Éramos inevitables. El testimonio de amor más hermoso para este 14 de febrero

Un ensayo/testimonio sobre el amor y cómo su fuerza poderosa transforma el mundo, a las personas y cómo llegó inesperadamente a nosotros como un rotundo sí

Saltillo
/ 13 febrero 2023
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Nunca se trató de huir, ni dejarlo todo y saltar al vacío porque sí. Se trataba de buscarnos. Se trataba de reencontrarnos. Nos hacíamos falta. Nos faltábamos desde otras vidas. Incluso en otros universos y líneas temporales estábamos haciendo todos los intentos para sincronizar. Y cuando por fin coincidimos, se revelaron signos más allá del lenguaje y aparecieron miradas que nadie en la historia de los amantes se ha podido dedicar jamás y de las heridas nacieron gerberas y tulipanes... Desde ahí todo fue inevitable.

La fecha clave: 20 de enero. 2023. Viernes.

Ahí comenzó todo. El mundo lo supo. Había magia. Los dos hacíamos magia. Intentamos evitarlo, ser dos amigos normales que se quieren y se cuidan y se acompañan cuando son solo ruinas. Y aunque intentamos ser discretos...

Bueno, eso fue imposible. Ni éramos normales, ni podíamos mantenernos al margen de la pasión, ni estábamos destinados a una mera amistad. Ambos éramos tormentas. Ambos éramos incendios. Todos se salpicaban con nuestra lluvia. Todos veían las chispas y sentían el calor del fuego. Y se maravillaban. Como si nuestro amor estuviera espiritado por una fuerza mística que llenaba las habitaciones de una vibra divina.

Pasamos de acompañarnos en mañanas heladas y desvelos, a abrazos cómplices que no son nada comunes; pasamos de decirnos miedos y traumas a alimentarnos de nuestra hambre del otro e impulsarnos a cumplir nuestros sueños.

–¿Cuándo publicarás tu primer libro? Me urge ir a todas las librerías de Saltillo y preguntar si ya tienen la antología de cuentos de César Gaytán.

–Y tenemos que hacer crecer el Jardín de Cristy. Y tú también puedes publicar un libro. Lo tuyo es el relato testimonial. Por cierto, ahora que ya estás publicando, ya no eres una escritora frustrada.

Pasamos de caminatas ansiosas, ataques de pánico y llantos cargados de angustia, a citas para hablar de nuestros libros favoritos, adaptar nuestra propia receta de ramen, memes de The office, ver Kimetsu no Yaiba, compararnos con Lily y Marshall de How I met Your Mother, sentir que Your name estaba escrita para nosotros, poner videos de Dross y paseos nocturnos saludando a la luna.

–Ella despierta siempre fuerzas naturales.

–A él la naturaleza lo venera en cada una de sus estaciones.

Y nos imaginamos una vida propia lejos de la pesadez del mundo. Pensamos una vida solo nuestra. En el campo. En una montaña. Nuestra montaña. En una casa. Nuestra casa. Lejos de la ciudad:

–Ella plantaría de todo en una granja casera, cuidaríamos a nuestros animales.

–Él me escribiría viéndome desde la ventana, porque le gustaría aprender cada uno de mis gestos y movimientos mientras yo simplemente existo.

–Pondríamos café por las mañanas. La interrumpiría mientras prepara el desayuno para darle un beso en la frente, para decirle que es mi niña bonita y que es mi princesa y que es mi vida y que es mi cielo y que es mi delirio.

–Yo le diría que me gustan sus ojos en mi mirada, que fuimos creados para encontrarnos en ese momento, para bailar torpemente mientras afuera las aves nos cantan.

Amantes nacidos de gerberas y tulipanes. Compatibilidad entre Tauro y Virgo: signos zodiacales que se complementan; pasión y sensibilidad; vínculo sagrado que fluye natural. Amor en primera persona.

–Y leeríamos poesía por las noches. Te diría que te he escrito otra carta sin darte cuenta. Saltarías de emoción, aplaudiendo rápido, tu cabello meciéndose de un lado a otro golpeándote en la nariz. Ese es tu baile de felicidad, ¿te habías dado cuenta? Y tu risa haría el ruido más hermoso entre tanta quietud.

–Te diría: yo también. Yo también te he escrito algo. Una carta mitad mía, mitad divina. Porque hay días en que tus ángeles deciden enviarte cartas. Saben que es tu forma favorita de recibir mensajes.

Viviríamos rodeados de libros y de plantas y de gatos y de perros y de amor del que parece de novela, muy a lo Jane Austen, muy a lo Makoto Shinkai, o cualquier romance de época. Qué va. Incluso amor de poesía experimental o amor en los tiempos de las fiestas de presentaciones de Power Point (Cris hablaría de su despertar espiritual y César de literatura expandida y al final de las diapositivas, sin planearlo, ambos tendríamos una foto del otro para explicar cómo todo está conectado). Amor del que se confiesa en las páginas de los periódicos locales, que aunque pueda parecer que se alza inadvertido, amar así es revolución. No importa que nadie más lo entienda.

Barreríamos las hojas del pórtico. Recordaríamos que quisimos escaparnos a Italia o a Francia para la luna de miel. En menos de un mes, como nos enseñó Kevin Kaarl, le habríamos dicho a nuestros padres que no regresaríamos, que nos iríamos como dos locos que no se paran de amar, a vivir salvajes, libres, libres allá en San Lucas (nuestro futuro vals).

–Cuando vayamos a la playa yo te enseño a nadar.

–Yo te diría: pídele al mar que se lleve todo aquello que te impide vivir tu propia inmensidad.

Jugaríamos videojuegos. Iríamos por sushi. Pediríamos ensaladas. Las salidas al cine serían nuestras citas favoritas. Jugaríamos con los gatos. No nos importaría envejecer juntos porque se sentiría como si estuviéramos juntos desde antes de nacer.

Nunca se trató de huir, ni dejarlo todo y saltar al vacío porque sí. Se trataba de buscarnos. Se trataba de reencontrarnos.

De pronto nos dimos cuenta que nuestras raíces son nuestras alas.

–¿Me presentará a sus amigas para que pasemos la noche platicando anécdotas de antes de conocerla?

–¿Le contaré a su hermano que George Harrison es mi Beatle favorito?

–¿Le presentaré a mamá?

–¿Me acompañará a Misa mientras yo canto y pido a Dios por él?

–¿Amará algún día sus cachetes de la misma manera en que yo los amo el día de hoy?

–¿Publicará al fin ese libro que todos los que lo conocemos estamos ansiosos por leer?

–¿Pararé de sentir que el lenguaje se me acaba si le escribo demasiado?

–¿Cuándo diremos que nos amábamos incluso antes de vernos?

–En serio tienes magia. Toda la magia.

–Y tú eres tormenta.

Éramos inevitables. Y al vernos, lo supimos. Aunque a veces el temor nos nubla, y sentimos que no vamos a poder con el mundo.

–Somos tú y yo contra el mundo.

–No. Somos tú y yo pintando el mundo de colores.

–Me gusta más tu versión de las cosas. Tiene más esperanza.

Nos ofrecemos nuestras manos para decir: pase lo que pase, a donde sea que vayamos, vamos juntos. No estás sola. No estás solo. Abraza la incertidumbre. Abraza el futuro. Veñ.

Veremos doramas, películas románticas, documentales sobre asesinos seriales, caricaturas japonesas, videos sobre fenómenos paranormales. Visitaremos pirámides que fueron construidas a petición de extraterrestres. Cantaremos canciones de Pimpinela. Tendremos sesiones de karaoke en el auto hasta que se muera la madrugada. Compraremos boletos para el concierto de Christian Nodal preguntándonos: “¿y si de repente hace dueto con Belinda?” Desayunaríamos en la cama. Dormiríamos hasta tarde los domingos.

–¿Podrías hablarme nuevamente de filosofía mientras vamos en carretera? Es tan sexy.

–Tú eres toda sexy siempre. Pero, dime todo lo que sabes sobre espiritualidad. Te ves divina cuando haces eso, if you know what I mean.

También era inevitable que eligiéramos el nombre para Emilia, y que la evoquemos cada que vemos vestidos pequeñitos y hasta ensayamos las conversaciones que tendremos con ella. En un acto de la mayor cordura que el enamoramiento puede gestar, le abrimos una cuenta de correo donde almacenamos nuestras fotos juntos y abrimos un blog donde nos dedicamos cartas. Queremos mostrarle todo cuando crezca un poco. Y que descubra el momento exacto, la forma única en la decidimos decirnos mutuamente: sí por siempre.

Vendrán tormentas. No podemos ser paraguas. Pero podemos bañarnos juntos bajo la lluvia.

No tardaremos en entender que nos amamos irremediablemente en todo lo que somos. Incluso nuestras pesadillas más oscuras. Nos amaremos incluso cuando sintamos que no somos dignos de amor. Y nos amaremos más cuando creamos no merecerlo.

–En verdad hay magia, con ella creo en Dios.

–Con él es más que claro que Dios es amor.

Y en serio éramos inevitables.

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