Leyendas de Coahuila | Ánimas infantiles ríen y cantan en el panteón de Ramos Arizpe
COMPARTIR
Aunque en el Panteón Municipal San Nicolás de Tolentino yacen restos de niñas y niños víctimas de tragedias, en el sitio puede escuchárseles con algarabía, ajenos al sufrimiento de otros tiempos
Aunque en el Panteón Municipal San Nicolás de Tolentino yacen restos de niñas y niños víctimas de tragedias, en el sitio puede escuchárseles con algarabía, ajenos al sufrimiento de otros tiempos...
La soledad del Panteón Municipal San Nicolás de Tolentino se puebla de ánimas inquietas que ríen y cantan, como si niñas y niños salieran a jugar antiguas rondas cuando reina la oscuridad de la noche en Ramos Arizpe.
Desde hace años personas que caminan de madrugada sobre la calle Hipólito Charles han escuchado vocecitas infantiles brotando del camposanto. No son lamentos, sufrimientos o rencores, sino risas y algarabía, pese a que en décadas pasadas niñas y niños que han sufrido muertes violentas fueron enterrados ahí.
Justamente en el extremo del panteón que limita con esa calle se encuentra una sección donde infantes yacen sepultados. Nadie sabe desde cuándo, porque aunque el panteón fue construido en 1870, ya había huesos humanos en esa parte de la entonces villa de Ramos Arizpe.
Incluso las personas que se encargaron de cuidar el cementerio encontraron cráneos pequeños cuando excavaban en pasillos, donde no había lápidas ni caminos de cemento.
Años después, como en la década de 1960, también fueron enterrados infantes que sufrieron tragedias que fueron conocidas por la comunidad ramosarizpense, como el pequeño que salió con su hermano y subió a un caballo que montaba un conocido de la familia.
El chico se puso atrás del jinete y se amarró un mecate a las piernas para no caerse, ambos pasearon hasta que el equino se asustó y corrió desbocado y arrastró al niño. Su carita quedó despedazada.
Te puede interesar | Leyendas de Coahuila: La compañera inesperada
Dos hermanitos también sufrieron una tragedia en una casa aledaña al camposanto: cuando su mamá salió al mandado, ellos empezaron a jugar con cerillos hasta que se descontroló el fuego. La mamá encontró a sus hijos asfixiados.
Cuando el camposanto fue construido a finales del siglo XIX, esa parte era la más alejada de la villa. Hoy se encuentra en el barrio conocido como La Loma y colinda con el bulevar Plan de Guadalupe, que divide en oriente y poniente la ciudad, una de las vialidades más transitadas, donde automovilistas han atropellado niñas y niños.
De noche las risas de pequeños inquietos corta el silencio del panteón más antiguo de Ramos Arizpe, San Nicolás de Tolentino, donde sus cuerpos descansan.
(Con información del profesor Raymundo de la Rosa Galván, coordinador del Archivo Municipal de Ramos Arizpe)