‘El hombre de Bilbao’: descubren en Viesca esqueleto humano con hasta mil años de antigüedad

Coahuila
/ 4 julio 2024

Por aviso de turistas, fiscalía de desaparecidos de Coahuila descubre restos óseos y los entrega al INAH para su estudio

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) presentó a “El hombre de Bilbao”, un esqueleto humano de un individuó que caminó por lo que hoy es el desierto coahuilense entre 700 y mil años atrás.

El hallazgo del esqueleto a orillas de la antigua laguna de Viesca llevó a descubrir un nuevo sitio arqueológico de antiguos cazadores-recolectores, dio a conocer Diego Prieto, director general del INAH.

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Este miércoles en el Museo Regional de La Laguna, se llevó a cabo la entrega simbólica del esqueleto prehispánico, que fue bautizado como “El hombre de Bilbao”, por parte de la Fiscalía de Personas Desaparecidas de Coahuila al INAH.

Prieto destacó que el hallazgo es un acontecimiento vital para el estudio de las poblaciones de norte de México. Por su parte, Axel Baños, director de Antropología Física del INAH, dijo que es un hallazgo aislado y espectacular, pues el interior de las dunas es un material que regularmente maltrata a los materiales óseos.

“Estos descubrimientos nos permiten generar una gran cantidad de conocimiento sobre quiénes eran nuestros ancestros, cómo vivían, qué salud tenían, de qué se alimentaban, qué actividades físicas realizaban o a qué edad morían, entre otros aspectos”.

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La osamenta fue rescatada por la fiscalía especializada meses atrás, tras un aviso de turistas que los vieron en las dunas de Bilbao, donde la movilidad de la arena debió sepultarlos por siglos, hasta que el desplazamiento de cuatrimotos los volvió a sacar a la superficie.

Las características de los restos óseos y la presencia de material arqueológico hicieron sospechar al antropólogo físico Erik Morgan Medina y al arqueólogo Miguel Vargas, de la fiscalía mencionada, que se trataría de un ser humano prehispánico. De inmediato se dio aviso al INAH, para que hiciera el peritaje correspondiente.

Yuri de la Rosa, del Centro INAH Coahuila, inspeccionó el área del hallazgo y se descubrió un paraje en el contexto de dunas altas, aproximadamente 10 metros de diámetro, lleno de materiales arqueológicos, donde se halló el resto del esqueleto que fue bautizado como “El hombre de Bilbao”.

También se hallaron huesos de animales y material lítico, herramientas completas y en proceso de elaboración, además del desecho que resulta de cortar la roca, por lo que se identificaron procesos de elaboración, con lo que concluyeron que se trataba de un campamento estacional de artefactos líticos.

Los huesos se encontraron fragmentados, pero representan todas las partes del esqueleto humano. Según los primeros estudios, corresponden a un joven de entre 20 y 30 años de edad al momento de morir, que debió tener una vida nómada físicamente azarosa.

El esqueleto estaba asociado a diversos materiales: un collar de conchas marinas, probablemente del Pacífico; una hoja de pedernal blanco, perteneciente a un cuchillo enmangado, característico de los cazadores-recolectores nómadas que habitaron la región desde el poblamiento de América hasta el siglo XVIII; una punta de proyectil y restos de animales.

Por los materiales líticos asociados, la posible filiación étnica de “El hombre de Bilbao” correspondería a las Culturas del Desierto, cuya antigüedad oscila entre 700 y 1000 años a.p., relacionado con la tradición cultural Candelaria.

Al respecto, el arqueólogo explica que “las características de este tipo de lítica son similares a las de la localizada en la Cueva de la Candelaria, importante sitio explorado en la década de 1950, ubicado a 60 o 70 kilómetros de distancia, por lo que las primeras hipótesis apuntan a un horizonte cronológico cercano, de alrededor de 1000 años a.p., en el periodo Clásico Temprano. Es decir que se trata de la misma área cultural”.

OTROS HALLAZGOS

También, se hallaron fragmentos de cerámica y modelados de arcilla comunes en la región Lagunera, reconocida por diversas investigaciones y crónicas del siglo XVI como una zona de contacto e intercambio comercial de las culturas cazadoras-recolectoras con las de la sierra, las costeras y las que transitaban de Mesoamérica hacia Aridoamérica, explica De la Rosa Gutiérrez.

El investigador refiere que es un contexto arqueológico particular: “No fue un sitio para enterrar muertos ni tampoco hay una sola evidencia de que el cuerpo haya sido preparado, lo que lleva a pensar que el individuo estaba en su campamento cazando o pescando y algo le pasó o estaba enfermo”. Detalla que los lugares de enterramiento usuales de esas culturas eran las cuevas profundas y abrigos rocosos, donde se han encontrado contextos mortuorios.

El sitio fue georreferenciado y se realizó levantamiento a través de sistemas de información geográfica. Los materiales son custodiados por el INAH, en el Museo Regional de La Laguna, donde continuarán siendo analizados.

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