¿Cómo los beneficios de la huelga del UAW podrían repercutir más allá de la industria automotriz?
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Al establecer un acuerdo contractual tentativo para poner fin a una serie de paros de seis semanas de duración en Ford Motor, el presidente de United Auto Workers (UAW) les hizo una propuesta poco común a otras organizaciones sindicales
Nueva York- “Invitamos a los sindicatos de todo el país a alinear el vencimiento de sus contratos con el de los nuestros”, dijo el domingo por la noche Shawn Fain, el líder del UAW.
“Si en verdad vamos a enfrentar a la clase multimillonaria y a reconstruir la economía para que empiece a funcionar en beneficio de la mayoría y no de la minoría, entonces es importante que no solo luchemos, sino que lo hagamos juntos”.
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Aunque todavía hay que ver si otros sindicatos siguen el ejemplo del UAW, la invitación de Fain destaca la ambición implacable de la estrategia del sindicato durante la reciente huelga, la primera en abarcar de manera simultánea a los tres fabricantes de automóviles de Detroit.
Más allá de buscar los incrementos de salarios y prestaciones más grandes en décadas (además de la anulación de las concesiones que el sindicato hizo durante la recesión de las empresas, como disminuir los niveles salariales para los trabajadores de reciente ingreso), Fain habló en repetidas ocasiones de luchar por “toda la clase obrera”.
Los expertos en materia laboral señalaron que las propuestas que aceptaron los negociadores sindicales con Ford, General Motors y Stellantis, la empresa matriz de Jeep, Ram y Chrysler, generaron beneficios que de hecho podrían repercutir mucho más allá de los trabajadores representados por el sindicato.
“Es una victoria histórica y transformadora del UAW”, comentó Nelson Lichtenstein, un historiador del trabajo de la Universidad de California, campus Santa Bárbara.
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Lichtenstein afirmó que obtener beneficios sustanciales mediante una huelga en una industria fundamental demostró las ventajas de los paros laborales tras décadas en que los trabajadores habían aprendido a contemplar las huelgas con recelo.
“Fain dice: ‘Vean, las huelgas funcionan, la solidaridad funciona; ahora, estamos más unidos que antes de la huelga’”, añadió. “Creo que es un argumento muy convincente que los sindicatos pueden adoptar en otras partes”.
Aun antes de que terminara la huelga, parecía que los sindicatos de otras empresas estaban haciendo justo eso.
En una entrevista de fines de septiembre, David Pryzbylski, un abogado que representa a los trabajadores, señaló que, en dos negociaciones contractuales, los funcionarios sindicales habían citado al UAW cuando hablaron de la posibilidad de una huelga. “Al margen del UAW, esto les está dando alas”, comentó Pryzbylski. “Tal vez estén fanfarroneando, pero yo veo que ya se está propagando”.
Un informe reciente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos planteó la inquietud de que un movimiento obrero envalentonado estuviera aumentando la actividad huelguística y “causando daños colaterales a una serie de empresas y comunidades locales” al dañar el ecosistema económico que dependía de los fabricantes de automóviles y de otros empleadores.
Tal vez el elemento estratégico que usó el UAW en su huelga también resulte aleccionador para otros trabajadores y sindicatos. En vez de pedirles a todos los empleados que se fueran a la huelga al mismo tiempo, el sindicato comenzó, de a poco, con una planta esencial de cada uno de las tres grandes automotrices y luego avanzaron cuando quisieron ejercer mayor presión. El UAW se abstuvo de ampliar la huelga cuando sintió que una empresa estaba negociando productivamente y la amplió a una planta muy importante cuando sintió que una empresa estaba reacia; en ambos casos, con el propósito de incentivar a las empresas para que se comprometieran con el sindicato.
Tal vez este método no se traduzca a la perfección a otras industrias como la del comercio y la hotelería, que no se trastornan tan fácilmente con la pérdida de un pequeño número de locales. Pero Peter Olney, un exdirector organizativo de International Longshore and Warehouse Union, comentó que esa estrategia se podía aplicar más de lo que parecería a primera vista.
Olney se refirió a la posibilidad de organizarse e irse a la huelga en las plantas de tostado de granos de café y los centros de distribución de una empresa como Starbucks, donde los trabajadores en cientos de tiendas minoristas de Estados Unidos se han organizado en los últimos años. “Cuentan con 9,000 ubicaciones, hay muchos despidos y duplicación”, señaló Olney, refiriéndose a los locales de la empresa en Estados Unidos. “Pero en ese sistema también hay algunos cuellos de botella”.
En otros casos, el UAW logró obtener concesiones en las plantas donde todavía no representa a los trabajadores, otra victoria poco común que podrían emular otros sindicatos obreros. Ford aceptó que a los miembros del UAW se les autorizara su transferencia a las plantas de vehículos eléctricos y de baterías que están en construcción en Míchigan y Tennessee, así como que estas plantas estuvieran bajo el contrato del sindicato a nivel nacional si los trabajadores se sindicalizan ahí. De acuerdo con el UAW, eso sucedería sin necesidad de celebrar una elección sindical en ninguna de las dos plantas.
Madeline Janis, codirectora ejecutiva de Jobs to Move America, un grupo que busca generar buenos empleos en las industrias de tecnologías limpias, calificó estos acuerdos como “un gran acuerdo histórico sin precedentes” que ayuda a garantizar que la transición a los vehículos eléctricos beneficie a los trabajadores.
Los funcionarios del UAW sostienen que, para que el sindicato sobreviva, es indispensable sumar nuevos miembros y que los contratos de las tres grandes automotrices darán un importante impulso a estas iniciativas debido a que los organizadores pueden señalar valiosas ventajas concretas de la sindicalización.
“Si no podemos comenzar a organizarnos, sobre todo en el sector de los vehículos eléctricos, no vamos a poder ganar una victoria contractual de esta magnitud en el futuro”, señaló Mike Miller, director regional del UAW en el oeste de Estados Unidos. “Hay que involucrar a Tesla, Volkswagen y Hyundai”.
Pero algunos especialistas afirmaron que el impulso de los recientes contratos podría ayudar a organizar campañas que lleguen incluso más lejos. “No solo se trata de la fabricación de vehículos para uso personal, sino de flotillas de camionetas repartidoras, trenes y grandes autobuses eléctricos”, comentó Erica Smiley, directora ejecutiva de Jobs With Justice, una organización que ayuda a los trabajadores que quieren sindicalizarse y negociar de manera colectiva.
Smiley señaló que muchas de estas empresas, así como los fabricantes de vehículos eléctricos, habían recibido subsidios públicos, lo que crearía la oportunidad de que los organizadores exhorten a los políticos a ayudar a incrementar los salarios y mejorar las prestaciones para que se parezcan más a lo que acaba de obtener el UAW.
“El gobierno está invirtiendo en estas industrias”, añadió Smiley. “La cuestión es cómo usar esto para elevar los estándares mínimos”. c.2023 The New York Times Company.
Por Noam Schneider, The New York Times.