Rolando, el saltillense que ama a los perros, ahora busca apoyo para alimentar a su manada
Tiene 63 años, una hernia inguinal que no lo deja trabajar y como única compañía sus canes. Con la mayoría duerme, con dos trabaja, a todos ama y sobreponiéndose a su orgullo pide por ellos apoyo
Se podría decir que don Rolando Arizpe Reyes ha sido rescatista desde siempre, porque desde siempre le han gustado los canes.
Pero al principio nomás dos, tres tenía.
Desde niño le apasionaban los animales, Rolando recuerda que llegó a tener en casa zorrillos, mapaches, un águila colorada, ardillas de esas... color café que se suben a los árboles.
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Ahorita pues, de plano se las ha visto duras para mantener a su manada de nueve perros de la calle.
La mala racha, dice, empezó desde la pandemia, cuando se vino la crisis y a don Rolando le empezó a ir mal.
Entonces comenzó a pedir apoyo a la comunidad para comprar croquetas porque pos... no había de dónde.
Antes no faltaba quien le regalara un bulto de alimento para los chuchos que él caritativamente recoge de las calles.
Lo cierto es que hasta en eso siempre ha sido muy independiente y no le cuadra que la gente le eche en cara los favores.
Rolado asegura que llegó a tener hasta 43 perros en su casa de la calle Río Nazas 1816-A, colonia González Cepeda, muy cerca del centro.
Ahora sólo tiene 10 de todos los sabores y colores, talla grande, la mayoría criollos, cruzaditos, trotamundos.
Don Rolando se dedica a la pepena de pet, cartón, latas de aluminio, metal y todo lo que se pueda vender, y ha tenido que destinar parte del dinero que saca de pepenar para alimenta a sus perros.
Ya no puede trabajar.
Aunque no falta un alma noble y animalista que le provea.
Antes buscaba alimento a su jauría en los restorancitos.
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Hoy ya hay varias carnicerías donde le regalan los pellejos de la barbacoa o al aserrín que les sobra.
Y en el comedor de la iglesia de San Judas Tadeo, donde Rolando acostumbra ir a a comer, las doñas le dan los cueros que le quitan al pollo y Rolando llegando a casa se los cuece con arroz a sus animales.
Pero no siempre dan comida.
Y él completa la dieta con las croquetas que sus amigos rescatistas le regalan o que él compra.
Don Rolado vive sólo, nunca se casó ni tuvo hijos, así es de que... los perros son su única compañía, él dice que son su familia y no simples mascotas, que sus perros se comportan como si fueran humanos.
Vaya que Rolando tiene suerte, pues ha conseguido con un tal licenciado Cornejo, que él conoce, lo haya presentado con un veterinario buen corazón que le patrocina vacunas y desparasitante para su manada.
Y es amigo de varias rescatistas que de vez en vez le donan croquetas.
Rolando cuenta que ha conseguido poner en adopción a muchos de sus parros con familias perreras que les gustan los perros.
Otros se le han muerto y entonces a Rolando le ha dado pa abajo.
Todos los días, hacia las 3:00 de la tarde sale a recorrer las calles de Saltillo para pepenar y no regresa a casa hasta pasada la media noche.
A veces lo acompaña “El Bodoque”, el perro negro, fornido, de raza incierta y con cara de pocos amigos; o “El Lobo”, una cruza de husky que Rolando siempre deseó tener.
“Princesa”, “Bella”, “Whisky”, “Kya” y “Brauny”, se quedan en casa a esperar la hora en que Rolando regrese.
Rolando tiene 63 años, está lastimado de la espalda y padece una hernia inguinal, que apenas y le deja arrastrar los pies, Rolado ya no puede caminar grandes distancias.
Él realmente no se había atrevido a pedir ayuda pero pos...
La gente dice que pasa necesidad.
Como quiera ha habido personas que se han ofrecido a ayudarlo y Rolando acepta la ayuda de buen grado.
Como quiera Rolando no se da por vencido y ha encontrado en sus chuchos el aliciente para luchar, seguir viviendo...