‘Venimos para estar un rato acompañados, y a recordar’, mencionan adultos mayores ubicados en la plaza Manuel Acuña en Saltillo
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Charlan, fuman, recuerdan el pasado, comen papitas, intercambian monedas antiguas y venden cacharros en las jardineras. La Plaza Manuel Acuña es para muchos de ellos un sitio de encuentro y de reposo.
Son decenas de adultos mayores quienes arriban por gusto y necesidad a la Plaza ubicada en el corazón de la ciudad para encontrarse con sus pares.
“Aquí nunca es tarde, ni para hacer amigos, para conocer personas o para empezar de cero, de aquí uno se va pensando en que no es el único atravesando la vejez, que somos muchos y que a esta edad ya no vale la pena lamentarse”, expresó Pedro Farías.
No hay lugar similar en Saltillo como esta plaza, adoptada por la comunidad más grande de la ciudad como un sitio para reencontrarse a diario, sin importar día u horario.
UN HÁBITO QUE REVITALIZA
“Me vengo al menos una vez por semana a saludar al que esté, a platicar, a ver pasar a las muchachas y me echo un cigarrito”, expresó José Juan Rubio, quien desciende del transporte público desde la colonia Mirasierra para ver a sus amigos.
Esta plaza con bancas a su alrededor y jardineras al centro, es desde hace casi 10 años para él, como para sus amigos, Manuel, Eulalio y Jacinto, un punto de reunión para charlar, hablar de los recuerdos que trae consigo el viento y una que otra vez lamentarse por los errores.
“Nos dicen huevones pero nosotros ya trabajamos toda la vida, la verdad es que si venimos es para estar un rato acompañados, no solos en la casa haciendo nada, pensando pendejadas”, dijo Manuel Treviño con las manos unidas al frente, sobre su bastón.
Aquí encuentras amigos, agregó Eulalio, aquí cuentas anécdotas, inventas chistes y te ríes de lo que ya pasó. A nuestra edad, dijo el sexagenario, sólo queda vivir, recordar, aceptar sus equivocaciones.
“Si no sale uno se pudre, se va muriendo, en cambio si caminas, si convives, si te das un tiempo para venir y platicar con quien se siente a lado, te das cuenta que no eres el único que piensa o pasa por lo difícil de la vejez”, comentó Jacinto, quien enviudó apenas unos meses y desde la muerte de Doña Rosario, se da la oportunidad de ir casi a diario a la plaza.
MOVERSE PARA VIVIR
Otros adultos mayores acuden, para además del placer que les causa toparse con los suyos, para vender lentes, relojes, monedas, billetes y pulseras antiguas, ganancias que destinan a su comida diaria, pues la mayoría recibe una pensión pero “no alcanza”.
Ponchito es uno de ellos, muestra su mercancía sobre paliacates deslavados, vende sobre todo monedas antiguas, algunos relojes y collares de colores opacos.
“Se vende bien, a veces no falta el poli que nos quiere quitar pero pues ya sabe que somos los de siempre, que no le hacemos daño a nadie, que vendemos lo que se puede”, expresó el comerciante.