Descubre sequía iglesia sumergida

Nacional
/ 19 octubre 2015

La falta de lluvia dejó a la vista un templo del Siglo 16 en Chiapas

MÉXICO. D.F.-  Las caudalosas aguas del sureste mexicano encierran valiosos tesoros. La falta de lluvia dejó al descubierto lo que queda en pie del templo de Quechula, erigido en el Siglo 16 por monjes dominicos en el norte de lo que hoy es el Estado de Chiapas. 

La iglesia, de 61 metros de largo, se encuentra sumergida desde 1966, cuando se terminó la construcción de la presa de Malpaso, en el cauce del río Grijalva, el segundo más grande de México. 

El Grijalva, de 600 kilómetros de longitud, fue afectado este año por el fenómeno “El Niño”, que provocó que llueva menos de la mitad de lo que se acostumbra en una zona del país de frondosa vegetación y habituada a generosas tormentas tropicales. Esta carencia disminuyó desde mayo los niveles del río, que se encuentran en estado crítico.
Cuatro presas dependen del Grijalva 

Una de estas es la de Malpaso, que encierra una importante hidroeléctrica que provee de energía a varios Estados del sureste de México. En agosto estaba once metros por debajo de sus niveles promedio. 

Es posible que las aguas hayan bajado más desde entonces, ya que los expertos calculan que la iglesia de Quechula solo se puede ver cuando el nivel baje 25 metros. La última vez que sucedió esto fue en 2002. En aquel entonces varios devotos caminaron al templo y oficiaron una misa entre paredes cubiertas de lodo seco.

Carlos Navarrete, un arquitecto que elaboró un informe sobre los vestigios de la nave para el Gobierno, asegura que el templo fue abandonado entre 1773 y 1776 debido a una serie de plagas que afectaron las comunidades de la zona, que hoy es poblada por indígenas zoques. 

Antes de que se concluyera la presa, en 1966, existió un pequeño poblado cerca del templo. La comunidad estaba formada por cuatro barrios, cada uno de ellos nombrado en honor de un santo. Los familiares de los antiguos habitantes de la zona aseguran que el templo era conocido como la iglesia de Santiago. 

Cuando el nivel del agua baja, los pescadores de la región se convierten en guías. Transportan en sus lanchas a los curiosos que quieren apreciar los restos del templo. Algunos afirman que un terremoto en la región tiró uno de los muros, de diez metros de altura, en la década de los cuarenta del siglo pasado. En esta parte del País, la sequía da paso al turismo.   © EL PAIS, SL. Todos los derechos reservados.

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