy fregado. Nos descansaron porque la compañía en que andábamos cotizó en otra empresa".
De siete de la mañana a siete de la tarde, por mil 500 pesos cada semana, se desempeñaba como ayudante de soldador colocando tubería contra incendios.

"Si la compañía agarra el trabajo vamos a regresar y si no pues quién sabe, a lo mejor volvemos a la labor, pero no sabemos".

Demetrio dice que en el ejido la mayoría de los jóvenes de su edad, 24 años, trabajan en las empresas de la zona, sólo que los empleos son por periodos cortos.

"Es puro trabajo temporal, yo ya anduve hasta en el nuevo hotel. Está crítica la cosa. Como yo, están muchos del rancho. Se la pasan buscando, pero no hay nada".

Tiene una hija de 3 años, que no vive con él, y debe enviarle dinero. Además debe ayudar en los gastos de la casa de sus padres, donde vive junto a sus hermanos y sobrinos, suman siete personas.

"Otro hermano y yo somos los que trabajamos. Mi hermana no trabaja y mi papá a veces en la labor. Aquí se la pasa uno".

Demetrio tiene otro hermano, Eduardo de 32 años, que no trabaja porque nació "enfermo". "Se acomide a pintar y a lavar los trastes. A veces se pone a barrer. Si entiende poco, pero no le gusta bajarse de la azotea".

Él es el único de la casa que no votó. Prefirió quedarse a bailar en el techo de la casa y saludar a las muchachas que pasan por ahí. Por lo rasgado de sus ojos y la forma de sus dedos parece tener Síndrome de Down.

"Hace mucho estuvo en una escuela, pero como mi papá no tenía un trabajo estable lo dejaron de llevar porque se le hizo difícil. A él lo que le gusta es bailar y a veces lo invita una banda que se llama La Herradura".
`Ni modo, hay que cumplir'

Una noche antes de la jornada electoral, se aseguró que su chamarra de borra estuviera limpia, sacó de la caja las botas de armadillo que se compró hace como un año.

Y se durmió pensando en lo que haría en la casilla electoral.
"Nos dieron unas guías, sí nos capacitaron y nos dijeron que se tenía que buscar en el padrón, por apellido, a los votantes".

Los domingos juega beisbol con lo muchachos del ejido, tienen una liga y algunos sábados también le pegan a la pelota de fútbol.

Demetrio confiesa que preferiría estar pichando que sentado en la casilla revisando el padrón de Derramadero y explicando a los vecinos perdidos cómo entrar a la urna.
"Me tocó y pues hay que cumplir, es mi deber como mexicano. Está mejor ir a jugar, pero ni modo".

El representante del PRI le ofreció unas gorditas de chicharrón y comió junto con todos los representantes de casilla. Les prometieron la comida, pero aún no sabe si comerá porque le cae pesado el chicharrón.



6 meses sin agua encima se las cobran


Ellos desean que quien llegue a la Alcaldía un día se de la vuelta por Derramadero, donde la carencia es mucha


Desde hace seis meses Don Fidel y Doña Sofía, de 80 y 70 años, viven sin recibir una gota de agua. "Más antes había un derramadero de agua, por eso se llama así. Por aquí corría muncha agua, pero ahora todo está seco".

Don Fidel, sentado sobre sus piernas, se afana en sacar una piedra de la entrada de su casa.

Tiene problemas en un ojo, se le están cayendo los dientes y sufre de presión alta.

"Ya no estamos en condiciones de trabajar y aunque estuviéramos, no quieren a los viejos.
Nosotros vivimos de una bequita pero desde hace dos meses no nos ha llegado".

Explicó que ellos esperaban con ansia la llegada de las elecciones, esto debido a que personal de Sedesol les informó que pasando el proceso electoral regresaría el apoyo que reciben.

"Cada dos meses nos dan mil pesos, no se completa, pero de eso a nada. Vienen a pagarnos hasta acá". Doña Sofía saca fiado de la tienda de enfrente, le llevan la cuenta de las tortillas, leche y el café que saca de vez en cuando.
"Cuando nos llega la bequita pagamos todo lo que nos fían, de ahí sale también para pagar la luz y el agua".

Hasta ahora el recibo del agua presenta un rezago de seis meses, 90 pesos, pero ellos se niegan a pagarlo.

"Nosotros siempre pagamos pero por cuando nos dan el servicio y ahora no se nos hace justo que lo quieran cobrar a la fuerza, si ni nos echaron el agua".

No es la primera vez que falta el agua en Derramadero, relatan, por ello se previnieron con toneles para almacenar el agua de lluvia.

"Tenemos en el jacal como cinco toneles, nos los vendieron a 100 pesos, ahí juntamos el agua que cae del techo de lámina. Sacamos para bañarnos y hacer los quehaceres de la casa".
El último recibo de luz llegó con una tarifa de 38 pesos. Don Fidel dice que, como nada más son ellos, casi no gastan luz.

"Adentro hay una tele pero nomás de adorno, ni funciona, son tres cuartitos y no prendemos mucho los focos".
Fidel se mete a su taller, un pequeño cuarto con llantas apiladas. Espera que se ponche alguna llanta de los carros que pasan por ahí.

"Tenemos un tallercito para echar aire a las llantas, se llama Vulcanizadora Torres. A veces sacamos los 30 o 40 pesos. Es lo que podemos hacer los de la tercera edad. Pocos llegan a los 80 años".

Es lo mismo

Desde muy temprano fue a votar, junto a su esposa, ya no cree en los políticos. "Todos los políticos nada más prometen pero no hacen nada, se la pasan hable y hable. Nos va a pasar como con Calderón que nos prometió el seguro popular y no sirve para nada".

Desde el momento que le dijeron que no podían revisarle los ojos, en el Seguro Popular, cayó en cuenta que las promesas de los políticos son frágiles.

"Nos dijeron que no había el equipo y cómo quieren que yo le haga. No tenemos para ir con un particular, pues de dónde"
Dice hace unos días fue el candidato a la Alcaldía del PAN, pero al parecer lo corrieron del lugar por unos pleitos que desconoce. "Preferimos no meternos ya, es lo mismo siempre y no pasa nada".


Pierde la fe, ya ni va a las reuniones

Primero están las vacas y una marrana, después Lupita piensa en lo demás, como el voto, el cual no le sabe a mucho



Doña Lupita ya no va a las reuniones que organizan cuando llegan los políticos a Valle Derramadero. No cree que ellos puedan ayudar a tanta gente necesitada.

"Cuando vinieron los candidatos yo ya no me apunté. Ellos nada más vienen una vez y de pasada, ya no los vuelves a ver porque se olvidan del pueblo".

Para poder votar Doña Lupita tiene que caminar hasta el próximo ejido que se llama San Juan.

Asegura que hará unos 20 minutos para llegar hasta ahí. Ella vive a unos pocos kilómetros del nuevo Hotel One que recién se instaló en la zona.

Antes de ir a votar primero necesita ir a ver a sus vacas y su marrana que ha estado muy inquieta. A sus 74 años, ellos son su única compañía.

"No son vacas finas, ojalá fueran finas y dieran de perdido un vasito de leche pero no. A veces viene un hijo mío que vive en Saltillo y les trae de comer".

Así no se puede


La marrana no la tiene para engorda, no pretende que termine en un cazo, dice que ya es vieja y no serviría para nada. El motivo por el que la alimenta es otro.

"Es que se encariña una. Le doy desperdicios, nadie me da nada, yo le pongo ahí lo que sobra".

Lupita se quedó en espera de que llegue algún vecino con camioneta y la deje en el ejido donde votará, aunque sigue preocupada por su marrana y a quién se la encargará para cumplir con su obligación como saltillense.





Deuda de muerte, sólo cuenta con panteón privado


Rita se quedó sola y sufre de los ojos, los cuales lloran por su madre fallecida y tener que pagar el pedazo donde la enterraron


Hace dos años murió la madre de Rita, la dejó sola porque ella nunca se casó ni tuvo hijos, vivió para cuidarla hasta el minuto final, súbitamente partió.

Todavía le llora y aún paga el pedazo de tierra que compró en el panteón, pues dice que hay un terrateniente que ya es el dueño del ese predio.

A Rita Torres no le sirve el ojo derecho y con el izquierdo ve "nublado", le fallan las manos. No se acuerda el día que nació. Tiene aproximadamente 60 años y nunca ha ido a votar.
"Hace unos días vinieron unos del IFE y nos apuntaron, no sé que sea. Yo pensé que nos iban a dar una despensa pero no nos dieron nada".

Pasa el día dando de comer a las gallinas y cuidando la casa donde vive con su hermano. Él es el juez de Derramadero, Rita dice que todo el día se va para la labor y regresa con el canto de los grillos.

El único contacto con el mundo es un radio que escucha en las tardes.

Hace días, mientras intentaba atrapar un pollito para que no se lo comieran los perros, escuchó que Los Tigres del Norte iban para Saltillo. Tres mujeres ganaron el concurso de Reina por un Día y pasaron unas horas con los cantantes.
Rita sueña con ser reina por un día y tomarse fotos con ellos.

"Deben ser señoras muy bonitas, que les ponen su corona y les cantan canciones. Con sus vestidos largos y zapatos bonitos".

La realidad de Rita es que no tiene ni para comprarse un refresco, de los que tanto le gustan.

Ni pensarlo


Su hermano le dice que debería salirse por todo el rancho con una canasta para pedir limosna, pero eso a ella no le gusta y rompe en llanto con sólo pensar en hacerlo.
Una vecina le dijo que en el Parque Las Maravillas atendían a los enfermos de los ojos como ella, explica que necesita investigar dónde está ese lugar para que la ayuden.

"Una vez amanecí con el ojo lloroso, se me puso rojo y luego me salían muchas lagañas. Me curé con yerbas de manzanilla que traen de la labor pero me empeoró, ya no veo nadita".

Nunca la ha revisado un médico, porque en Derramadero no hay un oftalmólogo ni el medicamento que necesita.



Sin ejes y sin carreta, su trabajo ya no reditúa


La única esperanza de Chololo es que los automóviles contaminen tanto que terminen por quitarlos, para que vuelvan a circular sus carretas

Chololo le dicen todos en Derramadero a Isidro Romo, él se dedica a hacer carretas pero desde que llegaron los coches ya sólo le quedó el taller que heredó de su padre.
"El trabajo está difícil y ya ni se usan las carretas, hace poco una maestra me encargó una para la escuela y la puso en la entrada".

Todos los días pasa por ahí y la ve, se acuerda de cuando le llegaba la madera de Montemorelos por tren. De inmediato sacaba las medidas para hacer el centro de la rueda.
"Me encargaban muchas carretas, hasta Saltillo llegaban mis carretas. Soportaban dos toneladas y un muchacho arriba de la carga".

Recuerda que le encargaban pintar el interior de los ejes, para que cuando girara la rueda brillara con el sol y todos se quedarán mirando el movimiento circular.

El taller ahora sólo está cubierto de polvo al igual que el pequeño cuarto en el que vive junto a los recibos de luz. Se quedó viudo y su hija vive lejos.

Por eso a él no le preocupa que falte el agua. Acopia en una tina las gotas que brotan de la llave del patio. Y se baña cada vez que sea necesario.

Espera que algún día los coches contaminen tanto que las carretas vuelvan a estar en boga.

El día de las elecciones Chololo se levantó temprano y llevó sus gastados huaraches a la urna electoral y votó. Todo fue tan rápido, salió de la casilla 1009 de Derramadero y se esperó afuera de la escuela primaria Josefa Ortiz de Domínguez para hablar de política con algún vecino.

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