Seis formas en que el alcohol puede afectar tu salud intestinal
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El alcohol arrastra agua al intestino, lo que puede provocar deposiciones blandas, señaló Shane.
Por: Alice Callahan
Cuando el pasado febrero publicamos un artículo sobre las diversas formas en que el alcohol puede alterar tu flora intestinal, la respuesta de los lectores fue abrumadora.
Una persona dijo que, tras dejar el alcohol, sus problemas digestivos prácticamente desaparecieron. Otros dijeron que reducir el consumo de alcohol les ayudó con la hinchazón, el reflujo gástrico, el síndrome de intestino irritable y otros síntomas.
No es de extrañar, comentó Morgan Sendzischew Shane, gastroenteróloga del Sistema de Salud de la Universidad de Miami. Algunas personas pueden notar molestias intestinales tras una sola copa, aseguró, mientras que otras quizá no sean conscientes de la conexión entre el alcohol y los problemas intestinales. Sin embargo, el alcohol puede tener muchas consecuencias negativas para el aparato digestivo, desde síntomas a corto plazo hasta riesgos para la salud a largo plazo.
A continuación, seis efectos que el alcohol puede tener en tu salud intestinal.
Reflujo gastroesofágico
Beber alcohol provoca que se relajen los músculos del cuerpo, entre ellos la válvula muscular que sirve de compuerta entre el estómago y el esófago. Esto puede hacer que la válvula se abra más de lo debido, permitiendo que el ácido estomacal se escape hacia el esófago, explicó Shane. Esto puede causar acidez, dolor y otros síntomas de reflujo.
Las bebidas alcohólicas ácidas (como el vino y la sidra) y las carbonatadas (como la cerveza y algunos cócteles) pueden empeorar los síntomas del reflujo, afirmó Cynthia Hsu, gastroenteróloga y profesora adjunta de medicina de la Universidad de California en San Diego.
Inflamación y hemorragia
Incluso una noche de consumo excesivo de alcohol puede hacer que se inflame la mucosa gástrica, provocando síntomas como náusea, malestar o dolor estomacal por uno o dos días, aseguró Shane. Esa inflamación es temporal y puede curarse rápidamente, como cuando nos quemamos el paladar con comida caliente, pero nos recuperamos unos días después, dijo Shane.
El alcohol también puede aumentar el riesgo de hemorragias en el tracto digestivo. En un estudio de 2016 de casi 50.000 hombres estadounidenses a los que se dio seguimiento durante 26 años, los hombres que consumían una o dos copas al día tuvieron un 67 por ciento más de probabilidades que los que no bebían de desarrollar hemorragias gastrointestinales graves, principalmente por úlceras en el estómago y en la primera parte del intestino delgado. El riesgo resultó mayor para los hombres que consumían alcohol con regularidad entre comidas, sobre todo destilados.
Gases e hinchazón
Cuando consumes alcohol, el estómago absorbe una pequeña cantidad, y tus intestinos absorben o descomponen el resto. Pero si bebes demasiado de golpe —más deprisa de lo que tu cuerpo puede absorber el alcohol—, terminarás con más alcohol de lo habitual mezclado con tu flora intestinal, explicó Hsu.
Esa flora procesa el alcohol, lo cual puede producir gases e hinchazón, así como dolor y sensación de presión en algunas personas, de acuerdo con Shane.
El consumo habitual o excesivo de alcohol también puede crear un desequilibrio en los tipos y cantidades de microorganismos en tu intestino, lo que puede contribuir a la hinchazón y las molestias crónicas, aseguró Hsu.
Hábitos intestinales anormales
El alcohol arrastra agua al intestino, lo que puede provocar deposiciones blandas, señaló Shane.
También puede afectar los nervios de la pared intestinal que controlan los movimientos del intestino, normalmente acelerándolos y contribuyendo a la diarrea, explicó Gyongyi Szabo, profesora de medicina de la Facultad de Medicina de Harvard. Por razones poco comprendidas, agregó, el alcohol tiene el efecto contrario en algunas personas: puede ralentizar los movimientos intestinales y empeorar el estreñimiento.
Beber en exceso también puede causar o exacerbar la intolerancia a la lactosa, pues el alcohol puede dañar las células que fabrican la enzima que descompone los azúcares naturales de la leche, comentó Ali Keshavarzian, gastroenterólogo y profesor de medicina interna de la Universidad Rush de Chicago. Eso puede volverte más propenso a tener diarrea u otras molestias digestivas tras consumir productos lácteos, añadió.
Síndrome del intestino permeable
Las investigaciones indican que incluso un único episodio de consumo excesivo de alcohol —que suele definirse como cuatro o más copas en un plazo de dos horas para las mujeres, o cinco o más copas en el mismo periodo para los hombres— puede hacer que la mucosa intestinal sea más permeable, que “gotee”, afirmó Szabo. Esto puede permitir que las toxinas del intestino se filtren al torrente sanguíneo, lo que causa inflamación en todo el cuerpo, señaló.
En un estudio del laboratorio de Szabo, 25 adultos bebieron suficiente vodka (mezclado con jugo de naranja y fresa) para que sus concentraciones de alcohol en sangre alcanzaran aproximadamente 0,08, el límite para conducir bajo los efectos del alcohol en Estados Unidos. Los investigadores descubrieron que, treinta minutos después de consumir el alcohol, los participantes presentaban niveles elevados de toxinas intestinales y de marcadores inflamatorios en la sangre, mientras que los sujetos de control que solo habían bebido jugo de naranja no presentaron esos incrementos.
La inflamación y la permeabilidad del intestino no causan síntomas inmediatos, indicó Keshavarzian. Pero tener una mucosa intestinal más permeable puede aumentar el riesgo de que una persona desarrolle una enfermedad hepática, pues permite que las toxinas del intestino se desplacen al hígado y ocasionen inflamación allí.
Riesgo de cáncer
En enero, Vivek Murthy, el anterior cirujano general de Estados Unidos, advirtió que beber alcohol podía elevar el riesgo de padecer al menos siete tipos de cáncer, incluidos los de boca, garganta, esófago, hígado, colon y recto.
Aun los niveles bajos de consumo de alcohol, como una bebida al día, pueden contribuir al riesgo de cáncer de varias maneras, señaló Keshavarzian, ya que pueden promover procesos nocivos en el organismo que conducen a la inflamación y pueden dañar tu ADN, células y proteínas.