La ambición en las franquicias
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Definamos como ambición al deseo intenso y vehemente de conseguir una cosa difícil de lograr, especialmente poder, riqueza o fama, desde el punto de vista católico es uno de los mayores pecados ya que la riqueza no es bien vista y el cielo está reservado para aquellos que son personas de escasos recursos económicos, para aquellos que son pobres en el bolsillo pero al mismo tiempo son ricos en espíritu. Por otra parte, la ambición es un elemento necesario desde el punto de vista evangélico o cristiano ya que para que la gente pueda desarrollar los talentos que Dios le dió, es necesario tener ambición y trabajar duro para rendir cuentas positivas al creador, de ahí el motor de la pobreza en los países de mayoría católicos como son España y los países latino americanos, igualmente, así se explica el origen de la riqueza de los países de mayorías protestantes como son Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Etc.
La ambición en las franquicias es un elemento difícil de poder controlar, ya que tenemos diferentes tipos de ambición:
La ambición limpia: La cual es el deseo de obtener bienes y recursos mediante el trabajo honesto y esforzado de cada día.
La ambición económica: La cual es el deseo de tener varias franquicias y crear una sólida base financiera.
La ambición sucia: La cual consiste en la planeación de engañar a la franquicia y a los clientes de ella para ganar dos centavos más.
La ambición tonta: La cual consiste en que un abogado engaña a los inversionistas, prometiéndoles que si demandan a la empresa franquiciante, se van a acabar quedando hasta con el nombre de la franquicia y con muchos millones más, claro, por ello le llamamos ambición tonta.
La ambición por norma general, tiende a ser mal utilizada, tratando de lograr beneficios a costa de cualquier precio y justo ahí es en donde comienzan los problemas, dentro del proceso de ambición, un elemento repetitivo consiste en traicionar a la gente que se tiene cerca, a la gente con la cual compartías intereses y fines, esa traición destruye los vínculos afectivos, económicos y morales que existen entre los individuos, con esta fractura, se rompe el tejido de la confianza y en la mayoría de los casos, es más lo que se pierde que lo que se gana, por ejemplo, si una tienda compra insumos no aprobados, el inversionista puede ganar uno o dos pesos extras, sin embargo, el cliente no es tonto y se da cuenta que el sabor, textura o color de los productos ya no es el mismo, por lo tanto, dejan de asistir a dicho establecimiento y el inversionista pierde a los clientes, aquí el gran tonto es el ambicioso que quiere logar una meta mediante caminos inmorales y pierde lo más por lo menos.
Cualquier duda o comentario sobre esta columna, le agradeceremos que nos lo haga llegar al correo opinion@franquiciatuexito.com