Saltillo: denuncian por abuso a coach de VQueens; habría más víctimas

Este es el testimonio de una de las víctimas que se atrevió a denunciar. Tenía 15 años cuando vivió la agresión que cambió su vida. No quiere que le suceda a Ni Una Más. Porque en este caso hay más adolescentes que sufrieron violencia sexual y más niñas pudieran estar en riesgo

Saltillo
/ 25 noviembre 2024
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“La menor eras tú, tú no eras la culpable”, se repite Paty en terapia. Es un ejercicio que realiza con regularidad. Su mente corre la película de lo que vivió ese febrero de 2019, en el Dodge Attitude que su mamá le prestó a su agresor: el coach de americano.

Paty, una chavita a la que se le hacen chiquitos los ojos cafés cuando sonríe, de cabello hasta el pecho, chaparrita, ha hecho de todo: futbol, basquetbol, porristas, natación, ballet, baile, pero lo que más le ha gustado es el fútbol americano, por los trancazos.

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Empezó a los 14 años, en 2018, cuando conoció al coach y a algunas integrantes de las VQueens en el gimnasio donde practicaba CrossFit. Ella se integró al equipo juvenil VQueens Black, en el que había niñas de 13 a 17 años.

Tenían dos entrenadores, uno en ofensiva (donde jugaba Paty) y otro en la defensiva. El coach, un hombre de 24 años, alto, de tez morena, ojos oscuros, cabello negro, entrenaba a la defensiva. A Paty le parecía llevado, pero buena onda. Aunque algunas de sus compañeras parecían seguirlo mucho, ella cuenta que nunca lo consideró atractivo.

Paty no lo veía siempre, pero cuando lo hacía, había que saludarlo de beso y abrazo, también solía llegar y abrazarla a ella y a su amiga María durante los entrenamientos, les decía que ellas eran sus favoritas.

Paty cuenta que las buscaba, les mandaba mensajes, se hacía pasar por su “amigo”. En una ocasión, en un entrenamiento de CrossFit, Paty ve cómo el coach toma de la cintura a una de sus compañeras (de 16 ó 17 años) y la sube a una barra. Luego se acerca con Paty y le cuenta: “Estoy teniendo relaciones con ella”. Ella se siente rara, incómoda, ¿por qué le está contando eso?

Llega a los 15 años siendo una de las mejores ofensivas de VQueens, pero eso no la prepara para lo que viene; entonces inicia el acoso.

El coach la aborda y le asegura que él podría ser el hombre con el que tenga su primera vez, porque con sus 24 años, ya tiene experiencia, sabe lo que está haciendo, la va a hacer sentir segura y la cuidaría de que no haya un embarazo.

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Ven, vamos a vernos antes del entrenamiento, le dice él, aunque luego borra los mensajes. No, no me deja mi mamá, contesta siempre Paty. Y le cuenta inmediatamente a María.

Paty esquiva las insinuaciones como si se tratase de una carrera de obstáculos. Estás muy bonita, Paty salta. Me gustaría tener un encuentro sexual contigo y tu amiga, Paty salta. Vamos a hacer cosas, Paty salta.

La culpa empieza a construir su casita dentro de ella muy rápido. No dice nada porque Culpa ya puso los cimientos y empezó a levantar muros. Si lo cuento, me van a regañar, piensa Paty.

El coach no se detiene, pero Paty tampoco. Está convencida de que siempre va a encontrar la manera de seguir saltando.

Saltar, saltar, saltar, hasta que el obstáculo queda demasiado alto.

Invitan a VQueens Black a una televisora local, a una entrevista en febrero de 2019 (el equipo había ganado dos campeonatos) y escogen a Paty para que sea una de las representantes del equipo.

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El coach habla con su mamá, se ponen de acuerdo para que él pueda llevar a Paty a la entrevista. Su mamá la deja en el CrossFit al que asisten y le presta su coche al coach, un Dodge Attitude. Van a la entrevista.

Paty está nerviosa, pero orgullosa de ser una de las mejores en VQueens. Se siente famosa. Le gusta hablar de americano, de su equipo, de los logros que han alcanzado en conjunto.

Él prometió llevarla de regreso a la escuela. Vamos a detenernos a hacer cosas, sugiere él, cuando van de camino a su secundaria. Qué hago, qué digo, cómo me zafo de esto. Okay, dice Paty, creyendo que sólo van a besarse.

El coche se detiene en la colonia Residencial Los Pinos y Paty ya no pudo saltar, el obstáculo le quedó muy alto. El coach se había encargado de ir aumentando su tamaño de a poco, de forma casi imperceptible, y Paty se estrelló de golpe contra la valla.

El coach, con una Paty callada, la regresa a su secundaria.

Lo primero que hace Paty es ir al baño. Necesita lavarse las manos, la cara, la boca. Quiere depurar su cuerpo, sentirse limpia, pero Culpa, ya instalada en su casita, no la deja en paz. No digas nada, te van a regañar. Tú lo propiciaste. Hiciste algo malvado y te van a castigar por haberlo hecho.

Cuando ve su reflejo, no está segura de quién está frente a ella. Es una extraña, alguien tiene su cara y sus manos y su cuerpo, pero no es ella. No se puede enfrentar a esa que la ve de regreso y decide ya no verla. No puede verse, no después de estrellarse con la valla.

En la noche, todavía en shock, le cuenta a María. Deciden nunca volverse a quedar solas con el coach. Siempre se acompañan.

Paty empieza a sufrir lesiones cada vez más frecuentes y más graves durante los juegos o entrenamientos de americano, tiene que visitar al fisioterapeuta con regularidad. Le cuesta trabajo quedarse dormida. No se siente cómoda con su ropa, ni su cuerpo. No le gusta que la toquen, incluso el contacto con su familia la pone furiosa. Se siente invadida, como si le hubieran quitado la capacidad de decir que no.

No puede relacionarse con ningún niño, la asusta la idea de no poder huir, de que no la escuchen cuando pide un alto, de volverse a sentir ajena a sí misma, de que no respeten un “me quiero ir”.

Y en 2021 se sale del equipo. Paty deja lo que más amaba porque ya no es seguro para ella. No solamente por el coach, sino porque su cuerpo, de forma inconsciente, entiende luego en terapia, estaba buscando ya no estar ahí, por eso aumentaban las lesiones.

La carrera no se detiene, pero las vallas con las que se topa ahora están unidas a aquella más grande. Los pies se le atoran en obstáculos que antes saltaba sin dificultad (como aprobar una materia o seguir en la escuela), ahora que todas están unidas a la primera con la que se estrelló.

Paty no le cuenta a su familia hasta 2022, cuando su amiga María le dice que el coach la intentó tocar, le va a contar a sus padres y va a denunciar.

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¿Quieres denunciar conmigo?, pregunta María, pero Paty no le ha contado a nadie. ¿Cómo denuncia si no puede decirlo en voz alta? Pero lo hace. Habla, le cuenta a su abuela, a su abuelo, a su mamá y, con ayuda de su terapeuta, también a su papá.

Aunque por consejos de su familia, María desiste de la demanda, consiguen hablar con el dueño de VQueens, Tadeo Carrizales, contarle lo que sucedió y que despidan al coach.

Pero para que Paty pueda denunciar, todavía falta camino. No puede contarlo sin llorar. Le da vergüenza. Culpa ha amueblado y decorado su casa dentro de ella. Repite en una pantalla ese momento en el auto de su mamá.

Ese camino ya no le toca sola. Paty está acompañada de su terapeuta, su familia, sus amigas y su representante, Jackie Campbell. Entre todos, la van armando de a poquito. Con cada sesión de terapia, cada palabra de apoyo, cada “yo te creo”, van derribando una piedra de la casa de Culpa.

En enero de 2024, a cinco años de haber sido abusada, denuncia ante la Fiscalía General de Coahuila al coach.

Después de denunciar, Paty le cuenta a María. Si en algún momento quieres denunciar, te acompaño, le dice. Pero María no quiere, las otras víctimas de las que tienen conocimiento Paty y su representante (al menos otras 4 niñas víctimas de violación), tampoco.

Culpa, ayudada por el coach, también construyó dentro de ellas una casa.

En mayo de 2024 el coach tiene dos audiencias, una para ser imputado y otra para la vinculación a proceso.

La jueza Nuvia Jannely Aguillón Rodríguez dictamina no vincular a proceso. Determina que los antecedentes de investigación reunidos por el Ministerio Público no son suficientes.

Apunta lo siguiente: a través de las entrevistas de los testigos secundarios no se puede deducir que puedan afirmar que el coach haya impuesto la cópula, porque lo único con lo que en ese momento se contaba para afirmarlo, es lo dicho por Paty. También destaca la falta de inclusión por parte del Ministerio Público de los tests y cuestionarios que se aplicaron durante el peritaje psicológico a Paty.

Lo único que hay es lo dicho por Paty, dice la jueza, y aunque lo cataloga como un hecho creíble, no es suficiente para ese momento procesal, si no está apoyado en otros elementos de prueba.

También dice que la Fiscalía fue omisa en señalar el hecho como violento, que debió decir si se ejerció violencia física y cómo, que debían explicar si hubo violencia psicológica, y que la Fiscalía espera que la jurisdicción infiera que hubo violencia.

Que no se puede corroborar que haya existido manipulación.

Pero Paty tenía 15 años y el coach 24.

Luego de la no vinculación a proceso, la Fiscalía busca apelar, imputar por estupro al coach, que haya algún tipo de resolución para Paty.

El abogado del coach se acerca para intentar negociar un arreglo, Paty busca una disculpa pública, por escrito, para evitar que alguna otra niña viva lo mismo que ella, la pide junto con una cantidad monetaria, pero el abogado dice que no, que sin disculpa, pero habría un acuerdo en el que tácitamente acepta la responsabilidad.

Paty, al ver que no iba a obtener una disculpa, ni el coach iba a ir a la cárcel, decide aceptar: “Creí que si eso me iban a ofrecer, lo iba a aceptar para utilizarlo en que crezca como mujer”.

Que no puede pagar, que tuvo un accidente, que anda muy gastado, dice el coach. Toca esperar a la resolución de la apelación.

La casita que Culpa y el coach construyeron en conjunto dentro de Paty, hoy está demolida. La terapia, el acompañamiento de su familia, su representante y sus amigas consiguieron no solo destruir la casa, también sacaron los escombros y limpiaron el terreno. Pero, ¿ahora quién construye la casa de la Justicia?

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