Papa publicó segunda encíclica y liberalizó la misa en latín

Internacional
/ 1 marzo 2016

    <strong>Ciudad del Vaticano</strong>.- Benedicto XVI visitó Brasil, en su primer viaje a Latinoamérica, en un año en el que publicó su segunda encíclica, liberalizó la celebración de la misa en latín, eliminó el limbo, beatificó a 498 españoles, celebró el segundo consistorio de su Pontificado y publicó el libro "Jesús de Nazaret".

    En este 2007, en el que Ratzinger cumplió ochenta años y físicamente se encuentra bien, viajó a Brasil y a Austria; estuvo en las ciudades italianas de Asís, Vigevano, Pavía -donde visitó la tumba de San Agustín, uno de los principales inspiradores de su pensamiento teológico- y Nápoles, donde se reunió con líderes religiosos ortodoxos.

    Por primera vez en su pontificado, Benedicto XVI cruzó el Atlántico, para asistir en el santuario brasileño de Aparecida a la V Asamblea general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM).

    Allí, ante 266 obispos y decenas de miles de fieles, el Papa Ratzinger trazó las líneas para una nueva Evangelización de América Latina, donde la pobreza sigue afectando a una gran parte de la población y se están expandiendo con gran rapidez las sectas a costa de los católicos.

    Benedicto XVI aseguró que la Evangelización de América "no supuso en ningún momento una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña" y expresó su preocupación por el resurgimiento de gobiernos autoritarios en el continente.

    En Austria, el Papa alemán defendió las raíces cristianas de Europa, animó a continuar con el proceso de unificación europea y defendió el domingo como día de descanso dedicado a Dios.

    Dos años y medio después de ser elegido Papa, Joseph Ratzinger publicó su segunda encíclica, "Spe Salvi", en la que ofreció un horizonte de esperanza a la humanidad y en la que afirmó que la vida no acaba en el vacío, que el marxismo ha dejado una destrucción desoladora y que habrá un Juicio Final, "que es nuestro consuelo y esperanza".

    El Obispo de Roma arremetió duramente contra el ateísmo, del que dijo se funda "en una falsedad intrínseca" y al que acusó de haber originado las "más grandes crueldades y violaciones de la justicia" de la era moderna.

    En este año también se publicó un documento titulado "Respuestas a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos de la doctrina social de la Iglesia", en el que se afirmó que la Iglesia Católica "no renuncia a su convicción de ser la única verdadera" Iglesia de Cristo.

    En el documento, la Iglesia Católica reconoce que en las iglesias ortodoxas y en las "comunidades cristianas" surgidas de la Reforma -a las que no considera iglesias- hay elementos de salvación.

    El documento fue criticado por las iglesias protestantes, que lo ven como un "paso atrás" por considerarles "cristianos de tercera clase".

    A mediados de año, también se publicó otro documento con el que facilitó la celebración de la misa en latín, que acompañó de una carta de su puño y letra en la que subrayó que el Misal salido del Concilio Vaticano II "es y permanece" como la forma "normal" de la liturgia y que el tridentino es el "extraordinario".

    Benedicto XVI precisó que la misa en latín según el rito tridentino nunca fue jurídicamente suspendida y siempre estuvo permitida y que en estos años muchas personas y movimientos comoel del cismático arzobispo Lefebvre permanecían ligadas a la misma, de ahí la necesidad de un reglamento más claro para llegar a "una reconciliación interna en el seno de la Iglesia".

    Otro texto fue el de la Comisión Teológica Internacional con el que se eliminó el limbo, el lugar donde la tradición católica colocaba a los niños que morían sin recibir el bautismo.

    La comisión expresó que existen "serias razones teológicas para creer que los niños no bautizados que mueren se salvarán y disfrutarán de la visión de Dios".

    El Pontífice escribió también una carta a los católicos chinos, en la que expresó solidaridad, su deseo de restablecer relaciones diplomáticas con China y pidió al gobierno de ese país que respete la libertad religiosa y se llegue a un acuerdo para nombrar los obispos.

    A últimos de noviembre, Benedicto XVI celebró el segundo consistorio de su pontificado, en el que creó 23 nuevos cardenales, entre ellos tres españoles, los arzobispos de Valencia y Barcelona, Agustín García Gasco y Luis Martínez Sistach, respectivamente, y el jesuita Urbano Navarrete.

    También nombró dos argentinos (Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, y Estanislao Esteban Karlic, emérito de Paraná) y un mexicano (el arzobispo de Monterrey, Francisco Robles Ortega) y un brasileño (Odilio Pedro Scherer, arzobispo de Sao Paulo).

    En este consistorio potenció la iglesia europea y reconoció a la que sufre en Irak, nombrando cardenal al Patriarca de Babilonia de los Caldeos, Emmanuel III Delly.

    El Vaticano también fue sede este año de la beatificación de 498 españoles, asesinados en 1934 y 1936-39 (durante la Segunda República y la Guerra Civil), considerados por la Iglesia "mártires del siglo XX".

    Benedicto XVI dijo que con sus "gestos de perdón hacia sus perseguidores" los beatificados "impulsan a trabajar por la reconciliación y la convivencia pacífica".


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