Saltillo, ¿conservadora pero a la vez amable? Conoce lo que opina nuestra comunidad en Facebook
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Frente al espectro migratorio que crece cada vez más en la ciudad, es muy probable que el tinte cosmopolita borre ciertos rasgos de nuestro comportamiento, y éste se convierta en algo más genérico, y no tan peculiar
Saltillo es una ciudad que, según los forasteros y migrantes, tiene una cultura conservadora y cerrada. A pesar de estas críticas, la cantidad de personas que se mudan a la capital de Coahuila no solo no ha disminuido, sino que ha aumentado.
En este contexto, VANGUARDIA cuestionó a nuestros seguidores en Facebook sobre qué opinaban de Saltillo y sus habitantes desde la perspectiva de un forastero, y aquí están algunas de las respuestas:
Lilia Rabiela dijo que es la mejor ciudad para vivir y la gente es muy amable.
Nah Castillo, por su parte, destaca la arquitectura y los lugares culturales de la ciudad, además de que sus habitantes son mayormente “buena onda”.
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Malu Cázares escribió: “La gente super amable y saludadora, y que decir de la cultura vial, excelente los amo, amo Saltillo”, expresó, aunque luego aclaró que solo estaba siendo sarcástica...
Otros como Kafir Eduardo mencionan la existencia de personas engreídas y con bajo nivel cultural en colonias de clase media y alta. Por otro lado, Genaro Alonso Escobar lamenta que haya personas que critiquen a Saltillo y su gente cuando se les brindan oportunidades.
Carlos Fernando Alvarado admite que los saltillenses pueden ser hostiles y cerrados, pero justifica que es algo cultural debido a la historia de la ciudad y el cuidado de sus bienes. Para Javier Galindres, es importante adaptarse y respetar la cultura de otras regiones, mientras que Rosal De Rivera reconoce la riqueza cultural y ancestral de la ciudad.
Algunos como Leonardo Garza Alonzo y Hadassa González hablan de una población reservada y fría en un principio, pero que con el tiempo han encontrado seres humanos valiosos y cálidos que hoy en día les honran con su amistad.
Patricia Lara Charles se siente frustrada con la falta de atención del alcalde a las calles y banquetas del centro de la ciudad.
Por su parte, Susanna Luz Castillo se molesta por las críticas que reciben los saltillenses de personas de otras ciudades que vienen a trabajar y a disfrutar de las oportunidades que ofrece Saltillo.
Bernardo Pérez comentó que la gente en Saltillo era extraña, especialmente en lo que se refería a saludar, y que los foráneos que venían a la ciudad se volvían difíciles de tratar. Pero pensaba que esto era “algo que la ciudad les causaba”.
Uriel Vega, por su parte, tiene una opinión muy diferente. Nacido en Querétaro, había vivido en Torreón antes de trasladarse a Saltillo por el negocio de su padre. A Uriel le gusta Saltillo, le paree que la gente es amable y dice haber conocido a muchas personas maravillosas, además que ha aprendido a cocinar la comida típica de la ciudad y se siente muy agradecido por haber sido aceptado por la familia de su novia.
Pensaba que la mayoría de las personas que eran groseras y cerradas ni siquiera eran de Saltillo, sino de otras ciudades o comunidades rurales. Uriel se considera un saltillense más y dice amar la ciudad.
Cruzdelia Bribiesca piensa que la mayoría de la gente es honesta, amable y protectora de su familia. Pero al mismo tiempo, son personas cerradas y desconfiadas y muy orgullosas.
Finalmente, Jahaziel Flores describió a Saltillo como una civilización empapada de valores y educación, con una vialidad envidiable a nivel global, que les permitía trasladarse de un punto a otro con fluidez y eficiencia. Según Jahaziel, Saltillo está a la vanguardia en la vida del futuro, y es un “territorio complejo de producción e innovación de recursos básicos necesarios para la humanidad”.
En resumen, Saltillo es una ciudad con una cultura y gente peculiar, donde la mayoría coincide en que hay mucho que valorar y respetar.
¿QUÉ HAY DETRÁS DEL COMPORTAMIENTO DE LOS SALTILLENSES?
El historiador Javier Villarreal Lozano, en una de sus investigaciones titulada “Los ojos ajenos: viajeros en Saltillo (1603-1910)”, narra cuáles eran las características descriptivas de Saltillo, señaladas en las letras que escribían los migrantes y turistas durante su visita a la ciudad.
Así era como desde el viejo Continente las familias lograron imaginarse a esta tierra norteña con todo y su humor, las costumbres, la infraestructura, el color, las tallas de quienes aquí vivieron e incluso el poder que veían en la ciudad a partir de que se asentó el Gobierno del Estado y la Iglesia.
“Los indios tlaxcaltecas son los que toman las cosas con más calma”, escribió un anónimo.
“Tiene alrededor de 11 mil habitentes. Es una población limpia, bien pavimentada y bien surtida de agua”, escribió George Wurtz en 1846.
Villarreal Lozano, dijo en su texto, que uno de los aspectos a los cuales se debe la cerrazón de los saltillenses, se debe a que durante el boom del porfiriato, la ciudad se quedó rezagada a comparación de otras aledañas. “El tren trajo a finales del siglo 19 una movilidad muy considerable. Pero fue justo en ese momento cuando se dio el boom del algodón en La Laguna, al igual que en la Región Carbonífera, donde se internó un mayor número de migrantes. Saltillo era una ciudad de mediano pasar”, argumenta.
¿LA ALTURA?
Sin embargo, para el historiador el referente más importante en el comportamiento “cerrado”, que al que en Saltillo, se ve en muchas otras partes del mundo, sólo se debe a una primordialidad: la altura geográfica.
“Saltillo se encuentra en la última corniza de la mesa central, y pertenece al altiplano a mil 600 metros de altura sobre el nivel del mar”, explica el historiador.
“La altura conlleva al clima y en realidad nosotros somos montañosos. Como en las partes altas de Estados Unidos donde la gente es más reservada. Eso crea en cualquier parte del mundo, una especie de cerrazón”, dice.
Sin embargo, el historiador comparte que frente al espectro migratorio que crece cada vez más en la ciudad, es muy probable que el tinte cosmopolita borre ciertos rasgos de nuestro comportamiento, y éste se convierta en algo más genérico, y no tan peculiar.