Saltillo: ¿Qué anhela un niño que espera la Navidad entre pinos de madera y esferas recicladas?

Atravesar por una difícil situación económica y desamparo, les ha llevado a olvidar el significado de la Navidad
SALTILLO, COAH.- El pequeño Axel de 5 años, quiere una torre de tazos y una “excavadora” para construir su casa en la colonia Cerritos de la Cruz esta Navidad, donde la “plaza” en la que juega con sus amigos a las escondidas es un predio de tierra y matorrales.
Juegan a los piratas o los policías, ninguno de ellos tiene bicicleta ni balones, pero juegan fucho con una botella de plástico y dos piedras como portería.
Jesús, rueda un camión de plástico sin una llanta en el patio de su abuela y aunque siempre había querido tener un balón para Navidad, recibirá un par de cambios semi nuevos, pues el salario de su madre sólo alcanza para lo indispensable.
Mizael ha pasado 2 años anhelando que una bicicleta y aunque se porta bien todo el año, pero nunca ve el resultado de su obediencia en el pino porque la llegada de su hermano menor ha hecho que las atenciones y gastos se enfoquen en él.
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Estrella quiere unos blocks y sacos de arena como regalo de Navidad, porque le gustaría tener una casa de paredes que no se derrumben con las lluvias, y si le sobra algo a Santa también unas botitas para el frío, dice la pequeña de 11 años.
Su vecino Osiel, pediría unos carritos y croquetas para el “tacho”, un perro con sarna que abraza con ternura y alimenta con las tortillas duras que sobran de su casa.

Las cartas para Santa Claus que escriben en la imaginaria los niños que habitan las casitas de cartón y lamina en la periferia están llenas de deseos, de anhelos y de ilusiones.
Es su temporada favorita porque come tamales y ensalada, además tiene más tiempo de jugar con sus amigos, sus padres no están enojados, sino felices y truenan cuetes en Noche Buena.
Esta Navidad esperan con ansias su regalo porque aseguran que se ha portado bien todo el año y no ha hecho travesuras. Bueno poquitas, dicen y se ríen.
Mientras que decenas de personas abarrotan los centros comerciales en la ciudad para comprar obsequios y preparan cenas de tres tiempos, las fechas decembrinas pasan desapercibidas en algunas de las zonas conurbadas de Saltillo.

No hay luces, pinos o adornos que anuncien la Navidad, este gris paisaje permanece igual al resto del año. Para estos colonos de asentamiento irregular, no hay nada que celebrar.
Pues sus habitantes, en la mayoría adultos mayores, ni siquiera recuerdan si es hoy o mañana la noche en que en algún momento de sus vidas recibieron algún obsequio y comieron golosinas.
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La difícil situación económica por la que atraviesan y el abandono de los suyos, los ha llevado a olvidar el significado de la Navidad.
Y aunque unos cuantos tiene presente la fecha, un atole con tamales es suficiente para destacar la noche del resto, en la que ni siquiera hay cena.
En medio de las carencias y la pobreza extrema, la celebración se encabeza por un rosario con plegarias de abundancia, trabajo y salud para el próximo año, la compañía de sus familiares más cercanos y alguna caguama que puedan disfrutar entre dos o tres.
Los pocos niños que habitan estas colonias reciben una bolsita de dulces como regalo y si sus padres se esforzaron mucho durante los últimos meses reciben algún juguete de plástico o muñeca seminueva, e incluso degustan una deliciosa discada, platillo que sólo ven en su casa durante estas fechas.

Terminado el rosario y la botella, apagan en anafre que les dio calor durante la noche y regresan a sus tejabanes agradeciendo a la vida por estar reunidos una Navidad más.
Son pocos los hogares construidos con tarimas y suelos de tierra donde visten sus tejabanes con esferas y adornos hechos con material reciclado.
Niños y niñas buscan cómo adornar su alrededor para recibir al viejo panzón que trae regalos, usan maderas para hacer pinos, buscan entre la basura ornamentos navideños en desuso que colocan en sus salas o vallas que rodena su tejaban.
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Nayeli y Eduardo cuelgan esferas que hace tiempo recibieron en una donación, buscan artículos que puedan usar como adornos y cuelgan en pequeños pinos poco frondosos adornos de todo tipo sin importar que los colores no combinen.
“Queremos poner adornos también enfrente, para que no se vea triste”, dice Nayeli de 14 años, quien lidera a los niños en la colonia Franja de Zaragoza y busca cómo solucionar que todos a su alrededor lleven el espíritu navideño a sus casas.

“Pues buscamos adornos o los inventamos, con reciclado, con cosas que nos encontramos o a veces que nos trae mi mamá”, comentó la adolescente, a quien le gustaría vestir ropa y zapatos nuevos como regalo de Navidad.
Algunas familias como Marisol Ruiz sí montan un árbol de navidad y el “nacimiento” a un costado, todo en miniatura, las figuras religiosas, los pastores y ovejas. Algunos resquebrajados por los años y otros por las travesuras de sus hijos.
“Este es el modo en que se empiezan a aplacar para recibir regalos, para que el Nino Dios se porté bien”, comentó la madre, quien desea que sus hijos conserven estas tradiciones pues más que montar un árbol es preservar la esperanza de un mejor mañana.