Saltillo: ella es Antonia, la abuela florista que se viralizó cultivando el amor
La adversidad en su matrimonio la hizo florecer y tener a sus casi 80 años de edad, una inspiradora historia de lucha para sacar adelante a su familia
En los límites del primer cuadro de la ciudad, al sur poniente de Saltillo, donde se cruzan la “bajada” de San Lorenzo y la calle Carlos Salazar, cada tercer día de la semana, Antonia Ramírez Cantú hace de esa esquina un medio de subsistencia.
Desde hace casi un año, sale de su domicilio en la colonia Providencia, ubicada al sur de la ciudad, y recorre a paso lento la prolongación Emilio Carranza hacia el norte cargando dos tinas con poca agua y flores, principalmente rosas y crisantemos que vende a 15 pesos cada una.
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“Vendo flores. Voy a cumplir un año que vendo así, caminando, pero como ya me canso, pues me siento”, afirmó la abuela de 78 años de edad, quien sin importar las condiciones climáticas no deja de contribuir económicamente en su hogar.
Antonia es conocida ya en el barrio, pues cruza una colonia hasta llegar a su punto de venta. Los vecinos y quien transita a diario a pie o en auto la identifican y saludan. Algunas personas se detienen no solo a comprar flores, si no también a compartir una charla con ella y preguntarle como se encuentra.
Cuando tiene un poco más de fuerza, carga sábilas, lenguas de suegra, mala madre, bugambilia y otras plantas de ornato que ella misma cultiva. “La sábila es muy vendida”, dice mientras se acerca a atender a un cliente que detuvo su auto para comprarle rosas.
“Dios lo bendiga”, le dice al cliente, mientras guarda en su delantal la venta por dos rosas rojas. Lento, regresa a una jardinera de ladrillo que le sirve de banca mientras llegan más compradores.
Las inclemencias del tiempo no son obstáculo para la abuela, quien tiene resuelto ese tema. El arco de una cochera es su refugio de la lluvia. La sombra de los árboles la cubren del sol. Se lleva una botella de agua por si tiene sed, y la espera de las ventas transcurre mientras siente el aire, escucha las campanas del templo de San José y observa el paso de los autos.
“El negocio está bien, despasito, pero sí se mueve”, comentó. “Las macetitas casi no las quieren las señoras, quieren más bien las rosas”, contó la abuela, quien padece un leve grado de sordera.
Antonia vende flores para “darle la mano” a su hijo de 45 años, con quien vive, “con la pagadera de la comida y los gastos”, dice sonriendo. Es el más joven de sus tres hijos y trabaja en una empresa como operario.
“Yo le ayudo, por eso me recojo temprano, porque entra en la mañana y ya para las 6:00-7:00 ya viene, tiene uno que tenerle un taco para cuando llegue”. Antonia es una mujer viuda desde hace 45 años, un padecimiento cardiaco le arrebató la vida a su esposo cuando tenía 38 años de edad.
Él estaba encargado del aseo de una escuela ubicada cerca de su domicilio, era conserje. “Estaba chico mi esposo, estaba pues joven cuando murió y me quedé viuda”. Antonia se hizo cargo sola de sus hijos. “Pues me anduve así trabajando, como estaba joven me ocupaban en la limpieza”.
Así sacó adelante a sus hijos, quienes la han hecho abuela de seis nietos y bisabuela, pues relató que tiene “solo un bisnieto”. Antonia no tiene quejas de la vida, asegura que así le tocó y agradece que hoy a sus casi 80 años de edad está tranquila con ella.
Cenar frijolitos, huevo y salsa es la recompensa diaria de sus horas de trabajo, ella no depende de nadie. Se siente fuerte, consciente y se alegra de vender flores que van a hacer felices a otras personas.
Una usuaria de la red social Facebook tomó una foto de Antonia al anochecer de la semana pasada y pidió a los internautas ayudarla comprándole flores. Antonia desconocía que su imagen circula en las redes sociales, pero está contenta de ello, pues sabe que tendrá mejores ventas.
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