“Pero, acaso –se preguntó– ¿soy yo el único que sufre de ‘mal de amores’ en este país?” Y, de repente, un cupido con pañal aterrado, sucio, con un arco roto y sin flechas de amor, aparece frente a él con estas palabras: “Deja el pinche drama ‘Piri’ –su nombre de pila– y bájale dos rayitas a tu victimización, que no eres el único despechado por amor”.