Elsa Tamez: encontrarse en “lo que se desborda”

Leer las voces disidentes es un acto de resistencia, pero también es un espacio para reconocerse

21 junio 2025
Elsa Tamez: encontrarse en “lo que se desborda”

Los libros salvan vidas. En el mundo solitario e individualista, en medio de la crueldad del capitalismo y la presión por producir, existen voces que salen del canon: disidencias que hablan desde una realidad que “se desborda”.

Elsa Tamez estudió la licenciatura en Letras Españolas, una maestría en Metodología de la Investigación y dos doctorados, en Educación y en Estudios Latinoamericanos.

Halló en el canon una voz masculina, cuyas preocupaciones y deseos no empataban con los suyos. Se sentía extranjera, “la otra”. Aquello que no se nombra, no existe, no importa. Se borra. En el sentido simbólico, sí; pero también en el físico: se justifica la violencia y el odio en un sistema donde solo ciertos cuerpos valen.

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¿Y qué pasa con los demás? Las voces disidentes son tantas que se desbordan de los límites del canon y desde ahí hablan, denuncian, exigen, luchan, viven, aman, mueren.

Elsa se encontró y (re)conoció a otres en ellas. Son voces que le entienden, con quienes dialoga. Gloria Anzaldúa le enseñó que no podía traicionarse. Podrás traicionar las normas y las estructuras, pero nunca a ti misme.

Así, leer de manera comunitaria se convierte en un acto de resistencia. Compartir con otres estas voces es una oportunidad para reflexionar y cuestionar aquello que nos rodea: qué decimos, por qué lo decimos y ¿de verdad queremos decirlo?

A través del diplomado “Todo lo que se desborda es nuestro”, que imparte en el Centro Cultural Casa Purcell desde marzo y con apoyo del Instituto Municipal de Cultura de Saltillo, explora e impulsa a otros a (re)descubrirse en estas otras literaturas.

Esta es la conversación que tuvimos para A La Vanguardia.

$!Entre Anzaldúa, Lorde, Meruane y muchas otras, Elsa ha tejido una comunidad de letras donde los cuerpos múltiples caben, resisten y crean.
¿Cómo fue para ti estudiar el canon literario? Es decir, voces de hombres blancos, heteronormados, cisgénero y en condiciones de poder.
El canon literario ha funcionado como una forma de legitimar unas voces. Primero las voces enunciantes, de los hombres blancos, cisgénero, con cierto poder; pero también van legitimando, por ejemplo, los deseos, la heteronormatividad, formas de existencia, los cuerpos que son correctos que existan, los cuerpos que está bien que estén pronunciándose.
Entonces, este canon literario va dictando sus propias reglas, va diciendo lo que sí está correcto, lo que no está correcto, y empieza a dividir voces y cuerpos: los que sí importan, los que no, los cuerpos del ser, los cuerpos del no ser.
Para mí, al entrar a estudiar la literatura desde esta posición, siempre me sentí la extranjera, la otra. No podía encontrar espacios donde me mirara, donde entablara una serie de diálogos. No tuve esa oportunidad. Sin embargo, traté de encajar, traté de estar dentro de esta literatura, abordarla, comprenderla, estudiarla, porque era el canon. No había esos planteamientos: ¿qué hay detrás de todo esto? O si lo muevo un poco, si hago un desplazamiento, ¿qué hay? Todo eso llegó con el tiempo, gracias a los movimientos sociales, gracias a las epistemologías feministas que empiezan a cuestionarse estas otras posibilidades.
¿Qué había en ti que no entraba en ese canon literario y cómo fue descubrirlo y explorarlo?
Me encuentro con que hay una voz masculina y esa voz tiene sus propias pronunciaciones, preocupaciones, que no tenían nada que ver conmigo. Quizá el primer desencuentro sería por haber nacido con un cuerpo femenino.
La segunda cuestión tiene que ver con los deseos. Yo tenía deseos otros, muy distintos a lo que dictaba la norma heterosexual. Desde ahí me ubicaba ya como una disidencia desde el género, desde la sexualidad, pero también desde la clase. Crecí en un contexto de bastantes carencias, por diversas situaciones que -ahora lo pienso- tenían que ver con un sistema que nos quiere bien jodidos.
Iba encontrando mis propias disidencias. ¿Y cómo lo fui asimilando? Es complejo en un principio, cuando no hay acompañamiento de voces, ni de otras personas que puedan entablar diálogos contigo.
En principio, no encontraba eso en la literatura, cuando sí lo encontré fue maravilloso: hay otras voces que me entienden, con las cuales yo dialogo, pero también el encontrar a otres amigues que pasaban los mismos procesos que yo. Encontrar una comunidad también ayudó muchísimo al proceso de aceptación y de comprender que lo más importante soy yo y que no puedo traicionarme.
¿Sabes quién me enseñó eso? Gloria Anzaldúa. Me habló del “no puedes traicionarte” y es mejor traicionar la norma, la regla social, es mejor traicionar todas las estructuras que traicionarse a sí misme.
Quiero ofrecer las literaturas que no están dentro del canon
¿Cómo conociste estas otras voces y qué impacto tuvieron a nivel personal y profesional?
Llegué a estas voces disidentes gracias al programa de Salas de lectura. Este programa es maravilloso, porque convoca a diversos coordinadores de toda la República mexicana, de diversos contextos, y ellos ofrecen otras literaturas. Hay literaturas, por supuesto, del canon; pero gracias al programa de Salas de lectura es que conocí gente súper interesante. Dejé de sentirme la extranjera, la otra.
Y justo encontré, por ejemplo, a Audrey Lorde, que habla sobre la figura de la extranjera y ese fue mi primer acercamiento con las literaturas disidentes. Luego, encontré una comunidad que exploraba justo estas literaturas; cuando llego a Ciudad de México para hacer mi doctorado, entré directo al mundo disidente en la literatura. Conocí un montón de amigues, escritores, escritoras, que hacían cosas muy distintas a las que estamos muy acostumbrades a explorar.
Cuéntame del diplomado “Todo lo que se desborda es nuestro”, ¿cuál es su origen y cuál es su objetivo?
Quiero generar un espacio donde pueda ofrecerle a otres lo que a mí alguien más ya me ofreció y que transformó mi vida. Creo que esas literaturas salvan la vida. Se escucha muy utópico, pero definitivamente sí. Un joven, una joven, une joven que encuentra estas literaturas, creo que le salva, o al menos nos hace sentir que no estamos en soledad, sino que hay otras personas que nos pueden acompañar, y en este acompañamiento seguir en la propia vida. Saber que nuestros cuerpos, nuestras existencias y nuestros deseos son importantes.
En definitiva, era ofrecer las literaturas que no están dentro del canon. Atender los excesos, los desvíos, las rarezas, todo lo que se va desbordando de los márgenes, de los límites. Este es el territorio de lo que sí es; pero hay un límite ahí y todo lo que se está ‘desbordando’ de ese límite es lo que yo quiero explorar dentro de la literatura. Abordar lo incoherente, el delirio, lo múltiple, lo fragmentario, lo que no es posible, la extrañeza; e invitar a reimaginar otras posibilidades. Proponer otros cantos, por supuesto, pero también otras miradas de cómo mirar esos cantos.
Dividí el diplomado en ocho módulos: las literaturas chicanas, las lenguas originarias (indígenas), las literaturas escritas por mujeres en América Latina, las disidencizas sexuales y las escritoras afrodescendientes.
Es mejor traicionar todas las estructuras que traicionarse a sí misme
¿Podrías profundizar en esta idea de ‘lo que se desborda?
Lejos de ver la diversidad o la diferencia como algo negativo, (es verlo) más bien como algo bastante positivo y un espacio desde el cual podemos crear algo nuevo. Cuando hablo de lo que se desborda es justo los excesos, los desvíos, las rarezas. Imagino a las olas cuando chocan en las piedras o en los límites, y toda esa agua que brinca hacia el otro lado, todo eso que se desborda es tan maravilloso, tan brillante, y también eso nos pertenece a todos como comunidad.
En cada módulo organizas una charla con escritores y escritoras, ¿por qué consideras que es imprescindible que tus alumnos tengan ese contacto?
Estos escritores y escritoras son contemporáneos. Son voces que están reflejando las realidades actuales y urgentes. Por ejemplo, la violencia, el racismo, el problema de la migración, las identidades sexuales, los géneros diversos. Elles están planteándose y están cuestionando estas cosas.
El hecho de que vengan acá y entablen diálogos con quienes están tomando el diplomado -y que ahora se ha abierto al público en general porque las transmisiones son a través de Zoom- me parece imprescindible, porque podemos conectarnos desde lo íntimo y lo sensible con estas problemáticas, nos invitan a crear nuevas preguntas y cuestionamientos, y también crean comunidad y memoria desde los márgenes.
Quiero generar un espacio donde pueda ofrecerle a otres lo que a mí alguien más ya me ofreció y que transformó mi vida
¿Y cómo ha enriquecido la reflexión las características del grupo?
Cuando hay tanta diversidad, hay un montón de riquezas. Tenemos participantes de diversas edades, y generaciones. Me parece que la persona más joven no ha de tener ni 18 años, y de ahí hasta varias décadas hacia adelante.
En principio, tenemos una diversidad en ideas, también una diversidad ideológica, de géneros, en cuanto a formas de vida, formas de existencia, diferentes cuerpos físicos.
Todo esto es muy rico, porque cada quien hace una lectura del mismo texto, pero de distinta manera. Esto nos revela las distintas capas que tiene. Porque no es lo mismo cómo lee una mujer cis a cómo lee una mujer trans, una mujer lesbiana. No es lo mismo a cómo lee una persona racializada. Cada quien hace su lectura y su interpretación de acuerdo a su propia experiencia.
Esta lectura tan diversa genera debates, por supuesto, y desacuerdos bastante propositivos. Se abre la conversación, demasiado rica, que nos lleva a nuevas preguntas. Esto luego genera dos cosas. Por un lado, algunas personas pueden y tienen la posibilidad de reconocer sus propios privilegios al escuchar lo que viven otros cuerpos, que no es lo que viven elles mismes.
Es mirar su propio privilegio, reconocerlo y desde ahí empatizar con quien es disidente. Por otro lado, tenemos a los participantes que sí se ubican en cierto margen o en cierta diversidad y que encuentran un espacio de representación, de validación, donde pueden opinar y nadie les va a juzgar; y que además hay literaturas donde pueden reconocerse.
Esto está abriendo nuevos horizontes afectivos y está creando una comunidad. Esto me parece súper importante, porque la lectura como un acto colectivo está siendo un espacio de resistencia. Estamos haciendo una serie de luchas, de resistencia, al leer de manera comunitaria a estas voces disidentes.
Atiende tu deseo. Por algo quieres escribir
Dentro del diplomado, ¿cuáles textos consideras imprescindibles y que nuestros lectores pueden empezar a explorar?
Todos los textos. Pero quizá para mencionar solo a algunes, con temor a dejar a todes fuera, e incluso a los que no incluí en el programa por cuestiones de tiempo y de espacio.
En principio, quien me transformó la vida, invito a leer a Gloria Anzaldúa. Propondría a Nadia López García, Sara Uribe, Lázaro Izael, Lina Meruane, Leila Guerriero, Camila Sosa Villada, Mariano Blatt, Cecilia Pavón.
Virginia Wolf dijo que para escribir una mujer necesita de una habitación propia. ¿Tú qué opinas de esta idea?
Creo que sí necesitamos una habitación propia para escribir, pero la habitación propia para todas las disidencias es más una metáfora. No todes tenemos el acceso a la habitación como tal. Más bien, nosotres tendríamos que crearnos nuestra habitación propia, y pienso que podría ser la hora de comida que tenemos en el trabajo, las dos horas que lleva ir en un camión para trasladarse a la casa o al trabajo o a la escuela.
Cuando estás cocinando, en lo que estás esperando a que se caliente el agua o los alimentos, ahí puede ser un espacio para la escritura y ahí está la habitación propia. También reinventar las libretas: pueden ser los tickets, los recibos, cualquier papelito que te vayas encontrando, allí escribir lo primero que venga.
Creo que podemos hacer todo eso para encontrar el lugar de la escritura, porque si no lo buscamos es muy difícil que se nos presente. Todo el sistema está hecho para que no exista este espacio, porque cuando uno escribe es ponerse a pensar y ahorita el sistema no lo permite, no tenemos tiempo para pensar.
Quiero ofrecer las literaturas que no están dentro del canon
¿Cómo pueden hacer los escritores para encontrar ese valor en sus propios textos?
Podríamos hacernos la pregunta: ¿a qué nos referimos con valor? ¿Desde dónde estamos leyendo ‘valor’? ¿Desde el capitalismo? Pues sí, no vale nada. ¿Lo estamos preguntando desde el patriarcado? De hecho, mejor no escribas. Es transformar la visión o posicionar más bien la pregunta: ¿desde dónde estoy preguntando si mi escritura vale o no? Una vez que identificas desde dónde lo preguntas, lo deconstruyes y, a lo mejor, planteas nuevas preguntas, como ¿para qué quiero que valga mi propia escritura? Primero detectar de dónde viene la autocensura.
¿Qué consejos prácticos le darías a quienes empiezan a escribir y a descubrir sus voces?
Atiende tu deseo. Por algo quieres escribir. Si te cuestionas si lo haces bien o mal, ¿qué importa? Esto me recuerda una conversación que tuve con un poeta argentino, Fabián Casas, y justo él plantea distintas cosas. Una, que todos podemos escribir, y dos, que la belleza, la rareza, el extrañamiento, etc. se encuentran en todos los lugares, en lo feo, en lo bello, pero ¿quién dicta qué es lo bello? ¿Quién te dice qué es lo que está bien hecho o no? No importa. Solo atiende tu voz, cree en ti misme y no te traiciones.

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