Se congela la ida de la Final Regia
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Ante un inmenso frío, Rayados y Tigres dejaron todo para la vuelta
MONTERREY.- Frío, lluvia y aguanieve. Nada pudo detener la efervescencia de una Clásico Regio caliente que en su primer capítulo de la Final dejó a Tigres y Rayados sin ventajas, con la promesa de definir todo el próximo domingo en el BBVA Bancomer.
El primer cruce arrojó un 1-1, mucha intensidad, dos expulsados (Leonel Vangioni y Hugo Ayala) y una carga dramática para la Vuelta. El “Clásico de la historia” tuvo de todo, a la altura de los pronósticos y del calibre de dos equipos capaces de administrar sus respectivos poderíos.
Nadie quiso dar ventajas. Desde un reñido primer tiempo a un eléctrico complemento, Tigres y Rayados fueron parejos.
Mucho roce y desgaste donde se repartieron todo.
Primero, muy temprano en el partido y casi sin anunciarlo, Rayados se puso al frente con un balón parado. A los 7’, Nicolás Sánchez se anticipó a André Pierre Gignac en un tiro de esquina, peinó el balón y Nahuel Guzmán se “tragó” el gol.
Con la complicidad del portero argentino, Monterrey encontró la anotación antes de procesarla. Fue la primera vez que pisó el área con mucha gente. Fue el gol que rompió el partido y le puso sabor al Clásico.
Porque a partir de ese instante, Rayados aprovechó el bajón de Tigres que, tocado intestinalmente, no tuvo reacción. Se mostró absorbido, enredado en su propio laberinto frente a un rival que comenzó a presionarlo con marcas escalonadas.
Sin embargo, el trámite se hizo ríspido en un campo castigado por el agua producto de un clima adverso que, de alguna medida condicionó, aunque no redujo el nivel de intensidad.
Tigres buscó asociarse y en momento en que comenzó a emparejar el desarrollo, se topó con un penal a Enner Valencia. Rogelio Funes Mori, atropelló al delantero felino en el área. El propio ecuatoriano, “a lo Panenka” definió suave por el medio mientras Hugo González ya había elegido un costado.
Con el 1-1, los dos equipos buscaron mayores seguridades. Rayados no encontró los espacios largos. Quizás, una descolgada de Funes Mori, que disparó alto, fue lo más cercano del equipo de Antonio Mohamed para estirar la diferencia.
Pero Tigres se sostuvo con solvencia. Trató de cerrarle los caminos, plan que quiso imponer en la segunda mitad, pero no fue constante.
En una cancha cada vez más pesada, Rayados impuso presión alta de inicio, otra vez, como para marcar territorio dentro de un trámite desorganizado y con pocas ideas.
Tigres volvió a tener luego su “hora feliz” donde pudo anotar vía Valencia y un disparo en el poste de André Pierre Gignac. El trámite estaba demasiado bravo como esperar sutilezas.
No las hubo y esa enjundia se cobró dos expulsiones. Vangioni al 87’ y Ayala en tiempo de descuento. Un retrato de lo que fue el Clásico: pasión pura en una Final que aún sigue abierta.