En memoria de Don Santana Armando Guadiana Tijerina
Hoy, 2 de marzo de 2025, Don Santana Armando Guadiana Tijerina habría cumplido 79 años. Esposo de María Guadalupe Mandujano y padre de Cecilia y Armando Guadiana Mandujano, partió de este mundo el 26 de diciembre de 2023, hace un año, dos meses y cuatro días.
Su despedida tuvo lugar en la Huerta Manzanares, en Arteaga, Coahuila, un paraje donde el imponente Cerro de la Viga fue testigo silencioso de su último descanso.
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En este sitio especial, su esposa e hijos mandaron construir una cruz que hoy se erige como un monumento en su memoria. Diseñada por la arquitecta Carmen Salas, amiga de Lupita, la estructura de 14 metros de altura, iluminada y de un blanco puro, es visible desde la entrada a la propiedad. Más que un símbolo, es una joya para su familia, un faro que honra su legado.
Durante la ceremonia, el sermón del sacerdote resonó con una verdad simple pero profunda: “La gente de buen corazón hace y habla cosas buenas; la que tiene mal corazón, en cambio, obra y habla en consecuencia.” Palabras que bien podrían describir la esencia de Don Armando, un hombre que vivió con rectitud y convicción.
Su hija, Cecilia, entre lágrimas y orgullo, lo recordó con cariño, agradeciéndole por enseñarle que la determinación y la valentía son esenciales para hacer el bien, siempre.
Nacido el 2 de marzo de 1946, Don Armando dejó huella en quienes lo conocieron. Personalmente, lo recuerdo con afecto, pues de él aprendí que las acciones de una persona deben estar alineadas con sus palabras. En una cena que compartimos, me dijo algo que quedó grabado en mi memoria:
“No puede uno ir por la vida diciendo que hará esto o aquello, o señalando lo que está mal y luego hacerlo. Hay que ser congruente”.
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Su hijo, Armando, también lo recuerda con admiración. Habla de su padre como un hombre que marcó caminos, que dejó huellas firmes, de esas que no se borran con el tiempo.
Desde lejos, la cruz brilla en la distancia, un reflejo de la presencia que nunca se apaga. Desde cerca, se siente su significado, el peso de su historia, la fortaleza de su recuerdo. Y aquí, en este rincón de montañas y cielo abierto, entre la paz y el amor que lo envuelven, su memoria sigue de pie. No solo en el monumento que lo honra, sino en las vidas que tocó, en los corazones que aún laten con su enseñanza.
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