Cenotafios de la carretera
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Hechas para facilitar la movilidad, las vías terrestres son constantemente el desenlace de vidas
TEXTO: MAYRA FRANCO
FOTOS: MAYRA FRANCO y OMAR SAUCEDO
Hay temporadas como ésta, en las que las palabras tristeza y despedida son mis referentes. Yo no nací con el objetivo de hacer difícil la vida de algunas personas que pasan por donde estoy, pero a veces parece que con ese fin me hicieron.
En ocasiones observo cansancio, alegría o apatía en la gente que pasa por aquí, pero nunca veo la muerte en sus ojos. Por eso cuando despido sus cuerpos y veo cómo los llevan en camillas cubiertos de los pies hasta la nuca, siento melancolía de decir adiós.
Mis orillas parecen adornadas con cruces de madera o acero, desgastadas con nombres de padres, hijos, amigos y hermanos, que expiran en mi asfalto. Incluso hay cera que un día mostró una luz y ahora sólo está aquí con la intención de recordar una vida que pasó y concluyó en mi tramo.
Tragedia se ha vuelto una palabra alusiva a mi nombre, en especial cuando cae agua y el cielo gris se refleja en mí. Sí, hay temporadas como ésta en que todo eso me hace sentir pena, de ver soledad en mis curvas y sentir el miedo y la preocupación de quien pasa por aquí, pidiendo a no sé quién, llegar con bien a casa. Sí, soy la carretera.