¿Quiénes son los que van a marchar?
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Tres días antes de la elección tocaron a mi puerta tres damas. Una de ellas, la más joven, me presentó a su hermana y su mamá. Me plantearon un problema con el objetivo de realizar una denuncia para publicarla. Echaban chispas de coraje.
La mamá había llegado esa mañana a Saltillo procedente del interior del Estado. En la Clínica del Magisterio de la Región Carbonífera le dieron una orden para que se realizara unos estudios en un hospital privado de Saltillo. La señora hizo sus arreglos para trasladarse; huelga decir que ella corrió con sus gastos para la realización de un estudio médico subrogado.
Al llegar, en el hospital mostró la orden y la enfermera, al ver la hoja, hizo una mueca y le dijo: “parece que el aparato no está funcionando, déjeme ver qué dice el doctor”. Se levantó de su escritorio y fue adonde se encontraba el médico.
Mientras la enfermera estaba encerrada con el doctor, la señora dialogó con otros pacientes que esperaban su turno para ser atendidos; también estaban ahí para la realización de estudios similares.
Después de unos minutos, salieron del privado y el doctor de forma muy amable le comentó que por el momento no estaban realizando esos estudios.
Que regresara a su ciudad y se presentara en la Clínica del Magisterio, para verificar cuándo se arreglaría el problema.
Los demás pacientes que estaban ahí se levantaron de su asiento y le reclamaron al doctor: “Nosotros también nos vamos hacer esos estudios, y no nos habían dicho que no se podía”.
“Lo de ustedes es otro trámite”, les respondió. “Con ustedes no hay problema, tomen asiento”, los tranquilizó inmediatamente.
La señora salió del consultorio desconcertada. No sabía si en realidad el aparato no funcionaba, o lo que no funciona es el sistema de pagos del Servicio Médico de la Sección 38 a los hospitales y laboratorios por servicios subrogados.
Contrariada por el trato que recibió, se trasladó a las instalaciones de la Sección 38, en donde tampoco le pudieron informar para cuándo van a arreglar el tan mentado aparato del hospital contratado para esos efectos; los hospitales del Servicio Médico del Magisterio no cuentan con equipo especializado ni medicamentos, los pacientes se ven en la necesidad de surtir las recetas en las farmacias del Doctor Simi y el personal que labora en las clínicas y hospitales, ni uniforme usan, cada quien viste con sus trapos personales y de desecho de otros nosocomios privados.
Así pues, la señora regresó al hospital, pero con otro doctor, para preguntar si podían realizarle los estudios, pagando ella el costo total.
Le dijeron que sí. Que con mucho gusto. Que sería un placer servirle…
El año pasado, la Auditoría Superior del Estado realizó observaciones a los organismos de seguridad social de la Sección 38 por más de 679 millones de pesos. “679 millones de pesos, 679 millones”, como gritarían los niños chillones de la Lotería Nacional, ejercidos inconsistentemente.
Las observaciones realizadas por el órgano fiscalizador, entre otras transas, detectó pagos desproporcionados, gratificaciones inexplicables, dobles pagos y dobles prestaciones al personal del Servicio Médico de la Sección 38. ¿Qué tanto es tantito…? De poquito en poquito, se acumularon los susodichos 679 millones, como los granos de trigo en los escaques del ajedrez de aquel viejo cuento hindú.
Los usuarios de tal servicio médico, los de a pie, por lustros han padecido un pésimo trato, y en los últimos años el desabasto de medicamentos es la marca de esa institución.
“Estos ingratos ni en época de elecciones tratan de pulirse, de mejorarse”, dijeron las quejosas. Abundando: “por eso va tanta gente a las marchas”.
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