Crisis por deuda de agua con EUA pone en jaque la soberanía hídrica de México... ¿Y Coahuila?

Coahuila
/ 13 mayo 2025

El incumplimiento del Tratado de 1944 enciende alertas diplomáticas y obliga al País a replantear su modelo de gestión del agua

Lo que alguna vez se planteó como un compromiso binacional equilibrado, hoy amenaza con convertirse en una crisis diplomática y ambiental.

México enfrenta una deuda de más de mil 600 millones de metros cúbicos de agua con Estados Unidos, en el marco del Tratado de Aguas de 1944, lo que ha encendido las alarmas en ambos lados de la frontera.

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“El reto no es solo diplomático, es estructural. México necesita rediseñar completamente la manera en que gestiona, trata y reutiliza el agua. No podemos seguir dependiendo de la regularidad del ciclo hidrológico cuando la variabilidad climática es ya una constante”, advierte Lucas Barrionuevo, cofundador de Somos Pura, firma especializada en soluciones hídricas regenerativas.

El Tratado de Aguas de 1944 establece que México debe entregar a Estados Unidos 2 mil 160 millones de metros cúbicos de agua cada 5 años, provenientes del Río Bravo. A cambio, Estados Unidos cede mil 850 millones de metros cúbicos anuales desde el Río Colorado.

Aunque el pacto ha funcionado durante décadas, los efectos del cambio climático, la sequía prolongada y la sobreexplotación de cuencas han hecho cada vez más difícil su cumplimiento.

La tensión aumentó en abril, cuando el expresidente Donald Trump calificó públicamente el retraso mexicano como una violación del acuerdo. Si bien se logró un pacto momentáneo para evitar sanciones, el conflicto permanece latente.

Entidades como Chihuahua, Tamaulipas y Coahuila viven una crisis doble: deben cumplir con las entregas del tratado mientras garantizan el abastecimiento para su población y sectores productivos. La disminución de lluvias, el aumento en la demanda agrícola y la baja en niveles de presas han llevado a una situación crítica.

Las presas La Amistad, en Coahuila, y Falcón, de Tamaulipas, son los embalses binacionales que tradicionalmente utiliza México para pagar la deuda de agua a Estados Unidos.

Los gobiernos estatales y municipales de Coahuila, Chihuahua y Tamaulipas han alzado la voz frente al plan propuesto por la presidenta Claudia Sheinbaum para cumplir con el Tratado Internacional de Aguas de 1944 entre México y Estados Unidos, advirtiendo sobre los riesgos para el abasto de agua en comunidades fronterizas mexicanas.

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El anuncio de Sheinbaum se dio hace días, luego de que el expresidente Donald Trump amenazara con sanciones arancelarias debido al incumplimiento mexicano del acuerdo bilateral. La mandataria informó que ya existen mesas de trabajo con la administración estadounidense para garantizar la entrega de un volumen significativo de agua a los agricultores de Texas, sin comprometer —según dijo— el suministro nacional.

Sin embargo, la realidad en territorio mexicano ha encendido las alarmas. El alcalde de Ciudad Acuña, Emilio de Hoyos, expresó su preocupación por el aumento drástico en la extracción de agua de la presa La Amistad, que pasó de 18 a 120 metros cúbicos por segundo, a pesar de que el embalse se encuentra apenas al 12.7 por ciento de su capacidad, uno de los niveles más bajos en su historia. Esta situación, advirtió, pone en riesgo el abasto para consumo humano en la región.

Por su parte, el gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez Salinas, fue enfático al exigir que se anteponga el derecho al agua de los mexicanos sobre cualquier compromiso internacional. El mandatario estatal denunció que ni su gobierno ni los ayuntamientos de la región fueron consultados respecto a la extracción de agua de La Amistad.

“Lo más importante es que la gente tenga agua. No hay nada más prioritario que el consumo humano para la población de Acuña, de Piedras Negras y de los municipios cercanos. Son urgentes las mesas de trabajo donde se escuche a los estados afectados, para evitar una operación que ponga en riesgo el agua de nuestra gente”, afirmó este lunes el gobernador.

Ante este escenario, los gobiernos estatales del norte del País han insistido en la urgencia de replantear el cumplimiento del tratado, garantizando antes que nada el acceso al agua de las comunidades mexicanas, sobre todo en regiones que ya enfrentan sequías severas y una crisis hídrica sin precedentes.

El vecino país del norte ha puesto sobre la mesa la posibilidad de sanciones comerciales si México no resuelve su incumplimiento, lo que podría impactar negativamente a sectores clave como la agroindustria, manufactura y comercio transfronterizo.

Ante la creciente presión, México acordó con EUA una serie de medidas para afrontar el déficit:

●Transferencia inmediata de agua desde embalses internacionales.

●Incremento en los volúmenes aportados por seis afluentes del río Bravo.

●Elaboración de un plan hídrico conjunto para el próximo quinquenio.

●Establecimiento de un mecanismo de consultas anuales de alto nivel.

En este contexto de escasez y presión internacional, surgen iniciativas transformadoras como Water Positive, que promueven una gestión regenerativa del agua. Basadas en el enfoque Volumetric Water Benefit (VWB) —una métrica internacionalmente reconocida—, estas acciones permiten cuantificar el volumen de agua recuperado, tratado o devuelto al entorno.

Entre las soluciones impulsadas por Pura se encuentran:

>Agricultura regenerativa con agua purificada: En regiones como La Pampa (Argentina) y Quintana Roo (México) se instalan sistemas modulares de ósmosis inversa y adsorción nanotecnológica que transforman aguas salobres o residuales en agua de riego de alta calidad.

>Desalinización inteligente: Aplicada en comunidades costeras y zonas turísticas áridas, esta tecnología ofrece agua segura sin botellas plásticas ni presión sobre acuíferos.

>Recarga activa de acuíferos: Mediante tratamiento avanzado de aguas residuales e infiltración controlada, se restaura el equilibrio hídrico en zonas de sobreexplotación, registrando beneficios permanentes en la contabilidad hídrica territorial.

“Cada litro tratado, regenerado o devuelto cuenta. Pasar de una visión extractiva a una regenerativa del agua no solo alivia deudas como la que hoy nos compromete con Estados Unidos, sino que fortalece nuestra soberanía hídrica y resiliencia futura”, concluye Barrionuevo.

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