Escuelas, ‘fábricas de obesidad y enfermedades’: Estudio del programa Mi Escuela Saludable
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El programa Mi Escuela Saludable, desarrollado por El Poder del Consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia en México, reveló que la comida chatarra que venden en las escuelas contiene colorantes asociados a la hiperactividad y déficit de atención, lo que afecta el aprendizaje, y aditivos relacionados con sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión e hígado graso, entre otras enfermedades.
La chatarra que consumen en un año, puede llevar a aumentar hasta 7 kilogramos de peso en ese lapso, más allá del crecimiento normal. Por ello, define a los planteles como “Escuelas ultraprocesadas: fábricas de obesidad, enfermedades y deterioro ambiental”.
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Desde 2014, a nivel federal se prohibió vender en los planteles refrescos, jugos y néctares envasados, refrescos light, leche de sabor con azúcares añadidos, botanas saladas, galletas, pastelillos, dulces, postres y yogurt con azúcar.
Lo que está autorizado, son las frutas, verduras, cereales integrales, amaranto, avena, oleaginosas, pepitas, nueces, cacahuates, leguminosas secas, lentejas y habas, por ejemplo, y agua gratuita.
El reporte, basado en un estudio realizado en 9 mil 381 escuelas del país durante el ciclo 2022-2023, reveló que en el 98 por ciento vende comida chatarra; 93 por ciento bebidas azucaradas (en 2013, era el 80 por ciento); 76 por ciento, refrescos; 75 por ciento tiene venta externa de comida chatarra; 22 por ciento tiene bebederos o dispensadores de agua; 20 por ciento vende frutas y verduras; 10 por ciento ofrece cereales integrales y semillas.
También informa que, por día, cada alumno consume 500 calorías provenientes de tan solo 3 productos ultraprocesados y por cada 100 calorías extras subirán 5 kilos de peso en un año. En el análisis nutrimental de los 20 productos más consumidos, identificaron hasta 15 colorantes diferentes vinculados a la hiperactividad y déficit de atención, colorantes que están prohibidos en otros países para su venta y consumo.
En los mismos 20 productos encontraron más de 60 aditivos como texturizantes y potenciadores del sabor relacionados con enfermedades metabólicas como diabetes, hipertensión, hígado graso, aumento de triglicéridos y de colesterol. Además, los empaques tardarán hasta 450 años en degradarse.
También han encontrado que hay acuerdos entre las escuelas, refresqueras y la industria de la chatarra para vender sus productos en el interior, que a veces comercializan los mismos maestros y directores.
Mi Escuela Saludable, programa creado en 2015 para vigilar que los planteles cumplan con la ley, señala que las propias escuelas vulneran los derechos de los menores y el gobierno no obliga al cumplimiento de las disposiciones. Como resultado, los índices de sobrepeso y obesidad aumentan conforme el alumnado sube de grado educativo.
Para tener escuelas saludables, proponen que el gobierno entregue los recursos suficientes para el mantenimiento de las escuelas y no depender de cuotas cobradas a tienditas escolares; garantizar que las escuelas cuenten con acceso gratuito a agua potable; vigilar que se cumpla la prohibición de venta de productos chatarra dentro y fuera de las escuelas, y prohibir su publicidad afuera y dentro del plantel.
Asimismo, educar en el valor de los alimentos naturales y en el riesgo a la salud por consumir comida chatarra de bajo valor nutrimental y con altas cantidades de azúcar, sal, grasas saturadas y trans.