Cebollitas y bengalas en Saltillo: ¿Un fuego artificial en la sombra de la ley?

A pesar de estar compuestos por pólvora, material utilizado en la fabricación de explosivos, las cebollitas y bengalas se encuentran en una zona gris en cuanto a su regulación. La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), encargada del control de explosivos, ha señalado que su regulación es competencia de las autoridades civiles. Sin embargo, estas últimas parecen adoptar una postura ambigua, permitiendo su venta en ciertos lugares de Saltillo y bajo determinadas condiciones.

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¿SON O NO PIROTECNIA?

La Secretaría de la Defensa Nacional ha señalado que, aunque estos productos están hechos a base de pólvora, su regulación depende de las autoridades civiles. “Si se consideran porque son hechos a base de pólvora. Eso de la venta es competencia de las autoridades civiles”, comentó un vocero de la institución.

Por su parte, Juan Francisco Martínez, comisionado de Protección Civil, explicó que estos productos no están permitidos, pero son clasificados como de bajo riesgo. “No están permitidos, aunque son consideradas de bajo riesgo”, precisó Martínez.

VENTA TOLERADA EN CRUCEROS

A pesar de que su comercialización no cuenta con un permiso explícito, su venta es tolerada en cruceros y puntos concurridos de la ciudad. Esto se debe, en parte, a que las autoridades enfocan sus esfuerzos en combatir la distribución de explosivos más peligrosos. Sin embargo, especialistas en seguridad advierten que incluso los productos de bajo riesgo pueden generar accidentes, especialmente en manos de niños o personas sin experiencia. Además, su uso indiscriminado puede provocar daños ambientales y estrés en las mascotas.

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Mientras las autoridades civiles y militares mantienen esta ambigüedad en la regulación, la responsabilidad recae en la ciudadanía. Comprar y usar estos productos implica evaluar los riesgos y garantizar su uso adecuado para evitar tragedias.

Con el aumento de las denuncias por daños causados por pirotecnia, el debate sobre la venta de cebollitas y bengalas está lejos de concluir. La pregunta sigue en el aire: ¿deberían las autoridades endurecer las medidas o la tolerancia hacia estos productos refleja un justo equilibrio?