Brasil, el regreso a la realidad

Dinero
/ 29 septiembre 2015

Las manifestaciones han vuelto, Rousseff sigue en picada y cada vez más voces piden el regreso de Lula.

RIO DE JANEIRO.- La rutilante estadía del papa Francisco ya es historia y Brasil retoma, con todo, su ritmo y su agenda política, lo que obligará al gobierno y, principalmente a la presidenta Dilma Rousseff, a enfrentar una dura realidad. Ni la visita del Sumo Pontífice provocó el milagro de extinguir las protestas, que ayer en Sao Paulo dejaron un saldo de dos detenidos. Unas 150 personas salieron a la calle para demandar la renuncia del gobernador Geraldo Alckim.

De hecho, el panorama para la presidenta es más que sombrío. Su popularidad cayó casi 27% en tres semanas, según Datafolha, que la muestra pasando de 54 a 30%, la máxima pérdida para un presidente desde Fernando Collor de Mello, allá por 1992. Si bien cuando se desataron las protestas, en los primeros días de julio, ella no era el blanco predilecto de los manifestantes, la crisis se está deglutiendo su liderazgo.

Su tardía reacción (le llevó casi una semana dirigirse al país) y el rechazo del Congreso a cada una de sus propuestas para escuchar a los manifestantes, van esmerilando el poder y la imagen de una presidenta que, hasta la eclosión de las protestas, era una de las mejor consideradas de América Latina.

Pero todo hace pensar que así como "Brasil ya nunca será el mismo después de este despertar de las capas medias", al decir del sociólogo Gláucio Soares, del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad de Río de Janeiro (UERJ), Dilma tampoco será la misma presidenta de aquí al 2015, cuando termine su mandato.

Al enfrentamiento con los partidos aliados en el Congreso, que sienten que ella intentó descargar las culpas del malestar social con ellos, se suma ahora una profunda grieta con un sector importante del Partido de los Trabajadores (PT). De hecho, ella se negó en días pasados a participar de las celebración por la fundación del partido.

Los aliados ya le rechazaron la idea de un plebiscito y volvieron a dormir la reforma política. Las dos, propuestas centrales presentadas por la presidenta para encausar los ánimos. En el PT se le achaca que "ella debe ser un poco menos mujer de Estado y más militante", al tal punto que entre la militancia petista "el mito del eterno retorno", esta vez en favor de Luiz Inacio Lula Da Silva, ya comenzó a cundir.

Incluso a Dilma no le quedó más remedio este último fin semana, aún con el Papa en el país, que hacer dos de las cosas que menos le gustan: dar una entrevista, al matutino Folha de Sao Paulo, y admitir que "Lula no volverá porque Lula nunca salió del gobierno". Un hábil intento por encapsular el tema.

"Nadie va a actuar contra sus propios intereses. El Congreso no va a ceder en la reforma política, lo que equivaldría a darse un tiro en el pie, y el PT se observa tocado. Por primera vez desde que llegó al poder, ve que corre peligro su permanencia en el mismo", explica la analista Eliane Catehende.

Pero si bien dentro del PT se escucha cada vez con más fuerza el "Lula vuelve", no fueron sus responsables los que verbalizaron su posible candidatura en medio de la crisis, sino el empresario Emilio Odebrecht, máximo accionista del grupo homónimo, que desde el 2003 a la fecha expandió sus intereses por Sudamérica y Centro américa de manera vertiginosa, en buena parte gracias a la gran labor de marketing político del ex presidente.

"Me gustaría que el candidato en el 2014 fuera Lula", expresó el empresario, apoyado en ese 51% de intención de voto que conserva el ex mandatario y que lo colocan como el político mejor visto del país. Eso no quita que en las protestas su nombre no surja como uno de los responsables de la crisis. "Pero el voto duro de Lula está en el nordeste, no en Río y en Sao Paulo", aclara Soares.

Recesión a la vista

Amén del contexto político, que sigue teniendo en la primera línea de fuego a gobernadores como el desacreditado Sergio Cabral, de Río de Janeiro, Rousseff debe enfrentar una economía que no logra superar sus problemas.

Los síntomas de recesión son cada vez más evidentes. El gobierno lucha para que este año la inflación no pase del 6%, mientras que el desempleo en junio subió 0.2% y el real se depreció en los últimos días 7.5%.

Ya no está el Papa para que aconseje el diálogo y cuestione la irresponsabilidad de los políticos. Aquí en Brasil hay pocos personajes extranjeros tan populares y perennes como el Chavo del 8. Tal vez por eso a Dilma y a la clase política brasileña, ahora que se apagaron las cenizas de la histórica visita, pueden plantearse el famoso interrogante: "¿Y ahora, quién podrá defendernos..?".

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