Relatos y retratos de Saltillo | Banco Purcell: un pionero en asignación de créditos
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Conozca el origen, desarrollo y término de esta institución
Por muy extraño que parezca, la Iglesia funcionó como el primer banco en nuestro país, financiaba a dueños de haciendas para la compra de semilla y avíos. La Iglesia prestaba cuantiosas cantidades a personas que recibían concesiones para la explotación de minas y para aquellos empresarios que decidían explorar nuevos territorios con la intención de fundar poblaciones.
En 1775 don Pedro Romero de Terreros fundó el Monte de Piedad de Ánimas, las operaciones consistían en dar préstamos y como garantía se dejaban en depósito, bienes muebles, joyas, herramientas, ropa, al término del plazo pactado las prendas no rescatadas se remataban.
Por muchos años en el México Independiente no existieron organismos de ahorro y crédito, por ello la gente recurría a quienes podían, al guardadito que celosamente escondía bajo del colchón; otra opción era acudir a los voraces agiotistas y prestamistas.
En 1830, durante la presidencia de Antonio Bustamante, el ministro de Relaciones Exteriores, Lucas Alamán, promovió la creación del Banco de Avío, institución destinada a prestar dinero para fomentar la industria en el país, sobre todos a las fábricas textiles, después de una década el presidente Antonio López de Santa Anna clausuró el banco.
En 1850 surgieron uniones de crédito que se orientaron principalmente para apoyar el comercio exterior, en ese entonces la plata era el principal producto de exportación.
Durante el imperio de Maximiliano Primero de México, se otorgó el registro de apertura al Bank London México and South America, este fue el primer banco formal de nuestro país. A la caída del emperador Maximiliano los banqueros pidieron al presidente Benito Juárez que se les dejara trabajar en México, el Presidente accedió a la petición. Este banco inició operaciones sin ningún tipo de regulación por parte del Gobierno, puesto que no existía, con aquel vacío legal, el Bank London México inició la emisión de sus propios billetes de papel moneda. Durante el Porfiriato se fusionó con el Banco de Empleados, cambió de nombre a Banco de Londres y México, en ese entonces obtuvo permiso para emitir billetes de cobertura nacional.
Su fundador, el inglés Guillermo Newbold, supo negociar y lograr condiciones favorables para quedarse como el único banco extranjero en México, creando una extensa red de pequeños bancos en varias ciudades de México, asimismo abrió sucursales del banco en La Habana en Cuba. Las operaciones principales que ofrecía eran; préstamos con garantía, depósitos con interés y cuentas corrientes.
En 1862 el irlandés Guillermo Purcell se embarcó hacia el puerto de Matamoros, en 1866 llegó a trabajar a nuestra ciudad, pronto cambió la manera de hacer negocios en la ciudad. Purcell en poco tiempo se convertiría en uno de los hombres más ricos del norte del país. En 1880 abrió el Banco Purcell, el cual inició operaciones en un local de la primera cuadra de la calle Zaragoza 246, donde por años compartió el espacio con el Consulado del Reino Unido, un telégrafo y la oficina expendedora de boletos del ferrocarril Coahuila y Zacatecas.
El Banco Purcell nunca contó con la autorización de la Secretaría de Hacienda, sin embargo, no había impedimento legal que lo obligara a no usar la palabra banco. Se constituyó principalmente para financiar los negocios de la familia Purcell. Entre los accionistas figuraron: el Banco Algodonero Refaccionario, S.A., que sí tenía concesión federal; el presidente del banco, don Mario M. Blázquez y miembros de la familia Purcell.
A la muerte de don Guillermo Purcell en 1909, su hijo Santiago continuó al frente de los negocios, éste falleció en 1922. Mario Blázquez fue nombrado presidente y director de las empresas Purcell. Al paso del tiempo las haciendas, ranchos, empresas y propiedades fueron vendidas. El último trabajador del banco, don Marcelino González, encargado de la caja, se retiró en 1977 cuando el banco cerró sus puertas.
En 2001 el último empleado de las empresas Purcell, don Antonio Hernandez, quien trabajó más de 63 años, fue el encargado de vender el edificio del Banco Purcell al Gobierno del Estado, por ese tiempo trabajaba yo en un proyecto para hacer un museo, el local del banco resultaba ideal para ese propósito. Don Antonio entregó en mis manos el juego de llaves del antiguo banco, los últimos recibos de luz, agua y un sobre cerrado con la combinación de la bóveda del banco, dicho sobre nunca lo abrí, lo conservo como recuerdo del primer banco de la ciudad. Con la liquidación de don Antonio Hernández en 2004, el imperio construido por Guillermo Purcell había tristemente llegado a su fin.