El 7 de mayo, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores, Campus Saltillo entregó por primera vez el premio EXATEC a una mujer: Violeta del Sol Farías Aguirre. El reconocimiento lo amerita su trabajo en la conformación de Voluntarios México. En su discurso habló sobre el trabajo que ha realizado durante doce años y también planteó uno de los mayores problemas que afecta a la sociedad mexicana: la apatía.
En entrevista para VANGUARDIA, Violeta aborda lo difícil que es sumar a los saltillenses a causas que combatan tal padecimiento. Y aunque todos los proyectos se han realizado, reconoce que ha tenido que emplear un triple esfuerzo.
La apatía, dice, es como una enfermedad social heredada por generaciones. Su proyecto, el voluntariado, es como un antídoto en una sociedad saltillense que ha sido catalogada como indiferente.
Su lucha por erradicar estos aspectos negativos datan de hace 12 años cuando creó Voluntarios México. Desde entonces han sumado más de 32 mil personas a la causa; participado en más de 230 eventos; asesorado y gestionando 200 actividades de voluntariado corporativo; y trabajado con 55 empresas, entre ellas The Walt Disney México, Adidas, Holcim, DEACERO y BBVA, entre otros.
¿Pero de qué hablamos cuando nos referimos al voluntariado?
El voluntariado es definido como una acción que se realiza sin fines de lucro con el único objetivo de ayudar a mejorar la vida de una comunidad, sociedad o grupo de personas. Han realizado acciones de reforestación y mejoramiento en casas hogar o asilos.
¿Cómo esto se relaciona con la apatía, con la sociedad saltillense y transformar el mundo actual en uno mejor? Para eso, leamos esta conversación que forma parte de los perfiles que integran A La Vanguardia.
¿Quién es Violeta del Sol Farías Aguirre?
Me defino como una persona apasionada por México. La verdad es que me apasiona su cultura, sus colores, su textura, sus sabores... todo. Y siempre he estado muy interesada en promocionar lo bueno de México. Entonces soy una mujer enamorada de mi país y promotora de las causas sociales.
¿Cómo defines a Voluntarios México?
Es una incubadora de personas extraordinarias. Así es como nos definimos, porque sabemos que al estar trabajando en pro del bien común, únicamente lo hacen aquellos que reciben el llamado. Digamos aquellos que son extraordinarios.
Cuando recibiste el premio EXATEC dijiste que el objetivo era erradicar la apatía. ¿Has ganado la batalla?
Definitivamente ha sido un trabajo muy difícil, pero en estos 12 años hemos logrado tener una base de datos de 32 mil personas que deciden ser voluntarias. Son personas que están ahí esperando nuestras convocatorias. Siempre esperamos qué más se puede hacer. Hemos visto el cambio de cuando una persona llega y, conforme va pasando el tiempo, ya se convierte en ese agente de cambio. Yo creo que la batalla no la tengo ganada, pero unos cuantos rounds los tenemos ganados.
¿La apatía es intrínseca al ser humano o es algo que se contagia?
Yo creo que es el principio de un hartazgo. Cuando la gente ve que las cosas no suceden, que paga impuestos, pero que no hay beneficios; cuando ve que hay iniciativas por resolver los problemas sociales y, sin embargo, siguen. Ahí es cuando llega un hartazgo que da cansancio. Entonces ahí es cuando la gente tira la toalla y dice “hasta aquí” o “no me importa”.
Esto culturalmente se va heredando. O sea, los niños al escuchar a los padres diciendo, “¿para qué hacer algo si no vale la pena?”: ahí es totalmente algo de herencia.
Una incubadora de personas extraordinarias. Así es como nos definimos Voluntarios México porque sabemos que al estar trabajando en pro del bien común, únicamente lo hacen aquellos que reciben el llamado.
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¿La apatía genera desesperanza?
Así, como una desesperanza. Totalmente.
¿Hay diferentes tipos de apatía?
Yo creo que la apatía es una en general. Lo que sí veo es que hay lugares con menos apatía que otros.
¿Entonces el norte es más apático?
Hasta cierta forma sí. Yo lo he vivido y lo he comprobado, porque estamos alejados de muchas de las iniciativas que suceden a nivel nacional. Recuerdo que cuando estaba en prepa, en carrera, de repente veía eventos a los que quería ir, pero eran en Ciudad de México. Entonces acá casi no llegaba nada. Creo que ese punto geográfico en el que estamos es el que nos ha hecho decir “pues que se arreglen ellos”. Nos empezamos a desentender.
Las redes sociales nos conectan. ¿Son un factor que potencian o debilitan la apatía?
Hace poco me preguntaban si los jóvenes están perdidos porque se la pasan súper metidos en temas de TikTok. Pero también hay jóvenes que desde sus canales hablan de voluntariado u otros temas y están haciendo mucha labor social. Son influencers, líderes, que están hablando en esas plataformas. Yo te puedo decir que de las 32 mil personas que están inscritas en Voluntarios México, el 90 por ciento son jóvenes. Entonces sí hay interés.
El problema es que quizá no han encontrado el espacio, las causas e incluso el trato que ellos buscan. Yo creo que también el voluntariado, sinceramente, es un tema muy difícil, porque hay cargas negativas en una palabra que realmente es tan noble.
¿Los saltillenses son apáticos?
Sí. Quizá la palabra es muy fuerte, y es que tal vez no están acostumbrados a recibir invitaciones a participar o quizá alguna vez que participaron tuvieron una mala experiencia.
Lo que sí te puedo decir que ha sido para mí muy difícil, después de venir de Ciudad de México, donde teníamos hordas de gente. Aquí nos cuesta. Aunque todo lo que hemos emprendido lo hemos logrado aquí en Saltillo, se ha requerido de muchísimo esfuerzo. Le hemos tenido que meter el triple de lo que usualmente requerimos.
Hasta cierta forma el norte es más apático. Lo he vivido y lo he comprobado, porque estamos alejados de muchas de las iniciativas que suceden a nivel nacional.
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En religiones como la católica, la apatía se considera un pecado, ¿en este contexto puede considerarse la apatía como una enfermedad?
Es como una epidemia. Es algo que se contagia porque si desde niño se ve a los papás siendo apáticos, va a ser muy difícil que rompamos ese caparazón.
¿La gente tiene miedo a participar?
La gente tiene mucho miedo a ser juzgado, sobre todo las nuevas generaciones. Muchos les llaman la generación de cristal, pero es la generación que está levantando la voz y al levantar la voz es que son atacados.
¿Cuáles son los síntomas de la apatía?
Es muy difícil, pero creo que podemos reconocer el no estar enterados o ni siquiera querer estar enterados de lo que sucede en el país, en la ciudad, en tu colonia. Yo creo que es así como podemos identificarlos. No al hacer un ejercicio de conciencia.
Simplemente con está ola de calor, nos quejamos, pero, ¿realmente nos hemos cuestionado qué podemos hacer para revertirla?
¿Cuál es el antídoto contra la apatía?
El voluntariado. Yo siempre digo a la gente que tiene que probar ser voluntario una vez en la vida, de preferencia con nosotros (risas).
El voluntariado te acerca a las problemáticas sociales y te da una visión de cómo solucionarlas y en la mayoría de los casos es fácil.
La gente tiene mucho miedo a ser juzgado, sobre todo las nuevas generaciones. Muchos les llaman la generación de cristal, pero es la generación que está levantando la voz y al levantar la voz es que son atacados.
¿Cuál es la base del voluntariado?
La prioridad es el voluntariado, no el problema social en sí. Es decir, si yo invito a la gente a un voluntariado a limpiar un cuerpo de agua, es muy importante para mí que la persona esté bien, porque es alguien que decidió dar su sábado sin nada a cambio. Y gracias a ese esfuerzo se va a ver un impacto social como es sacar la basura y hacer conciencia para no contaminar.
¿Qué no se vale en el voluntariado?
Que les hagan perder el tiempo.
¿Cómo se vive el voluntariado?
Es padrísimo vivir un voluntariado, porque, por ejemplo, hablamos de muchos jóvenes que estoy segura, que ni siquiera limpian su cuarto, pero andan conmigo limpiando cuerpos de agua.
Entonces el voluntariado te muestra el problema y te acerca la forma de solucionarlo, pero al mismo tiempo estás en una convivencia con más gente y la vibra que se siente es padrísima porque viven estas actividades a plenitud.
La apatía es como una epidemia. Es algo que se contagia porque si desde niño se ve a los papás siendo apáticos, va a ser muy difícil que rompamos ese caparazón.
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¿Es una vitamina contra la apatía?
Totalmente. Tenemos el caso de una joven que constantemente cancelaba y en una ocasión se acercó a darme las gracias porque la recibimos y me explicó que estaba en medio de quimioterapias. Se le iba toda la energía y no podía asistir. Yo le pregunté “¿qué haces aquí?”, y me respondió “¡Hacer algo bueno por alguien más es parte de mi lucha!”.
En ese mismo evento en la Ciudad de México, más tarde, llegó otra chica y la veo con los ojos hinchados. Me acerco para preguntarle qué había pasado y me di cuenta de que esa mañana habían encontrado el cuerpo de una amiga de ella que estuvo desaparecida durante varias semanas.
Al igual que a la otra chava le preguntó qué hace ahí y me responde “es mi forma de encontrar algo bueno, entre tanta cosa mala”.
Entonces con estos testimonios lo que quiero decir es que yo veo que ellos vienen y se suman, a pesar de todo lo que les está pasando.
Yo entiendo que mi único trabajo es hacer que su tiempo valga.
Presea Héroe de la Sociedad otorgada por la Universidad Interamericana para el Desarrollo (UNID) Saltillo 2013.
Mexicana de la semana por el portal “Yo soy México” del Gobierno Federal en 2015.
Premio Héroe sin Capa de Tv Azteca México 2019.
Premio Kaena “Mujer con Valor 2023” en la categoría de Responsabilidad Social.