Rubén Zertuche, un artista de la luz
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Cierta vez la fotógrafa Sally Mann dijo: “Las fotografías abren puertas al pasado, pero también permiten echar un vistazo al futuro”. Mucha verdad hay en esa aseveración, dedicaremos estas líneas al mejor hacedor de imágenes del siglo XIX que existió en Saltillo, el cual dejó un invaluable legado.
DE PINTORES Y RETRATISTAS A EXPERTOS FOTÓGRAFOS
El invento de la fotografía permitió acelerar los procesos al capturar imágenes sobre placas de cobre, fierro y posteriormente en papel. Varios pintores fueron los que abandonaron pinturas, pinceles y lienzo, para emigrar a la fotografía, puesto que permitía ahorrar tiempo, obtener mayores ganancias y teóricamente con menores esfuerzos.
A partir de la mitad de la década de los años de 1860, el francés André Adolphe Eugène Disdéri, instaló en el número 8 del bulevar Des Italiens, en la ciudad de París, un estudio que se convirtió en poco tiempo en el más grande e importante de la Ciudad Luz. Por haber modificado y patentado una cámara con múltiples objetivos, se volvió millonario.
A la cámara en lugar de una sola lente, la dotó de varias, de tal manera que en la misma placa se obtenían seis, ocho y hasta 12 fotografías de nueve por seis centímetros. Al invento lo llamó Cartes de Visite, (tarjeta de visita). Las pequeñas fotografías de inmediato desplazaron al daguerrotipo y al ferrotipo.
TODA UNA NOVEDAD
El nuevo sistema de múltiples fotografías sobre papel lograba que el retratado pudiera aparecer en diversas poses. Los objetivos eran bloqueados uno a uno al momento de la toma, o bien se obtenían las mismas imágenes sin bloquear ninguno de los objetivos.
Las pequeñas fotografías, una vez reveladas, se cortaban y se montaban sobre un soporte de cartón con los bordes resaltados.
Cuando las Cartes de Visite llegaron a México, se convirtieron en un éxito. Este producto redujo el tamaño de los retratos, también echó abajo significativamente los costos, de igual manera permitió la incorporación de muchas personas en el negocio de la fotografía, ya que era más rentable y mucho más fácil que la pintura. Por consiguiente, las tarjetas de visita se popularizaron y llegaron a un mayor número de personas de la decimonónica sociedad mexicana.
TECNOLOGÍA QUE DABA VARIEDAD
Los fotógrafos adoptaron en cierto sentido la escuela de los grandes maestros de la pintura al imitar la composición de las escenas y posturas de personajes. La escenografía se dotó de lienzos pintados, mobiliario, vestuarios, estos elementos fueron importantes para ambientar los retratos. La experiencia de posar para obtener un retrato en muchísimo menor tiempo, constituyó en sí en un acontecimiento similar al posar para un pintor.
Los fotógrafos de antaño requerían de muchas destrezas, tener conocimientos de química, además de una visión para tomar el instante justo para satisfacer a los clientes más exigentes; conocer el manejo de la luz, tomar el tiempo exacto para la correcta exposición, poseer un sentido del espacio, gusto para la decoración de las diferentes escenografías y sobre todo tener una sensibilidad y apreciar lo que otros no podían ver.
El APRENDIZAJE
La enseñanza de la fotografía fue a través de la transmisión de conocimientos, de maestro a aprendiz. Al trabajar para un fotógrafo experimentado, el aprendiz obtenía los conocimientos necesarios para luego trabajar por su cuenta.
Otra opción era echar mano de los manuales que se editaban en idioma español por las diferentes casas productoras de cámaras, placas y demás artículos fotográficos, como la E & H. T. Anthony & Co. de la ciudad de Nueva York, quien distribuía sus productos a través de una sucursal instalada en la ciudad de Galveston, Texas, tienda que mandaba sus productos a través del ferrocarril desde el año de 1885 a cualquier parte por donde transitaba el Ferrocarril Central Mexicano.
DISTINCIÓN SOCIAL
El retrato fotográfico se convirtió para las clases pudientes de la sociedad mexicana, en un elemento que permitió acercar las clases acomodadas entre sí y distanciarse de las populares e indígenas de nuestro país. El retrato fue para la clase alta una carta de presentación para el fotografiado.
EL ARTISTA DE LA CIUDAD
Rubén Zertuche González nació en Nadadores, Coahuila en 1857. Hijo de Andrés Zertuche y Perpetua Gonzalez. Los Zertuche, una vieja familia de origen saltillense, se trasladó al centro del estado en busca de mejores oportunidades.
Poco antes de 1880 abrió su estudio fotográfico un local en la calle de Hidalgo 114, frente al Casino de Saltillo, por años fue el fotógrafo predilecto por la calidad de sus retratos
ZERTUCHE, INVENTOR
El 23 de febrero de 1886 tramitó ante la Secretaría de Fomento un invento de su autoría, solicitó la concesión y privilegio exclusivo por 10 años por un procedimiento para el retoque de negativos fotográficos, en mayo del mismo año recibió el derecho de la patente por parte del gobierno federal.
RECONOCIMIENTO EN EL EXTERIOR
En 1889 Zertuche participó con un portafolio de fotografías suyas en la Exposición Universal de París, sus trabajos fueron galardonados con una medalla y gran mención honorífica. Justo al principio del siglo XX también participó en la Exposición Internacional de San Antonio y Dallas, Texas, donde obtuvo un segundo lugar por sus fotografías participantes. Fue un sensible e incansable viajero, el acreditado fotógrafo realizó varios viajes a la ciudad de Nueva York. De regreso a la ciudad de unos de los viajes de la Gran Manzana, trajo consigo nuevas técnicas y materiales, su vasta experiencia se tradujo en trabajos de mejor calidad.
En 1914, Zertuche de 57 años, muestra su fisonomía en una declaración migratoria, describe el documento: 1.62 metros de estatura, de complexión mediana, pelo gris, ojos cafés. Zertuche dejó la ciudad para trasladarse nuevamente a Nueva York, después de esa fecha no se volvieron a tener noticias, ni fotografías de él. Nunca contrajo matrimonio Y en cierto momento regresó, murió en Saltillo en el año de 1938, cuando tenía 81 años.
saltillo1900@gmail.com