Frederik Willem de Klerk, último presidente del apartheid en Sudáfrica, Muere a los 85 años
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Frederik Willem de Klerk, expresidente sudafricano y Nobel de la Paz, propició el fin del sistema racista del “apartheid”.
El expresidente sudafricano y Nobel de la Paz Frederik Willem de Klerk, el líder que propició el fin del sistema racista del “apartheid”, murió hoy a los 85 años por un cáncer, informaron fuentes de su fundación.
“Con gran pesar, la Fundación de Klerk debe anunciar que el expresidente FW de Klerk murió en paz en su hogar en Fresnaye (un suburbio de Ciudad del Cabo, en el suroeste de Sudáfrica) esta mañana, después de su lucha contra un cáncer mesotelioma”, señaló esta organización en un comunicado.
“Le sobreviven su esposa Elita, sus hijos Jan and Susan y sus nietos”, añadió la fundación.
El que fuera el último presidente blanco de Sudáfrica había anunciado que se le había diagnosticado esta enfermedad, un cáncer poco común que afecta al mesotelio, el tejido que recubre los pulmones, el estómago, el corazón y otros órganos, en coincidencia con su último cumpleaños, el pasado 18 de marzo.
De Klerk, presidente de Sudáfrica entre 1989 y 1994, fue el líder que abrió la puerta al desmantelamiento del régimen segregacionista del “apartheid” en 1990, en un escenario de gran presión internacional y sólo después de más de cuatro décadas de opresión total para la mayoría “no blanca” del país.
Por aquel hito histórico, que llevaría a Sudáfrica a celebrar sus primeras elecciones democráticas en 1994, en 1993 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz junto a su principal contraparte en aquel proceso, Nelson Mandela.
Entre su legado, destaca especialmente su discurso del 2 de febrero de 1990, con el que anunció el principio del fin del “apartheid” y la liberación inmediata de los presos políticos, incluido el propio Mandela (quien saldría de la cárcel solo unos días después).
“Es tiempo de que salgamos del ciclo de violencia y nos abramos camino hacia la paz y la reconciliación. La mayoría silenciosa lo ansía”, dijo en aquel histórico momento.
A pesar de ese logro -y aunque también ejerció como vicepresidente del primer Gobierno democrático de Sudáfrica, bajo el liderazgo de Mandel-, su legado es todavía controvertido en la nación austral, donde el legado del “apartheid” continúa aún muy presente en forma de grandes desigualdades socioeconómicas.
El afrikáner que liberó a Mandela y propició el fin del “apartheid”
El expresidente sudafricano y Nobel de la Paz Frederik Willem de Klerk, el líder que propició el fin del sistema racista del “apartheid” y puso en libertad a su más icónico enemigo, Nelson Mandela, falleció hoy a los 85 años, dejando tras de sí un legado complejo pero crucial en la historia de Sudáfrica.
De Klerk falleció esta mañana en su hogar del suburbio de Fresnaye, en Ciudad del Cabo (suroeste), a consecuencia de un mesotelioma -un tipo de cáncer que afecta el tejido que recubre los pulmones- que se le había diagnosticado.
El que fuera el último presidente blanco de Sudáfrica será especialmente recordado por su discurso del 2 de febrero de 1990, con el que desencadenó la transición del país desde uno de los regímenes más brutales y racistas de la historia contemporánea a una democracia multirracial.
“Nuestro país y su gente han estado enredados en conflictos, tensiones y luchas violentas durante décadas. Es tiempo de que salgamos del ciclo de violencia y nos abramos camino hacia la paz y la reconciliación. La mayoría silenciosa lo ansía”, afirmó De Klerk aquel día.
Nacido en Johannesburgo en 1936, en el seno de una familia afrikáner, era hijo del senador y ministro en varias ocasiones Jan De Klerk.
Estudió derecho y en 1972 fue elegido diputado por el Partido Nacional, la formación que defendía los intereses de la comunidad afrikáner en Sudáfrica y había ido construyendo el “apartheid” desde 1948.
En las décadas siguientes, De Klerk ocupó carteras ministeriales, pero fue en 1989 cuando su liderazgo dentro del partido se consolidó, al imponerse sobre la fórmula de continuidad que el entonces presidente del país, Pieter Willem Botha (férreo defensor del “apartheid”), quería para oficialismo.
UN “ENIGMA” PARA LOS LUCHADORES ANTIAPARTHEID
Unos meses después de su elección como líder del Partido Nacional, Botha dimitió y ello aupó a De Klerk a la Presidencia sudafricana.
Para los líderes antiapartheid, como el propio Mandela, que le describía como un “enigma”, nada hacía pensar entonces que en aquel hombre pragmático y de partido iba a estar la llave de las reformas.
“Los dirigentes del Partido Nacional normalmente oían sólo lo que deseaban oír en sus conversaciones con los líderes negros, pero el señor De Klerk parecía estar haciendo verdaderos esfuerzos por comprender lo que le decían”, explicó Mandela sobre su primera reunión con De Klerk, en diciembre de 1989, cuando aún estaba encarcelado.
El Gobierno de De Klerk se consolidó en las elecciones generales de septiembre de ese año y, con ello, la legitimidad para iniciar las transformaciones que Sudáfrica, ahogada económicamente y aislada internacionalmente por sus políticas racistas, precisaba con urgencia.
Así llegó el líder afrikáner al Parlamento aquel 2 de febrero de 1990 y pronunció el discurso que cambió para siempre el destino de Sudáfrica, si bien el país aún debate si aquel alejamiento del “apartheid” fue resultado de una buena voluntad auténtica de De Klerk o si no le quedaban alternativas.
De entre las medidas anunciadas aquel día, la más destacada fue la liberación inmediata de los presos políticos y la legalización de los movimientos de lucha contra la opresión de la minoría blanca, incluido el Congreso Nacional Africano (CNA) de Mandela.
“El Gobierno ha tomado la firme decisión de liberar al señor Mandela sin condiciones”, anunció el presidente, comunicando una noticia muy esperada en todo el mundo y, seguramente, la más simbólica del principio del fin del “apartheid”.
No todo, sin embargo, sería sencillo. A aquel discurso le siguieron cuatro años de complejas negociaciones bajo la constante amenaza de que en Sudáfrica acabara estallando una guerra civil.
EL NOBEL JUNTO A MANDELA Y LA LLEGADA DE LA DEMOCRACIA
Los esfuerzos de De Klerk le granjearían reconocimientos como el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1992) de España o el Premio Nobel de la Paz (1993), ambos compartidos con Mandela, su simbólica contraparte en la complicada transición.
“Por su trabajo por un fin pacífico del régimen del ‘apartheid’ y por sentar los cimientos para una nueva Sudáfrica democrática”, destacó el Comité Nobel Noruego sobre ambos.
En 1994, Sudáfrica celebraría finalmente sus primeras elecciones democráticas y multirraciales, con victoria aplastante del CNA de Nelson Mandela (62.65 %).
De Klerk, segundo con un 27.81 % de los votos, pasaría a ser vicepresidente de Mandela dentro de un Gobierno de unidad, tal y como se había acordado previamente.
De ese cargo, que ejerció no sin fuertes tensiones con el célebre primer presidente negro de Sudáfrica, se retiró en 1996 y, poco después, cuestionado también dentro su propio partido, dejó la política (1997).
En el 2000 creó la fundación que lleva su nombre para impulsar su trabajo por la paz y la defensa de su legado.
Sus opiniones, sin embargo, no dejaron de crear polémicas ocasionales en la Sudáfrica democrática, por ejemplo, en forma de comentarios públicos justificando los principios segregacionistas del “apartheid” o por su frontal oposición a las políticas del CNA, que ya nunca perdió el poder desde 1994.
El pasado marzo, en coincidencia con su 85 cumpleaños, la Fundación De Klerk había anunciado que el exmandatario padecía el agresivo cáncer que finalmente acabó con su vida.