Por qué la derecha cree que Trump va ganando en las encuestas
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El torrente de encuestas empezó a llegar hace unas semanas, una tras otra, la mayoría mostrando una victoria de Donald Trump
Por Ken Bensinger y Kaleigh Rogers
Los sondeos sesgados y los mercados de apuestas anónimas están aumentando las expectativas de los republicanos. Donald Trump podría utilizar esto para impugnar el resultado.
El torrente de encuestas empezó a llegar hace unas semanas, una tras otra, la mayoría mostrando una victoria de Donald Trump.
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Destacaban entre los cientos de otras encuestas que indicaban un empate en las elecciones presidenciales. Pero tenían algo en común: habían sido encargadas por grupos de derecha con un gran interés en promover la fuerza republicana.
Estas encuestas han tenido un impacto marginal, si es que han tenido alguno, en los promedios de las encuestas, que o bien no incluyen las encuestas partidistas o les dan poca importancia. Sin embargo, hay quien sostiene que el verdadero propósito de las encuestas partidistas, junto con otras métricas que fijan expectativas, como los mercados de apuestas políticas, está dirigido a un objetivo totalmente distinto: construir una narrativa de impulso imparable para Trump.
Las encuestas partidistas parecen centradas en elevar el entusiasmo republicano antes de las elecciones y —lo que quizá sea más importante— en cimentar la idea de que la única forma de que Trump pierda frente a la vicepresidenta Kamala Harris es que las elecciones estén amañadas. Las encuestas que prometen una victoria republicana, según esta teoría, podrían considerarse evidencias de fraude si esa victoria no se produce.
“Está claro que los republicanos están colocando estratégicamente las encuestas en el entorno informativo para intentar crear la percepción de que Trump es más fuerte”, dijo Joshua Dyck, quien dirige el Centro de Opinión Pública de la Universidad de Massachusetts en Lowell. “Su incentivo no es necesariamente acertar la respuesta”.
La semana pasada, el influente de derecha Ian Miles Cheong compartió una encuesta con sus 1,1 millones de seguidores en X. El pronóstico de una nueva empresa encuestadora sugería, sin compartir su metodología, que el expresidente se llevaría el 74,3 por ciento de los votos nacionales, una victoria aplastante sin precedentes en la historia de Estados Unidos.
“Trump va a ganar sin duda”, escribió Cheong. “Los datos lo demuestran”.
En la recta final de la campaña de 2020, los encuestadores afines a los republicanos publicaron 15 encuestas sobre las elecciones presidenciales en estados de tendencia electoral incierta. En el mismo periodo de este año, han publicado 37, según un análisis del New York Times de los datos del agregador de encuestas FiveThirtyEight. De esas 37, todas menos siete daban ventaja a Trump.
Este aumento se produce cuando el volumen de encuestas no partidistas —como las encargadas por las principales organizaciones de noticias— ha disminuido significativamente, aunque siguen constituyendo la mayoría de las encuestas publicadas. De las encuestas no partidistas publicadas en las últimas semanas de la campaña de este año, aproximadamente la mitad mostraban una ventaja para Trump.
Y eso fue contando solo las encuestas designadas de forma explícita como políticamente alineadas por FiveThirtyEight, que establece un listón muy alto para definir las encuestas partidistas. Ha habido otras encuestas realizadas por empresas con un historial favorable a los republicanos o con un historial público de retórica pro republicana que no han sido designadas como partidistas por ninguno de los agregadores.
Otros factores también han alimentado la percepción de la fuerza de Trump. Plataformas de apuestas como Polymarket y Kalshi, que permiten apostar sobre el resultado de las elecciones, han experimentado un repunte a favor de Trump en el último mes, uno que no se corresponde con el estado general de la contienda según los sondeos de empresas de prestigio.
Ese aumento parece haber sido impulsado casi en su totalidad por un número muy reducido de apuestas de gran valor de solo cuatro cuentas vinculadas a un ciudadano francés. Esas cuentas han apostado colectivamente 30 millones de dólares a una victoria de Trump este mes.
No obstante, Trump y sus aliados, incluido Elon Musk, han promovido los mercados de apuestas, aunque son opacos, están pobremente regulados y no constituyen un método científico para estimar las encuestas públicas. Trump citó a Polymarket en un discurso reciente, diciendo: “No sé qué demonios significa, pero significa que lo estamos haciendo bastante bien”.
Un portavoz de Polymarket declinó hacer comentarios para este artículo.
La tendencia es una continuación de las elecciones intermedias de 2022, cuando una corriente similar de encuestas alineadas con los republicanos a finales del ciclo —algunas realizadas por dos estudiantes de secundaria de Pensilvania— pronosticaron una “ola republicana” que daría amplias mayorías a los republicanos tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. Mientras que las encuestas no partidistas demostraron ser bastante precisas, las encuestas partidistas se equivocaron.
Este año, las encuestas partidistas han sido objeto de un mayor escrutinio público, y en general se han aproximado más a otras encuestas. En una contienda tan reñida, es posible que su ligera inclinación hacia Trump resulte ser exacta.
Las encuestas partidistas no parecen tener un impacto significativo en los promedios de las encuestas calculados por las organizaciones de noticias, incluido The New York Times. Esto se debe a que esos grupos no tratan todas las encuestas por igual, y ajustan sus modelos para dar menos peso a las encuestas de encuestadoras sin un historial fiable o con vínculos con un partido político. Algunas encuestas quedan totalmente excluidas de sus promedios.
Una encuesta muy criticada de octubre, por ejemplo, mostraba una ventaja de cuatro puntos para Harris entre los votantes registrados de Pensilvania, pero una ventaja de un punto para Trump entre los votantes probables. La encuesta fue encargada por American Greatness, un medio de comunicación de derecha vinculado a un grupo de defensa conservador cofundado por el senador por Ohio, JD Vance , compañero de fórmula de Trump.
FiveThirtyEight no califica los sondeos de American Greatness como partidistas, pero tuvo en cuenta los cuestionables resultados y, como consecuencia, su media general de sondeos para el crítico estado indeciso se movió solo una décima de punto.
ABC News, propietaria de FiveThirtyEight, se negó a poner al director editorial de análisis de datos del agregador, G. Elliott Morris, a disposición para que hiciera comentarios.
En general, Trump ha obtenido ligeros avances en el promedio nacional de las encuestas durante las dos últimas semanas, y las medias de las encuestas de los estados disputados se han estrechado. Aun así, la contienda sigue siendo extraordinariamente reñida.
Eso no ha impedido que estas encuestas den forma a la narrativa general en la recta final de la contienda. Los promedios del popular sitio de agregación RealClearPolitics, en particular, son muy citados en las redes sociales.
A diferencia de sus competidores, RealClearPolitics no descarta las encuestas de baja calidad, e incorpora resultados de encuestadoras con un historial deficiente que otros agregadores rechazan. Tampoco pondera sus promedios. Una de sus páginas muestra un mapa del colegio electoral con un ganador proyectado para cada estado, incluso para los que el sitio considera actualmente como “un cara o cruz”.
Ese mapa “sin cara o cruces” muestra actualmente que Trump ganaría todos los estados de tendencia electoral incierta excepto Míchigan y Wisconsin.
RealClearPolitics no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.
Cuentas influyentes han estado compartiendo capturas de pantalla del mapa de RealClearPolitics del Colegio Electoral dominado por el color escarlata, asignado a los republicanos, a menudo emparejadas con imágenes del promedio de apuestas de Polymarket, que actualmente muestra a Trump con un 65 por ciento de probabilidades de ganar.
Hace dos semanas, Elon Musk compartió el mapa con sus 202 millones de seguidores en X, escribiendo que la “tendencia continuará” y que los demócratas están perdiendo. Los partidarios de Trump también han citado los datos del voto anticipado, una métrica de predicción voluble, como una prueba más de su inminente triunfo.
“Es el dominio de todo el espectro: está dondequiera que mires. No puedes evitarlo. Sienta bien, parece bien, suena bien”, dijo Vish Burra, secretario ejecutivo del Club de Jóvenes Republicanos de Nueva York.
Simon Rosenberg, estratega demócrata, es de los que creen que las encuestadoras afines a los republicanos están “inundando la zona” para cambiar los promedios de las encuestas y desinflar el entusiasmo de los demócratas. “No tiene que ser por mucho”, dijo. “Solo lo suficiente para que el mapa se vuelva republicano”.
Rosenberg ha insistido en este tema durante semanas en su Substack y en sus cuentas de las redes sociales, creando lo que los críticos describen como una narrativa contraria que exagera el impacto de las encuestas partidistas en los promedios generales.
Sin embargo, incluso un ligero cambio en la percepción podría bastar para alimentar las acusaciones de robo de las elecciones si Trump pierde, acusaciones que el expresidente y sus partidarios ya han estado preparando.
“Tenemos que hacer que sea DEMASIADO GRANDE PARA AMAÑAR”, publicó Trump en las redes sociales el martes, una exhortación que, según algunos, subraya la verdadera estrategia: hacer que una derrota parezca matemáticamente imposible.
“La razón principal por la que se hacen flotar datos como ese es porque se intenta convencer a sus partidarios de que no hay forma de que Trump pierda, a menos que lo roben”, dijo Mike Madrid, un veterano estratega republicano crítico con el expresidente. “El objetivo es sentar las bases de las consecuencias de la contienda para que se pueda impugnar el resultado”.
Esa opinión es compartida por una facción cada vez mayor a ambos lados del pasillo, a quien consterna ver cómo se instrumentalizan las encuestas de una forma que podría socavar la fe en todo el sistema.
“Esa es mi principal preocupación”, dijo Adam Carlson, analista de datos y antiguo encuestador demócrata que ha estado siguiendo las encuestas partidistas. “La gente creerá lo que quiera creer en ambos bandos, pero solo en un bando eso tiene la posibilidad de conducir a una negación generalizada de las elecciones”.
Los demócratas también han intentado utilizar las encuestas partidistas y las probabilidades de las apuestas para aumentar sus posibilidades, pensando que jugar desde atrás podría ayudar a la participación y sacar un poco más de dinero de los bolsillos de los donantes.
En las últimas semanas, decenas de correos electrónicos de la campaña de Harris para recaudar fondos han promocionado encuestas que mostraban a Trump por delante en los estados disputados y en la media nacional; uno de esta semana calificaba los datos de “profundamente preocupantes” mientras imploraba a los votantes que donaran 10 dólares.
Otros en la izquierda creen que incluso los promedios de las encuestas están sesgados a favor de Trump y que Harris está en realidad rumbo a obtener una victoria aplastante por sorpresa, del mismo modo que los demócratas superaron las expectativas en las elecciones intermedias.
John Anzalone, quien fue el principal encuestador del presidente Biden en 2020 y sigue realizando encuestas internas para los demócratas, dio su consejo para la recta final de las elecciones: hay que ignorar el ruido.
“Por supuesto que la gente no sabe qué hacer con las encuestas públicas”, dijo. “Hay un montón de encuestas basura”.
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