Ven en México un juvenicidio
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Hay un alto riesgo de ser víctima de homicidio o desaparición siendo joven desde 2006, cuando inició la llamada guerra contra el narcotráfico
Un asesinato sistemático de jóvenes tiene lugar en México, sostienen especialistas de diversas regiones del país que fueron entrevistados sobre el crecimiento del riesgo de ser víctima de homicidio o desaparición siendo joven desde 2006, cuando inició la llamada guerra contra el narcotráfico.
El sociólogo bajacaliforniano José Manuel Valenzuela Arce, quien acuñó el término de juvenicidio a partir de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, enlista cinco elementos clave que conllevan la vulnerabilidad y eventualmente la muerte de jóvenes en el país: la precarización económica y simbólica, la criminalización, la desciudadanización y la desubjetivación.
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El investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef), quien estudia las juventudes y contracultura desde hace 44 años, planteó este concepto en asociación con el de feminicidio: el asesinato de mujeres por ser mujeres, como resultado del machismo.
En el caso del juvenicidio, el asesinato sistemático de jóvenes tampoco es fortuito, considera Valenzuela. “Son las consecuencias de la operación de una maquinaria de precarización y muerte”, a raíz de una política prohibicionista que tiene como objetivo el control del mercado de las drogas por Estados Unidos, explica.
En el juvenicidio, identifica, siempre está la idea de que los matan porque son delincuentes, “como si esto lo justificara”.
La precarización de la juventud tiene un hito en los años 80: “la década pérdida”, identifica Valenzuela, con el arrebato de las esperanzas de los jóvenes. “La condición de certeza, de construcción de proyectos viables de vida se cae”, a causa del inicio del neoliberalismo que exacerbó la desigualdad. Restaurar el proyecto de futuro de los jóvenes es necesario para detener las violencias que viven, apunta.
Este trabajo busca comprender las causas de las violencias contra los jóvenes. Se dividió el país en cinco regiones territoriales, y en cada una se analizaron los datos de desaparición y homicidio para las personas de 12 a 29 años en los últimos 18 años. Ante la gran diversidad del país, se recogieron las voces de especialistas en juventudes y violencias de 15 estados. Así se logró una explicación del problema con un nivel de detalle periodístico hasta ahora inédito.
NORESTE: EL LUGAR MÁS PELIGROSO
Los estados de Durango, Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí y Tamaulipas conforman la región en donde la juventud está en mayor riesgo de ser víctima de homicidio o desaparición, 46% del total de las víctimas reportadas entre 2006 y 2022 para ambas violencias tenían entre 12 y 29 años, de acuerdo con el análisis hecho por la Unidad de Periodismo de Investigación y Datos de EL UNIVERSAL.
Los principales factores que hacen vulnerable a la juventud ante las violencias son la alta competencia criminal a raíz de la guerra contra el narcotráfico, una crisis de salud mental derivada de la misma.
”Los grupos criminales comienzan a crear ejércitos privados porque cambian los acuerdos de protección... paradigma de lo que sucedió en todo el país”, explica Andrés Sumano, investigador sobre niños y jóvenes en contextos de alta violencia y políticas públicas de seguridad del Colef. Esto provocó, asegura, que surgieran escisiones particularmente violentas, como Los Zetas.
Para Séverine Durin, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas) en Nuevo León, hay una violencia estructural sobre la cual crecen otras violencias.
”Tienes problemas de salud mental que van de trastornos de personalidad, depresiones, delitos de violencia sexual, hasta condiciones de vida duras: violencia familiar, feminicida. También hay muchísimo uso de sustancias ilegales y que están relacionados con la crisis de salud mental no atendida”.
Nuevo León presenta la mayor tasa de desaparición de mujeres jóvenes del país. Durin identifica que, además de la violencia de género, hay nuevos mecanismos para la trata de personas.
NOROESTE: LA OPORTUNIDAD DEL TRÁFICO
En los estados de Baja California, Baja California Sur, Sinaloa, Sonora y Chihuahua, que conforman la región noroeste del país, 40% de las víctimas de homicidio y desaparición reportadas entre 2006 y 2022 eran jóvenes de 12 a 29 años.
En el primer trimestre de 2024, los estados de la frontera norte acumularon 56% del total de las exportaciones del país, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Pese al gran flujo de dinero, “las ciudades en la frontera están carentes de una serie de servicios de calidad y de oportunidades para que la gente tenga formas distintas de desarrollo personal”, dice Vicente Sánchez, investigador del Colef.
”Casi desde su conformación, la frontera fue vista como una oportunidad de hacer negocios lícitos e ilícitos”, señala Sánchez.
Las entidades de la frontera se convirtieron a partir de los años 60 en espacios industriales y de maquilas. “Hay un gran porcentaje de población joven en condiciones de pobreza, no reconocidas y tiene que ver con que 60% de la población trabaja en la industria maquiladora”, analiza Rosa Medina, investigadora del Colef sobre derechos humanos de jóvenes en Chihuahua.
Para Tomás Guevara, investigador en la Universidad Autónoma de Sinaloa, es necesario un cambio de mentalidad: “Los jóvenes que son incorporados a los grupos del crimen organizado son fundamentalmente jóvenes lumpenizados que ven en las actividades ilícitas un proyecto de vida porque no ven otro”.
OCCIDENTE: ‘SER JOVEN ES UN DELITO’
La región está conformada por Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Zacatecas y Querétaro. De 2006 a 2022, alrededor de 45% de las víctimas de homicidio y desaparición tenían entre 12 y 29 años, lo cual coloca a esta zona como una de las más peligrosas para los jóvenes.
De acuerdo con los investigadores entrevistados en estados de la región, las principales causas de las violencias son el reclutamiento de múltiples organizaciones criminales, ante lo cual el trabajo precario y las tasas de escolaridad son factores importantes. Y fenómenos micro, sobre todo contra personas que no están directamente relacionadas con el crimen organizado: que deben pequeñas sumas de dinero, que tienen algún problema de adicción, o que estaban en una fiesta.
”Por eso se habla del juvenicidio, por ser jóvenes de barrios marginales y personas racializadas”, dice Fabrizio Lorusso, de la Universidad Iberoamericana Campus León.
”Una de las cuestiones más brutales [de las violencias] es porque estaban en el lugar equivocado y en el momento equivocado. Ser joven en este país parece ser un delito”, dice la antropóloga Rossana Reguillo.
CENTRO: EL GERMEN DE LA CORRUPCIÓN
Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala conforman la región centro del país. Estados en donde 43% de los homicidios y desapariciones de 2006 a 2022 fueron en contra de jóvenes.
En el mismo periodo, seis de cada 10 desapariciones de jóvenes fueron mujeres.
La corrupción, el alto grado de inserción del crimen en los gobiernos, la ausencia de investigación, la impunidad, la violencia de género, el acoso del crimen dentro de las escuelas y una historia de décadas de violencia estructural contra la juventud son algunos de los principales factores de la violencia, de acuerdo con expertos.
”Lo que encontramos en el Estado de México fue que la razón de la desaparición de las mujeres está directamente vinculada a la muerte de ellas”, explica Javiera Donoso, doctora en Ciencias Sociales.
La principal explicación de la inseguridad es que “el crimen organizado ha logrado cooptar a diversos representantes políticos para gobernar de facto”, dice Medardo Tapia, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Morelos, estado que durante el gobierno de Cuauhtémoc Blanco alcanzó los primeros lugares en tasas de homicidio del país.
SUR-SURESTE: EL PARAÍSO PERDIDO
La región sur-sureste comprende los estados de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán; 44% de los asesinatos y registros de desaparición de 2006 a 2022 fueron jóvenes. A partir de 2015, la región se volvió igual de peligrosa para las juventudes que el resto.
Para Mario Ortega, integrante del Fray Bartolomé de las Casas CDH, Chiapas está en guerra y su estrategia es el control del territorio y la movilidad. La espiral de violencia inició en 2015 con grupos sucesores del paramilitarismo. Actualmente, dos grandes organizaciones criminales se disputan la entidad: el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa.
En Quintana Roo, la violencia está asociada con el microtráfico y disputas locales, distingue Mónica Franco, del Observatorio de Violencia Social y de Género en Cancún. “Nuestras juventudes están rebasadas”, dice sobre la desesperanza.
En Veracruz, los jóvenes “se ven atacados por todos los flancos”, apunta Víctor Andrade, investigador de la Universidad Veracruzana. Por la delincuencia organizada, el trabajo precario y la criminalización policiaca. “Los jóvenes son la carne de cañón. Estamos asistiendo a un juvenicidio, una ejecución sistemática de jóvenes”, concluye.