Conero de Saltillo, con clientes hasta en Europa
¿De qué quiere su cono? Hay de nieve y de cajeta. El más chico es de 15 pesos, le sigue el de 20 y la canasta es de 25. ¿Los sabores del helado? Uff, cada día hay uno diferente, para no fastidiar al paladar. Puede ser de melón, plátano con fresa, pistache, vainilla... ¿Hace frío? Ah, para eso está el de cajeta. Un postrecito en medio del ajetreo diario.
Pero Gonzalo Cortés Aguirre no solo te va a ofrecer un cono, también te va a saludar como si te conociera de siempre. Eso sí, te va a hablar de “usted” sin importar la edad. Y si le sacas plática, la garantía es una buena conversación.
Démonos una idea. Tiene 52 años trabajando en su carreta de madera color blanca en la esquina de las calles Juan Aldama y Padre Flores. En pleno centro de Saltillo, todo lo que ha visto, todo lo que tiene por contar.
Que si a una señora la atropellaron, que si las remodelaciones de la calle y los edificios, las veces que ha vagado de acera en acera, aunque eso sí, siempre en la misma intersección. Perdérsele a sus clientes no es buena idea.
El negocio es tradición, lo iniciaron los abuelos de Gonzalo hace 60 años. Lo continuó su papá, luego lo tomó un hermano y desde hace más de medio siglo el encargado es Gonzalo. Dice que es el último hermano que quiso seguirle en la venta de conos.
Si bien un saltillense tiene claro dónde satisfacer al antojo del cono de nieve o de cajeta, esto ya rebasó lo local. Gonzalo presume de tener clientes de Monterrey y hasta de Europa.
En un periodo de vacaciones unas españolas visitaron Saltillo, diario le compraron conos a Gonzalo y hasta foto le sacaron. Las visitantes se fueron, pero meses después llegaron otros europeos buscando a Gonzalo por recomendación de las españolas. Hasta la foto traían para dar con el personaje correcto.
A sus 67 años empujar la carreta cada vez cuesta más y la vista le juega medio chueco. Pero mientras Dios le preste vida, como él dice, ahí seguirá, en la esquina de los conos.