Maderas del Carmen, el paraíso que existe en Coahuila
Es un auténtico paraíso desértico donde la vida no tiene límites
En los límites que separan a México con Estados Unidos, Maderas del Carmen es el único rey. Aquí se encuentra el ecosistema más representativo del estado de Coahuila y el norte de México. Un lugar a donde igual llega el oso negro y sobrevive la musaraña del Carmen con el sol a cuestas. Es un auténtico paraíso desértico donde la vida no tiene límites.
Montañas que hablan
Maderas del Carmen cuenta con 208 hectáreas de extensión que rodean a la Sierra del Carmen. Este sitio se reparte de igual manera entre los municipios de Múzquiz, Villa Acuña y Ocampo. Se localiza al noreste de Coahuila y desde épocas antiguas, se ha convertido en el mayor santuario animal y vegetal de la región.
Llegar a este lugar no es sencillo. Es necesario cruzar grandes senderos y montañas elevadas que pueden medir hasta 3 mil metros sobre el nivel del mar. Maderas del Carmen forma también parte de una ecorregión que comprende grandes áreas en México y Estados Unidos como el Cañón de Santa Elena y Ocampo, el Monumento Natural Río Bravo, el Parque Nacional Big Bend, entre otros.
Caminando por sus desérticos caminos se pueden observar a lo lejos águilas reales y halcones peregrinos. Esta zona es también paso de diversas rutas migratorias, como la de la mariposa monarca, gracias a sus condiciones topográficas. Gracias a estas y muchas otras propiedades, la zona fue declarada como Área de Protección de Flora y Fauna en 1994 así como Reserva de la Biósfera en 2006 por parte de la UNESCO.
Maderas del Carmen es un lugar de maravillas y hermosos atractivos como el Cañón de Boquillas, la Cuesta de Malena, el Cañón del Diablo y el Bosque Maderas del Carmen. Gracias a estas extensas áreas y las extraordinarias formas de sus planicies, se pueden realizar diversas actividades. Entre las más populares se encuentra el ciclismo de montaña, excursionismo y campismo. También se pueden admirar las pinturas rupestres grabadas hace siglos por las comunidades precolombinas.
En este lugar la vida toma otro sentido. Se vuelve más ligera y llena de matices demostrando que hasta en el rincón más alejado de México, existe un paraíso.